Pbro. Alfonso García/ Párroco de San Francisco de Asís
Hoy es 10 de mayo, una fecha muy significativa e importante para nosotros, pues hoy celebramos a las mamás, y damos gracias a Dios, por este maravilloso don de la maternidad que concede a tantas mujeres. Aprovecho este medio para saludar y felicitar a las mamás, que Dios nuestro Señor les conceda sabiduría, fortaleza, fe, esperanza y caridad, para que sigan desempeñando tan sublime misión. Encomendándolas a nuestra madre santísima la Virgen María, a quien está dedicado todo este mes de mayo.
En el texto del evangelio de San Juan que leemos este domingo V de pascua en la celebración Eucarística, Escuchamos a Jesús decirle a sus discípulos y apóstoles “No pierdan la paz”. Son muchas las ocasiones en que Jesucristo anima a los suyos, exhortándolos a que no tengan miedo, a que no pierdan la calma. En otras ocasiones les echa en cara su falta de fe, su actitud apocada o temerosa. Para un hombre que cree en el poder y el amor de Dios, no es concebible el miedo y la angustia. En el contexto en que están dichas estas palabras de Jesús, es en la en la última Cena, en la víspera de su pasión y muerte. Por eso tienen un mayor significado y valor.
Hoy Jesús sigue diciéndole a su Iglesia, a sus discípulos, “No pierdan la paz”, palabras que también para nosotros tienen un significado especial en este tiempo que estamos viviendo, donde la incertidumbre por la salud, por lo económico, por lo que vendrá a través de este tiempo de pandemia, que no solo afecta la salud física, sino que también afecta otros aspectos de la vida humana.
El pasado 30 de abril la comisión episcopal de pastoral profética, envió un documento donde se nos invita a no dejarnos abrumar por los tiempos actuales, nos dice que “es oportunidad para repensarnos como comunidades de fe”. Poniéndonos como ejemplo la situación que vivió el pueblo de Israel tras la deportación a Babilonia. “El destierro fue duro en sí mismo. Una nueva realidad ponía a prueba a los israelitas para reinventarse como pueblo de Dios”.
La cautividad de Babilonia puso a prueba la fe de un pueblo, que vio perdidas sus instituciones fundamentales… “Sin embargo lograron una fecunda labor de profundización espiritual”. Tenemos mucho que aprender de un Pueblo que en uno de sus periodos más críticos de la historia logro que fuera favorable, al despertar la creatividad de su fe. Tampoco nosotros podemos quedarnos anclados en el lamento por lo que ahora no podemos tener. No perdamos la paz, como nos dice hoy Jesús en el texto del Evangelio, y busquemos la manera de reinventarnos como comunidades cristianas.
Al iniciar el mes de mayo hemos tenido la oportunidad de rezar el rosario como comunidad, conectándonos a través de las redes sociales, sintiéndonos unidos por la fe en Cristo Jesús y el amor a nuestra madre santísima. Esta como otras muchas acciones que se han estado haciendo a lo largo de esta cuarentena y distancia social en la que estamos, nos han ayudado a descubrir o redescubrir, la importancia de sentirse cristiano, pero no solo, sino en referencia a una comunidad que nos ayuda a no tener miedo ni a perder la paz. Dios les bendiga.