Presencia
Tras nueve meses en pandemia, las actividades religiosas, reuniones en templos e iglesias siguen cerradas. Y aunque se han realizado algunas manifestaciones de fieles para pedir la reapertura, al considerar que existen los protocolos necesarios de cuidado en estos espacios para evitar contagios, el gobierno sigue catalogando la actividad como no escencial y “de mayor riesgo”. Por ello la pregunta de esta semana es:
¿Qué implicaciones tiene que a estas alturas de la pandemia los templos premanezcan cerrados en el estado de chihuahua?
Creo que la religión que profesamos los católicos es una actividad esencial. Es decir, una actividad necesaria en el diario vivir para el alma. La oración a través de los templos tiene el efecto de contactar directamente a Dios –independientemente de que Dios está en todas partes-, lo cierto es que, en su Casa tenemos la concentración que necesitamos para fortalecer el espíritu.
Como católico creo que merecemos ser atendidos por el Estado y permitir el acceso a los templos para cumplir con nuestras obligaciones religiosas, tales como acudir a confesiones, misas, bautizos y la Hora Santa, entre otras. Las iglesias pueden abrir sin problema alguno de la pandemia, porque entre semana generalmente están en un porcentaje mínimo de asistencia. El único día que está al cien por ciento de su capacidad es el domingo, la semana Santa y días festivos religiosos.
Profesar mi religión católica, es la mejor manera de sentir el alivio espiritual que requiere mi alma. El retroalimentar mi corazón junto con el de Dios para sentir que fluya en mi interior sanando todo lo que puede dañarme, incluso la pandemia del coronavirus. Hablo en singular, porque creo que el compromiso es personal y debo dar cuentas al Creador de mis actos, no de los demás.
En plural, al menos mi familia siente la necesidad de tener el contacto con Dios a través del sacerdote como el alto ministro del Señor, con disponibilidad para pronunciar el Evangelio y mediante la Santa Misa comulgar para que Dios nos perdone de nuestros actos pecaminosos, voluntarios e involuntarios. La Iglesia somos todos y el templo es la Casa de Dios.
Es necesario permitir el acceso a los templos, con las debidas medidas sanitarias. Sin menospreciar, ni mucho menos criticar que estén abiertos negocios y comercios que nada tienen que ver con la espiritualidad, no existe fundamento alguno que influya para mantener cerrado el acceso y mucho menos, con los conocimientos que tienen los sacerdotes católicos, cuya capacidad y educación es incuestionable.
Nuestro apoyo al señor obispo José Guadalupe Torres Campos, para que en nuestra representación exija nuestro derecho de acudir a los templos, por los motivos que tenemos de sobra. Incluso para que se celebren las misas de difuntos y personas enfermas.
Lic. Héctor Ramón Molinar Apodaca/ Abogado mediador
En el 2020 la pandemia vino a cambiar nuestra vida y con ello la forma de vivir nuestra fe hasta que se supere esta contingencia sanitaria.
La prioridad a nivel mundial es la salud y protección del ser humano, lo cual llevó a cambios en la forma de vivir de toda la población con el fin de preservar la salud y la vida.
Uno de esos cambios fue el evitar que se reunieran grupos de personas, dando como consecuencia la implementación de programas preventivos y se estableciera un semáforo epidemiológico para el manejo y control de la pandemia, que actualmente se lleva a cabo en México y algunos otros países.
La aplicación de este semáforo epidemiológico condujo a que en determinado momento se cerraran áreas y espacios donde se reúnen las personas, y uno de esos espacios fueron los templos, lo que provocó que toda celebración litúrgica quedara limitada o suspendida.
La diócesis actuó de inmediato buscando como permitir que los fieles pudiésemos participar diariamente de la principal celebración que es la celebración Eucarística y acrecentó opciones ya aplicadas como la radio y televisión pero también provocó la búsqueda de nuevas alternativas como los medios digitales.
El cierre de templos nos obligó a los fieles a reflexionar y valorar nuestra participación dentro de la Iglesia, ya sean ministerios, grupos, comunidades y fundamentalmente en como vivíamos la celebración eucarística; lo que nos condujo a interiorizarnos cada uno y anhelar la comunión con Cristo.
El que los templos permanezcan cerrados se debe al ordenamiento por parte del gobierno que está tratando de llevar lo mejor posible el control de la pandemia en beneficio de la ciudadanía y en respuesta la comunidad creyente es obediente a la ley de Dios y a la ley civil (Rom 13, 1-2).
Esta privación de encuentros personales dentro de los templos también nos ha llevado a incrementar nuestra fe, nuestra espiritualidad, la oración, la evangelización por redes sociales y la caridad.
Rebeca Meraz Ramos/ Maestra Instituto Diocesano de Teología
Creo que afecta la fe de las personas, el animo de expresar su fe; muchos se están acostumbrando a verlo en la televisión, en las redes y en la práctica se les hace dificil que se realicen los sacramentos y en algunas ocasiones los padres han negado los sacramentos y eso desanima la fe de las comunidades. La gente que está preparada y bien formada está buscando la manera de expresar su fe viva, pero la gente que no está formada, que le dan flojera las pláticas, no se quiere formar y tal vez no le importe… y creo que esta es una manera de disminuir la influencia de la Iglesia en la comunidad, es una manera de quitárseal. Posiblemente no se haga con esa intencion, pero sí está afectando la fe de las personas y desanimando a la comunidad. Personalmente creo que esa expresión de “actividad no escencial” es algo mucho muy negativo o falso en el sentido de que la gente, antropológicamente hablando, todo el ser humano busca una deidad. En todas las culturas se da eso, el deseo profundo de encontrarse con Dios está en el ser humano y según nuestra fe es ser a imagen y semejanza de Dios, entonces es un derecho que tiene el ser humano. Otra cosa de la expresión “no escencial”, es que no será escencial para quienes no tienen fe y no creen en Dios, pero para nosotros sí lo es. Y luego resulta que para hacer campaña los políticos “creen en Dios”, el partido más católico es al que pertenece el gobernador y entonces si no es esencial para él que la gente alimente su esperanza, su deseo profundo de mejorar, pues bueno…pero para nosotros que nos interesa la cuestión del alma y nos interesamos en mejorar este mundo, es escencial. Entonces esto está desanimando a las personas que queremos compartir la fe por medio de la Palabra y la gracia por medio de los sacramentos y esto es algo de lo que me molesta más.
Y ¿Por qué cuando hacen eventos masivos, como las fiestas patrias o abrir un corredor de Juan Gabriel, donde no se puede controlar la gente, lo hacen? y donde mas se puede controlar la gente, se respetan los espacios y las restricciones, es donde se cierra, lo cierran. Es una pregunta muy interesante: ¿Qué es más importante?,¿Salvar el alma o tragar mierda?, porque el gobernador dice que lo segundo, con estas decisiones.
Pbro. Martín Magallanes, párroco de san Ignacio de Loyola/ Valle de Juárez
Las implicaciones son tanto positivas, como negativas.
En lo positivo, como el semáforo permanece en naranja quiere decir que todavía el número de contagios es muy alto y ciertamente estar en lugares cerrados cierto número de personas puede ser peligroso y también los sacerdotes que tienen que administrar la Comunión, aunque sea en la mano, corren cierto riesgo. Por eso, en lo positivo, me parece bien.
Pero en lo negativo, yo creo que si se han abierto lugares como restaurantes, centros comerciales y otros sitios para activar la economía, está bien, pero creo que la primera economía que deben activar es la economía espiritual y esa con los templos cerrados está ahorita en suspenso, si no en completo abandono, sí en una pausa bastante delicada, porque ahorita la gente necesita mucho la ayuda espiritual, necesita mucho agarrarse de su fe para poder atravesar estos momentos tan difíciles y duros y desgraciadamente si no tenemos un espacio propio, como para poder alentarnos a vivir nuestra espiritualidad, va a ser más difícil.
Por otra parte, como católicos estamos viendo un fenómeno que no ha pasado nunca y es que como nos pusieron la misa por televisión y por las redes, las personas están pensando que esa misa tiene el mismo valor que una misa presencial.
Lo que estamos viendo también, es que cuando se han abierto los templos, la gente ya no acude a misa por pensar tener el mismo valor que estar presencialmente; incluso las personas que tienen la gracia de tener la Comunión sacramental, o que puedan tener acceso al Santísimo, también piensan que como están comulgando al Señor, ya no necesitan ir a misa. Entonces se va a perder el fervor y la devoción por asistir a misa y a los sacramentos. Eso veo que es un grave peligro para nuestra fe, sobretodo porque sabemos que nuestra gente no está lo suficientemente formada como para saber que la misa de liturgia no es virtual. Ese me parece el peligro más grave.
Yo creo que con los debidos cuidados, precauciones y protocolos, es importante que nosotros podamos asistir a los templos y vivir todos los sacramentos, tanto la Confesión, la misa, así como bautismos y demás.
Es necesario que se reabran los templos con las debidas medidas y protocolos de seguridad; creo que esta atrasando la fe, no de todos, pero sí de muchos de nuestrso fieles.
Dra. Georgina Onofre, MMD/ Ciudad del Niño