Lectio Divina correspondiente al domingo 19 de octubre. XXIX Domingo del Tiempo Ordinario. Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Jorge Sánchez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, para enseñar a sus discípulos la necesidad de orar siempre y sin desfallecer, Jesús les propuso esta parábola: «En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a los hombres. Vivía en aquella misma ciudad una viuda que acudía a él con frecuencia para decirle: ‘Hazme justicia contra mi adversario’. Por mucho tiempo, el juez no le hizo caso, pero después se dijo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, sin embargo, por la insistencia de esta viuda, voy a hacerle justicia para que no me siga molestando’ «. Dicho esto, Jesús comentó: «Si así pensaba el juez injusto, ¿creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, y que los hará esperar? Yo les digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen ustedes que encontrará fe sobre la tierra?»
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
¿Qué quería enseñar Jesús a sus discípulos? ¿Quién es personaje principal de la parábola?
Jesús al final de la lectura les hace dos preguntas a sus discípulos ¿cuál es la primera de ellas?
La segunda pregunta es relacionada con la segunda venida del Cristo y les cuestiona sobre la fe ¿cómo hace la pregunta?
Interioricemos en el texto
Jesús observa que necesita reforzar en los que le siguen ser asiduos y constantes en la oración, para ello les cuenta una parábola que facilite entender que Dios nos escucha y también nos hará justicia cuando clamemos sin desánimo a él. El medio indicado por Jesús es la oración constante, la oración perseverante e incansable; así llegará la justicia que a él solicitamos sin ser defraudados pues somos parte de su Iglesia, de sus elegidos. Jesús concluye enfrentándonos a una realidad que era lejana en aquellos días pero vigente hoy ¿subsistirá la fe en el tiempo a pesar de las ideologías que tratan de desaparecerla?
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Ante las injusticias que me hacen sentir impotente ¿pido la ayuda de Dios? ¿lo hago a través de la oración? y ¿esa, mi oración, es constante? ¿me desanimo con facilidad? Si creo que mi fe no es lo suficientemente sólida ¿busco acercarme al sacramento de la eucaristía, a las Sagradas Escrituras?
Orígenes de Alejandría en el siglo III ya nos decía: “aquellos que oran continuamente tienen un abogado junto al Padre” y San Agustín el siglo V comentó: “Jesús no pide oraciones prolongadas, sino que perseveremos en ella”.
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús, abogado nuestro ante el Padre, auxíliame para ser perseverante en la oración y buscar siempre la justicia para el oprimido y desvalido. Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que alimente nuestra fe:
«Desde niño conoces las Sagradas Escrituras que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe». (2 Timoteo 3, 14-15)
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
La parábola de la viuda persistente también es un llamado a no seguir el ejemplo del mal juez que anteponía su voluntad sobre la justicia. Seamos fieles al doble mandamiento del amor que nos pide amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Pongámonos en acción y ayudemos a que éste sea un mundo más justo y con más oportunidades para los necesitados y olvidados.
Propuesta: Esta semana compartamos de los dones que el Señor nos concede y ayudemos con alimentos no perecederos, artículos de higiene y juguetes a los desvalidos. Podemos hacerlo directamente en algún asilo, orfanato o refugio; también puedes entregar tu ayuda a través del ministerio de caridad de tu parroquia.