Ana María Ibarra
Con gratitud, fe y esperanza, las Hermanas Misioneras de María Dolorosa acompañadas del pueblo de Dios, recordaron a su fundador, monseñor Baudelio Pelayo, en su 50 aniversario luctuoso el pasado 26 de octubre. 
Para dar gracias a Dios por la vida y el sacerdocio de monseñor Pelayo, se congregaron en la capilla de la Ciudad del Niño para participar en la misa presidida por monseñor J. Guadalupe Torres Campos.

Con agradecimiento a los obispos, sacerdotes, bienhechores, la y fieles de esta diócesis, las Hermanas Misioneras de María Dolorosa recordaron la entrega de monseñor Baudelio Pelayo quien tendió la mano a ancianos, mujeres y niños en situación de pobreza y desamparo, construyendo templos para reavivar la fe del pueblo de Dios.

Así lo expresaron en la monición inicial de la celebración eucarística.
“Nos sentimos profundamente agradecidas porque el Espíritu Santo inspiró en su corazón la fundación de nuestra congregación. Con ese mismo espíritu queremos continuar sirviendo a la Iglesia permaneciendo como María al pie de la Cruz frente a las múltiples cruces de nuestros hermanos mas necesitados”, se leyó.

En su homilía, monseñor Torres Campos expresó que todo cristiano está llamados a ser discípulo de Dios.
“Sin duda al contemplar el retrato de monseñor Baudelio vemos en él a un hombre de Dios, un hombre santo, hombre de gracia, un hombre profunda e íntimamente unido a Dios”.
El obispo señaló que el evangelio propone una característica que hay que trabajar para ser hombres de Dios: la oración.
“El cristiano, el discípulo, el pastor, la religiosa, cada uno de nosotros, ser hombres y mujeres de oración, no se puede entender nuestra vida sin oración. Jesús hace oración, sus discípulos piden que los enseñe a orar”, mencionó.

Refiriéndose a monseñor Pelayo, el obispo expresó que el Señor lo ha premiado, porque vivió con esa espera, porque obró bien, porque amó, porque oró.
“Que nosotros también perseveremos en la fe, que tengamos clara la meta: la vida eterna. ¡Qué gran ejemplo de monseñor Baudelio! A 50 años de haber sido llamado a la casa del Padre, hoy lo recordamos”.
El obispo invitó a los asistentes a reflexionar sobre lo que monseñor Baudelio dejó a la diócesis y a la congregación.
“Hermanas Misioneras de María Dolorosa vivan su carisma a plenitud, su vocación, sigan siendo fermento de fe, esperanza y caridad, no solo aquí en la diócesis, sino en cada uno de los demás espacios pastorales en los que colaboran. Que la intercesión de monseñor Baudelio desde el Cielo sea un aliento y una luz que nos impulse a seguir respondiendo con sí generosidad”, concluyó.


































































