Ana María Ibarra
Como un sentimiento descontrolado y desmedido se define a la ira, uno de los siete pecados capitales que dañan el alma de la persona que lo experimenta.
En esta ocasión, el padre Gary Reyes comparte una reflexión sobre esta falta capital y ofrece algunas luces para poder erradicarla.
Sentimiento y pecado
La definición de ira según algunos autores, psicólogos y la Real Academia, es: “un sentimiento descontrolado y desmedido; enojo o coraje que impulsa a cometer actos de violencia contra otros o contra sí mismo; sentimiento de enfado muy grande y violento.
Así lo citó el padre Gary Reyes, párroco de Nuestra Señora del Sagrado Czorazón, en el Valle de Juárez.
“El sentimiento de enojo o coraje hay circunstancias que nos hacen sentirlo, pero cuando pasa un cierto límite es cuando se convierte en una ira que puede afectar a muchas personas”, señaló.
El sacerdote explicó que este sentimiento, convertido en pecado, es provocado por la impotencia ante una realidad o situación que se vive cuando las cosas no salen como se espera, según el juicio de la persona.
“Algún trabajo o tarea que alguien realice para nosotros y no sale como queremos, o ante comentarios hacia nosotros o lo que hacemos, puede provocar la ira y, dependiendo del grado que tengamos, se puede catalogar como una enfermedad y se deberá buscar atención médica, psicológica y espiritual”.
Contrarrestar la ira
Para lograr vencer este pecado, dijo el sacerdote, se debe ir en busca de aquello que es contrario a la ira: la paciencia.
“Es importante saber ser pacientes ante situaciones que a lo mejor no están en nuestras manos y que nos provocan enojo o coraje, que se transforma en ira. Debemos ser conscientes que hay cosas que podemos solucionar, pero hay otras que no. La paciencia es una virtud que enfrenta a la ira”, aclaró.
Por lo tanto, señaló, es necesario ser pacientes ante la familia, los hijos, la esposa o el esposo, y ante todo lo que el ser humano vive día a día, por ejemplo, el tráfico en la ciudad, que se hace cada vez más pesado.
“Ya viene el tiempo de calor y estar en el tráfico, o estar esperando, es algo que va a irritarnos. Hay que saber que la paciencia es un don que va a combatir el coraje. Esto nos puede ayudar a crecer como personas si podemos identificar la ira, es decir nuestra reacción tanto ante comentarios de otros, como ante las circunstancias que vivimos”.
Hacer penitencia
El padre Gary compartió que en este tiempo de Cuaresma se entra en el camino de la espiritualidad, de la penitencia, de sacrificio y es propicio para pedirle a Dios el don de la de la paciencia para ante cualquier situación lograr estar tranquilos y no decir una palabra hiriente o hacer una acción que lastime.
“Se dice que a las palabras el viento se las lleva, pero no, se quedan grabadas en el corazón y no se diga si es una palabra a un hijo, a la familia o a alguien que queremos. Por eso es necesario ir combatiendo con pequeños gestos de paciencia. Si sé que voy a explotar es mejor retirarme para pensar, meditar y después volver ante la situación”, expresó.
Para corregir el pecado de la ira, agregó el padre Gary, es de gran ayuda acercarse a la Confesión y a la penitencia para sanar esos enojos.
“Muchas veces la ira viene por frustraciones de nuestra vida, errores del pasado, situaciones que no hemos superado o no nos hemos perdonado. Necesitamos esa sanación en nuestra vida para poder liberarnos de ese enojo que viene a recaer, a veces, en personas que nada tienen que ver con lo que nos pasó”.
Añadió que saber asimilar esas situaciones y saberlas encauzar, se dirige a una sanación.
Cuando el coraje se convierte en pecado
“No es malo estar en desacuerdo. A veces sentir enojo o coraje no es malo, son los actos los que van a determinar la gravedad de mi sentimiento, pues puede a veces tener un fruto”, dijo.
“Recordemos cuántos deportistas en un coraje por ganar una competencia sacan su mejor esfuerzo para tener la victoria, pero no lo hacen lastimando a los competidores”.
Con este ejemplo, el sacerdote quiso dejar claro que no es un error sentir enojo o coraje, ya que puede impulsar motivaciones.
“En la vida espiritual hemos tenido un coraje santo que nos invita a perdonarnos, a purificarnos y a ser valientes para reconocer lo que hemos hecho con el deseo de expulsarlo de nuestra vida”.
Otros consejos
Otras medidas para erradicar la ira, agregó el padre Reyes, pueden ser salir a caminar, hacer ejercicio, escuchar música, cantos, alabanzas, o escribir los sentimientos.
“Eso se manejaba mucho anteriormente con los diarios personales para expresar lo que sentimos en el día y también saber expresar nuestro enojo. Cuando uno lo escribe, se puede dar idea de cómo guiarse y, como ya lo mencionaba, acercarse a la Reconciliación con Dios, con los hermanos y con uno mismo”.
El padre Gary concluyó su reflexión con las palabras del Salmo 37 versículo 8: “Deja la ira, abandona el enojo, no pierdas la paz, pues será peor para ti”.
“Que esto nos motive para saber que la ira no nos lleva a ningún lado bueno sino a perder muchas cosas”, concluyó.
Examen de conciencia
¿Soy intransigente e intolerante? ¿Impaciente e iracundo?
¿Manejo los sufrimientos, enfermedades, inconvenientes, obstáculos, contrariedades, relaciones con los demás con paciencia, o con intemperancia e ira?
¿Pierdo la paz con facilidad? ¿Manifiesto mal humor cuando las cosas no son como yo espero?
¿Devuelvo con ira los ataques o males reales que se me hace o inclusive los que imagino?
¿Descargo mi estado de ánimo iracundo con quien o quienes nada tienen que ver con el problema en cuestión?
¿Me consiento la ira culpando las circunstancias? (ej. «me sacaron de quicio»)
Frase..
“Si tú reaccionas en el momento de la furia, seguramente serás injusto. Serás injusto y también te hará mal a ti mismo. Éste es un consejo: el tiempo, el tiempo en el momento de la tentación».
(Papa Francisco)