Lectio Divina correspondiente al domingo 06 de julio. XIV Domingo del Tiempo Ordinario. Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 10, 1-12. 17-20.
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
¿A cuántos discípulos designó Jesús y para qué?
Ante la carencia de trabajadores, ¿qué deben hacer los discípulos?
¿Por qué los envía como corderos en medio de lobos?
Al enviarlos, ¿qué instrucciones les da?
¿Cuáles son las tres acciones que deben realizar al ser recibidos en la ciudad?
Interioricemos en el texto
San Lucas presenta el envío de los setenta y dos discípulos como una señal de lo que será la misión de Jesús y de los primeros cristianos. La cifra hace referencia a las naciones no judías indicando que los discípulos han de ir, como testigos, “hasta los confines de la tierra” anunciando el Reino de Dios (cf. Hechos 1, 8) que se manifestará en la misión mediante la predicación y la curación de enfermos. Los envía de dos en dos en un gesto de acompañamiento y ayuda mutua que muestra el sentido de la comunidad cristiana. Se subraya la carencia de trabajadores ante la abundante cosecha y que los posibles peligros al poder ser rechazados no deben sucumbir la misión. Jesús es claro al indicarles que no deben de llevar en el camino y que acciones deben realizar con el fin de indicarles su dependencia total en Dios. Por ello, al ser recibidos en una casa o en la ciudad, han de quedarse para mostrar siempre su disponibilidad misionera y no andar buscando la comodidad y lo placentero. También les indica que van como portadores de la paz ya que al ser enviados “como corderos en medio de lobos” se inaugura la nueva era de paz y reconciliación en la que el cordero se tumbará con el lobo (cf. Isaías 11, 6). Es la razón por la que al entrar a una casa han de dar el saludo “la paz reine en esta casa”. No es un simple deseo, es un don divino de una paz sin límites que se cumple por quien la envía, el Príncipe de la paz (cf. Isaías 9, 5-6).
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Eres consciente de que, como bautizado, ¿eres elegido por Dios para ser su testigo? ¿A qué acciones te llama ello?
¿En qué nos hace reflexionar el envío de ir “de dos en dos”?
El compromiso a favor de la paz es una tarea inherente del discípulo de Jesús. ¿Qué haces en lo personal y en lo comunitario por hacer de la paz una realidad?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Jesús, Príncipe de la paz,
hazme interiorizar tu paz para ser portador de ella.
Dame pureza de corazón para comprender y hacer vida
que tu paz consiste en reconocer que todos somos hermanos,
que todos somos hijos de Dios.
Angustiados por las guerras que sufre el mundo te rogamos:
¡Danos la paz! Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que alimente nuestra fe: «Que la paz reine en esta casa» (Lucas 10,5).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
La paz es un don que hay que pedírsela a Dios; también es una tarea que hay que trabajar por ella.
Propuesta: Seamos misioneros de la paz de Dios. Construyamos esta paz en nuestras familias y comunidades. ¡No sucumbamos en ello! En estos momentos doblemos nuestras rodillas y roguemos a Dios por la paz en el mundo.