El último evento del Papa Francisco en Cuba fue un sencillo encuentro con las familias en la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en Santiago de Cuba. En su discurso, el Papa Francisco recordó que no hay familias perfectas pero la mejor herencia que podemos dejar es “un mundo con familias”.
“Se discute hoy mucho sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos”, reflexionó y alentó a que “dejemos un mundo con familias, es la mejor herencia, dejemos un mundo con familias”.
El Papa Francisco habló desde su experiencia como Arzobispo de Buenos Aires y como hijo. Recordó que “no existe la familia perfecta, no existen esposos perfectos, padres perfectos ni hijos perfectos, y si no se enojan yo diría suegras perfectas”.
“Pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama”, subrayó, y pidió que “por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana”.
“Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad”, indicó.
Francisco recordó que “Jesús comienza su vida en el interior de una familia, en el seno de un hogar” y “es en casa donde aprendemos la fraternidad, la solidaridad, el no ser avasalladores. Es en casa donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante”.
“Es en casa donde experimentamos el perdón, y estamos invitados continuamente a perdonar, a dejarnos transformar. Es curioso en casa no hay lugar para las ‘caretas’, somos lo que somos y de una u otra manera estamos invitados a buscar lo mejor para los demás”.
Francisco lamentó que “en muchas culturas hoy en día van desapareciendo estos espacios, van desapareciendo estos momentos familiares, poco a poco todo lleva a separarse, aislarse; escasean momentos en común, para estar juntos, para estar en familia”.
“Entonces no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso, no se sabe pedir perdón, no se sabe dar gracias, porque la casa va quedando vacía, no de gente, sino de padres, hijos, nietos, abuelos, hermanos, vacía de relaciones, vacía de contactos, vacía de encuentros”.
El Santo Padre subrayó que “la familia es escuela de humanidad, escuela que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás”.
El Papa destacó que a pesar de las dificultades que aquejan actualmente a las familias, estas “no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger y acompañar”.
El Santo Padre agradeció a los cubanos “por hacerme sentir todos estos días en familia, por hacerme sentir en casa. Gracias por todo esto”.
Francisco recordó que “la Eucaristía es la cena de la familia de Jesús, que a lo largo y ancho de la tierra se reúne para escuchar su Palabra y alimentarse con su Cuerpo”.
El Santo Padre señaló también que en su visita a Estados Unidos “participaré junto a las familias del mundo en el Encuentro Mundial de las Familias y en menos de un mes en el Sínodo de los Obispos, que tiene como tema la Familia”.
“Los invito a rezar, les pido por favor que recen por estas dos instancias, para que sepamos entre todos ayudarnos a cuidar la familia, para que sepamos seguir descubriendo al Emmanuel, es decir, al Dios que vive en medio de su Pueblo haciendo de cada familia y de todas las familias su hogar. Cuento con la oración de ustedes. Gracias”, concluyó.
Fuerza de un pueblo
Una vez fuera de la Catedral de Santiago de Cuba, el Papa reiteró su saludo y agradecimiento al pueblo cubano y pidió que “no descuidemos a los abuelos” ni a los niños y jóvenes, “que son la fuerza de un pueblo”.
Previamente el Papa escuchó al Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Dionisio Guillermo García lbáñez, quien destacó la presencia de familias “de todas las provincias del país y de fuera de la Patria”.
“La familia es la institución más valorada por los cubanos y, precisamente por eso, es la que más preocupa debido a tantos factores que atentan contra su unidad, su bienestar, su significado, y el sentido del matrimonio en la sociedad actual”, destacó el Prelado.
Luego, un matrimonio cubano pidió su oración por las familias, “para que podamos llevar adelante nuestra misión de Iglesias domésticas donde se aprenda a amar sin condiciones, a respetarnos los unos a los otros teniendo en cuenta las legítimas diferencias que nos enriquecen, a apoyar y potenciar el logro de las aspiraciones de cada uno de sus miembros y así todos crecer como personas, a tener la capacidad de perdonar y reconciliar para ser instrumentos de paz y misericordia en el seno de la familia y la sociedad”.