Ana María Ibarra
Ante el sufrimiento que su esposa Guadalupe Márquez padeció a consecuencia del cáncer de mama, Luis Alonso Núñez encontró en la oración en sus grupos de comunidad la fortaleza para poder acompañarla en esos momentos difíciles.
Si bien él también sufría, Dios le dio la fuerza y la sabiduría para estar al lado de su amada esposa hasta el final.
“Ella enfermó hace casi diez años. Se le diagnosticó cáncer de mama. Al principio, le hicieron una biopsia y dijeron que era benigno, pero después nos dimos cuenta que era maligno, fue entonces cuando empezamos a reconocer las cosas que estaban pasando”, compartió Luis Alonso, quien es catequista desde hace muchos años.
Recordó que su esposa llevaba tiempo sintiéndose mal, pero nunca pensaron en un posible cáncer.
“Cuando nos dieron el resultado fuimos a pedir una segunda opinión y se dieron cuenta que el tumor estaba creciendo. Nos abocamos a atenderla, ella estaba consciente de eso. Se le hizo la operación a los dos meses y medio de detectado el tumor”, recordó.
La noticia fue devastadora para la pareja. Guadalupe, dijo Luis Alonso, tenía mucha fe, sin embargó, lo tomó de manera drástica.
“Ella siguió con su catecismo y con las actividades mientras pudo hacerlo. Cuando se dio cuenta que tenía el cáncer y que era una cuestión mortal sintió que su vida había cambiado y esperaba poder tener más años de vida. Eran cinco años lo que realmente podía esperarse con un cáncer como ese”, lamentó.
Guadalupe era muy activa. Estudiaba en Instituto Bíblico San Jerónimo, era catequista en San Lorenzo y formaba parte de la Dimensión Diocesana de Evangelización y Catequesis, además de que servía en la parroquia Corpus Christi de Anapra.
“Teníamos el auxilio de Dios, siempre estábamos sobre su Palabra. Con los conocidos, ella manifestó su deseo de que la apoyaran espiritualmente porque su problema era muy grande y difundimos por WhatsApp una carta que ella redactó”, añadió el entrevistado.
Acompañar a una enferma
El acompañamiento que Luis Alonso dio a su esposa fue, principalmente, entender lo que le estaba pasando, luchar por encontrar un remedio, y estar con ella en su tratamiento.
“Gracias a Dios estuve en el cien por ciento de su tratamiento. La familia, los amigos, las comadres, los vecinos, siempre estaban al pendiente de ella. En esa etapa de enfermedad tocó que llegara la pandemia, y era un riesgo para nosotros. Yo, por mi edad, y ella por su enfermedad”, indicó.
Lupita y Luis Alonso siempre recibieron el apoyo de las comunidades donde servían y él tenía algo muy claro: debían llevar la situación juntos.
“En ese tiempo tuvo tres recaídas. Nunca cruzó por mi cabeza culpar a Dios. Lo bueno y lo malo que nos pasa es porque Dios lo permite. Me correspondía ayudarla y apoyarla”, afirmó.
Como acompañante de una mujer enferma de cáncer, Luis Alonso se prometió que lo primero que haría al despertar, sería atender las necesidades de su esposa.
“Acompañar al enfermo es saber si comió, si se tomó las medicinas y antes de querer hacer algo personal, primero era atender lo que necesitaba ella. En los últimos momentos que eran sufrimientos fuertes, la mayor parte del tiempo estaba con ella, pero tenía que hacer también otras cosas y fue ahí donde toda la familia nos apoyó”, recordó.
Proceso de fe
Además del apoyo material o de acompañamiento, mucha gente rezó por ella y eso la fortaleció, dijo Luis Alonso
“Ella nunca perdió la fe, nunca dudó de Dios, nunca estuvo enojada con nadie, siempre llevó la enfermedad, no tranquila, porque el sufrimiento la llevaba a cosas muy difíciles, pero con una fe muy grande. El apoyo que le dábamos era fundamental para que ella se sintiera acogida, comprendida, hasta donde podíamos entender lo que le estaba pasando”.
Confiado en la misericordia de Dios, Luis Alonso recordó la cita del libro a los Romanos: “Dios hace uso de todas las cosas para bien de los que ama”.
“Nunca nos sentimos alejados de Dios. A lo largo de todos esos años el padre Abdo, el padre Guillermo Morton, el padre Jorge Pablo estuvieron dispuestos para visitarla y darle el sacramento de la unción. Tuvimos mucho auxilio espiritual de parte de ellos y de la comunidad de San Lorenzo, que nos llevaban la comunión todos los domingos”, reconoció.
Cambio de perspectiva
Y aunque pusieron la enfermedad en manos de Dios, el sufrimiento de acompañar a su esposa cambió por completo la vida de Luis Alonso.
“Para mí fue un pesar muy grande saber que se estaba yendo y que se estaba despidiendo en los ocho años que duró con la enfermedad. Le doy gracias a Dios y lo bendigo por todo eso, porque fue un cambio en mí. Esto me hizo comprender los motivos de Dios y lo que él quería de mí”, afirmó.
Por la diferencia de edad, ya que Luis Alonso le llevaba once años, siempre pensó que él se iría primero y no la persona a la que él más quería en la vida.
“Descubrí que tengo una misión: estoy dando clases en Teología, sigo en la comunidad en Anapra y en el DIDINEC. Gracias a Dios que se la llevó cuando ya estaba sufriendo mucho.
Gran aprendizaje
Esta experiencia dolorosa dejó en Luis el reconocer la importancia de la prevención del cáncer de mama.
“Ella se sentía mal desde hace tiempo, pero pensó que se le iba a pasar, pudimos haberlo prevenido. La detección a tiempo es efectiva. Conocimos otros casos y nos ayudó a aprender más de la enfermedad. Pido a las mujeres que se estén revisando constantemente”.
Otra enseñanza que obtuvo Luis y que hoy comparte, es sobre prepararse y fortalecerse para acompañar a un enfermo con la oración continua, las visitas al Santísimo y la Eucaristía.
“Fue con la oración y confiar en Dios como pude sostenerme. Conocí personas que se enfermaron al estar acompañando a otros enfermos, por eso es necesario tener momentos de reflexión y reconocer que si me enfermo, ¿quién va a cuidar a mi enfermo?”.
Por lo tanto, dijo, es necesario el cuidado personal del acompañante, comer bien, dormir lo necesario.
“No se puede uno sacrificar de más, porque serán dos enfermos, y no es egoísmo. Para eso le pide uno al Espíritu Santo entendimiento. Yo lo pedía, porque sabía que ella se iba a agravar, y cuando ella falleciera, saber cómo pasar todo ese sufrimiento. Todo está en manos de Dios”, concluyó.