Lectio Divina correspondiente al 31 de julio, Domingo XVIII del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 12, 13-21
Uno entre la gente le dijo: -Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia. Jesús le dijo: –Amigo, ¿quién me ha hecho juez o mediador entre ustedes? Y añadió: -Tengan mucho cuidado con toda clase de avaricia; que aunque se nade en la abundancia, la vida no depende de las riquezas. Les dijo una parábola: -Había un hombre rico, cuyos campos dieron una gran cosecha. Entonces empezó a pensar: “¿Qué puedo hacer? Porque no tengo dónde almacenar mi cosecha. Y se dijo: “Ya sé lo que haré; derribaré mis graneros, construiré otros más grandes, almacenaré en ellos todas mis cosechas y mis bienes, y me diré: Ahora ya tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y diviértete”. Pero Dios le dijo: “¡Torpe!” Esta misma noche morirás. ¿Para quién será todo lo que has almacenado?”. Así le sucede a quien atesora para sí, en lugar de hacerse rico a los ojos de Dios. (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión:
Uno entre la gente se acerca a Jesús ¿qué petición le hace y cuál es la respuesta que recibe?
¿Qué advertencia sobre la avaricia da Jesucristo a la gente que se encontraba reunida?
Jesucristo les dice una parábola que habla de un hombre rico cuyos campos dieron una gran cosecha. ¿Qué piensa hacer ese hombre?
Ante lo que pensaba hacer ese hombre rico de la parábola ¿qué le dice Dios?
¿Cuál es la enseñanza que les da Jesucristo con esta parábola?
Breve Estudio Bíblico.
La liturgia de la Palabra para este domingo XVIII del Tiempo Ordinario nos invita a reflexionar sobre el real sentido de nuestra vida. ¡Todo es vanidad!, nos dice el sabio en la primera lectura que se presenta como Qohélet. El significado de sus palabras nos llama, primeramente, a hacer conciencia y después a evaluar ese real sentido de nuestra vida. Conciencia en comprender que la vanidad (en hebreo hebel) significa vapor insubstancial, vacío, hueco y que es efímero o pasajero tal como las riquezas y los éxitos que se buscan obtener en este mundo. Evaluar en la importancia de los verdaderos frutos que se recogerán al final de los días por los esfuerzos realizados durante toda la vida. San Pablo en la segunda lectura nos da la luz y el camino para vivir ese real sentido: poner todo el corazón en los bienes del cielo y no en los de la tierra; buscar los bienes de arriba donde está Cristo para manifestarse gloriosamente junto a él.
San Lucas presenta en el Evangelio una parábola narrada en labios de Cristo referente a la influencia y los efectos que ejerce la avaricia en la vida del hombre. Les advierte a sus discípulos sobre la futilidad de encaminar y dedicar la vida a la acumulación de riquezas efímeras ya que vivir así, elimina del horizonte a Dios y al prójimo. Así lo ejemplifica con el hombre rico y confiado de la parábola que en la búsqueda de una “buena vida” se volvió vanidoso, avaro e insensato. Dios le responde con duras palabras: “¡Torpe! Esta misma noche morirás”. La enseñanza de Cristo está en la advertencia de cuidarse de toda avaricia pues, aunque se nade en la abundancia, la vida no depende de las riquezas sino en ser rico para Dios buscando los bienes del cielo al realizar obras de misericordia en la tierra.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para interiorizar con el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Podemos pensar que Dios está en contra de las riquezas. No es así. Dios siempre elogiará a aquellos que son sagaces y prudentes (cf. Mateo 25, 14-30). El problema está cuando alcanzando cierto bienestar creemos que no necesitamos de Dios y nos olvidamos de nuestra vida de fe, de nuestro prójimo, de salvar el alma. ¿Doy gracias a Dios por las bendiciones que recibo en mi vida, en mi familia y en mi trabajo?
¿De qué manera la búsqueda del “tener más” sin darse nunca por satisfecho le restan sentido a mi vida?
En aquello que atesoras en tu vida, ¿está Dios? ¿Está tu prójimo?
¿Cuál es aquel tesoro invaluable que puedo obtener en la tierra para llevarme después de la muerte?
El hombre rico y confiado de la parábola en el evangelio pensó y decidió como propósito de vida el almacenar, descansar y disfrutar. A lo que Dios le dice: “¡Insensato! Esta misma noche morirás”. ¿En qué te hace reflexionar esto?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesucristo,
te doy gracias por las bendiciones que recibo cada día.
No permitas que me pierda en los tesoros mundanos y efímeros.
Que aprenda a compartir de aquello con lo que me has bendecido;
que mis luchas, esfuerzos y trabajos sean santos.
Ayúdame a poner todo el corazón en los bienes del cielo.
Se Tú el real sentido en mi vida.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que sea guía en nuestro camino:
«Busquen los bienes de arriba, donde está Cristo» (Colosenses 3, 1).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Este domingo nos invita a reflexionar sobre el real sentido de nuestra vida llamándonos a buscar los bienes donde está Cristo.
Propuesta: Haré el propósito de acudir al menos un día entre semana a la Santa Misa para dar gracias a Dios por las bendiciones recibidas. Pondré los bienes recibidos al servicio del Reino de Dios realizando por semana una obra de caridad en favor de mis hermanos necesitados. ¡No olvidemos a los hermanos migrantes!
Primera Lectura: Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
Salmo 89
Segunda Lectura: Colosenses 3, 1-5. 9-11
Color: Verde