Como todo pecado, la gula, además del aspecto físico, también daña el aspecto espiritual, explica el padre René Acosta…
Ana María Ibarra
Un pecado movido por los excesos es la gula que, si bien siempre se relaciona únicamente con la ingesta de comida, tiene también qué ver con la bebida. Así lo explicó el padre René Acosta, vicario de la parroquia La Sagrada Familia, quien afirmó que el ayuno es la penitencia que ayuda a vencer este pecado.
Exceso de alimentos
El padre René explicó que la gula es el pecado capital que tiene qué ver con el desorden y exceso de alimentos y bebidas, es decir, el comer o beber no solo por necesidad, sino buscando el placer que alimentos o bebidas puedan causar.
Generalmente, dijo, se relaciona la gula con la comida, pero también tiene que ver con el beber y el excederse en todo aquello que puede causar sensación de placer.
“La gula se empieza a manifestar cuando se come o se bebe en exceso ya no solamente para satisfacer el hambre, necesidad natural o básica, sino que se busca comer y beber para causar una sensación de bienestar o de placer”, señaló el sacerdote.
Aclaró que no tiene nada de malo sentirse bien o tener la sensación de placer, pero cuando se convierte en la finalidad de la acción, entonces se desvirtualiza la alimentación y la bebida.
“Siempre que el fin último sea satisfacer la necesidad y no buscar el placer, aprenderemos a discernir cuándo caemos en la gula”.
Los pecados capitales, agregó el padre René, son puerta a otras faltas, incluso entre los siete pecados capitales muchas veces hay relación o van de la mano.
“Por ejemplo, la gula va de la mano con la lujuria, pues se busca cierto placer, o puede ir de la mano con la pereza, ya que caer mucho en el ocio hace que se busque llenar ciertos espacios con el comer por comer”.
Además de que la gula lleva al ser humano a caer en otros pecados, puede ser causa de descuidar la propia salud, ya que tiene una afectación directa, dijo el sacerdote.
“Cuando descuidamos la alimentación y comemos por placer se descuida la parte de la nutrición y no nos preocupa tanto alimentarnos bien, sino ingerir aquello que nos haga sentirnos satisfechos”.
Daño espiritual
Como todo pecado, la gula, además del aspecto físico, también daña el aspecto espiritual.
“La Sagrada Escritura nos lo recuerda: qué grave es para aquellos que hacen de su vientre un Dios, dejándose llevar solamente por impulsos, por malas intenciones que nos orillan a caer en el pecado”, citó. (Fil, 3, 9)
Y agregó: “Ya lo dijimos, en la salud la gula nos afecta, pero también en la cuestión de fe y espiritualidad, porque nos enfocamos en cosas que son pasajeras, en este caso los alimentos de este mundo y nos olvidamos de los alimentos que nos llevan a la Vida Eterna como son la Eucaristía y la Palabra de Dios”.
En este contexto, el sacerdote señaló que el cuerpo tiene la dignidad de ser templo del Espíritu Santo, dignidad dada en el Bautismo.
“Además de que el Bautismo nos hace hijos de Dios y discípulos de Jesús, somos también ese templo que el Espíritu Santo ha querido habitar y por eso debemos darle cuidados y la dignidad que se merece. En este caso, a través de lo que entra por nuestra boca que son el alimento y la bebida”.
Gula y ayuno
Para superar este pecado, dijo el sacerdote, es necesario primeramente acudir a la gracia de Dios, pero también, como hijos de Dios, como cristianos y discípulos, hay que ejercitar la disciplina para tener autocontrol en cuanto a lo que uno puede comer o beber.
“Ayudan mucho, por ejemplo, las penitencias que tienen qué ver con el ayuno en cuestión de sacrificios, de penitencia concreta, de dejar algo para ejercitar la disciplina y la fuerza de voluntad”.
En este tiempo de Cuaresma, resaltó, se hecho la invitación al ayuno para saber poner límites y reconocer hasta dónde llega la necesidad y hasta dónde es la búsqueda de otra cosa.
Sin embargo, el ayuno, dijo, debe ser consciente y bien hecho, dijo.
“A veces practicamos el ayuno como una prohibición que nos ponemos y se convierte en una prueba de resistencia, pero más que eso se trata de una prueba de voluntad, de disciplina, de reconocer nuestros límites y que esto nos ayude a crecer como persona y a combatir la gula”, explicó el padre René respecto al ayuno.
Preguntas para reconocer este pecado y llevarlo al Confesionario
La virtud que hace contraparte a la gula es la templanza, que ayuda a guardar el equilibrio y no dejarnos llevar por impulsos.
“La invitación desde que inició la Cuaresma es aprovechar este tiempo de conversión, no solamente para fijarnos en nuestros errores y pecados, sino para fijarnos en la misericordia de Dios que siempre nos acoge”.
Así pues, señaló, al confiarse en la misericordia y en el perdón que se recibe de parte de Dios, debe animar a buscar aquello que no le hace bien al alma, en esto están incluidos pecados como la gula.
“Que los sacrificios, penitencias y ayunos que hayamos hecho en este tiempo de Cuaresma nos ayuden a modificar esos aspectos de nuestra vida que nos alejan de Dios o de nuestros hermanos, y no haya sido un tiempo de sufrimiento o masoquismo, sino un ejercicio de nuestra fe y nuestro corazón para acercarnos dignos a la Semana Santa”.
Para finalizar, el padre René dio tres preguntas como guía para reconocer si se está cayendo en el pecado de la gula y poder llevarlo al confesionario.
- Cuando como, ¿sé reconocer si ya estoy satisfecho o aún así sigo comiendo incluso sin hambre?
- ¿De qué me estoy alimentando físicamente?
- ¿Estoy comiendo sanamente?
- ¿Tengo la fuerza de voluntad y la templanza para decir “No” a ciertos alimentos o bebidas que me hacen daño o que me estoy excediendo?