Diana Adriano
En el marco de la Jornada Mundial del Enfermo que se celebra el 11 de febrero en todo el mundo, y de manera especial en esta diócesis el sábado 15 de febrero, el padre Marcelino Delfín, coordinador de la Comisión Diocesana de Liturgia, explicó el valor del sacramento de la Unción de los Enfermos. Se trata de un sacramento al que muchas personas le temen, al pensar que se administra para el fin de la vida, aunque esta percepción no es precisa.
Acto de fe
El padre Marcelino explicó que el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que este sacramento es un acto de fe en el que toda la Iglesia, mediante la oración de los presbíteros, encomienda a los enfermos a Cristo sufriente y glorificado, pidiendo su alivio y salvación.
Además, los anima a unirse libremente a la Pasión y muerte de Cristo, contribuyendo así al bien del pueblo de Dios.
Dijo que son las propias palabras utilizadas en la unción, revelan la intención del sacramento:
“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”, dice la fórmula que pronuncia el sacerdote al administrar la unción.
El padre Marcelino recordó que en la tradición bíblica, la enfermedad está vinculada al pecado y al mal, pero que la fidelidad a Dios devuelve la vida:
“Yo, el Señor, soy el que te sana” (Ex 15,26).
Pero aclaró que en esta visión, la enfermedad no es un castigo, sino una oportunidad para acercarse a Dios, buscar su misericordia y experimentar su amor sanador.
¿Para quién es el sacramento?
El entrevistado aclaró que la Unción de los Enfermos no es un sacramento exclusivo para quienes están a punto de morir.
Explicó que la Iglesia considera oportuno administrarlo cuando un fiel comienza a estar en peligro de muerte, debido a una enfermedad grave o la vejez.
El padre Marcelino explicó que el Código de Derecho Canónico (1004) establece que “se puede administrar la unción de los enfermos al fiel que, habiendo llegado al uso de razón (alrededor de los siete años), comienza a estar en peligro por enfermedad o por vejez”.
Y detalló que este sacramento puede recibirse en casos como enfermedades terminales, antes de cirugías de alto riesgo o en el deterioro propio de la edad avanzada.
Subrayó que el propósito de administrar la Unción, es fortalecer espiritualmente al enfermo, brindándole consuelo y la gracia de Dios en momentos de vulnerabilidad.
Perder el miedo
El sacerdote se refirió a un miedo generalizado que tienen los fieles respecto al sacramento de la unción, al asociarlo directamente con la muerte, en una especie de fórmula: “me dan la unción, voy a morir o mi familiar va a morir”.
“Lo ven como un tiro de gracia, creyendo erróneamente que se administra solo cuando el enfermo está en sus últimos momentos”, dijo.
Pero aclaró: “El sacramento no es para que la persona ya se muera, sino para fortalecerla en su enfermedad”.
“Su propósito es ayudar al enfermo a no renegar de su padecimiento, a unir su sufrimiento a la Pasión de Cristo, a encontrar paz y serenidad en medio de su dolor. Es un camino de salvación y un medio de fortalecimiento espiritual que le ayuda a vencer las tentaciones, el desaliento y la angustia que pueden surgir ante la cercanía de la muerte”.
De esta forma, subrayó, la Unción de los Enfermos es un don particular del Espíritu Santo, que ofrece consuelo y gracia al enfermo.
Lamentó que muchas personas lo sigan viendo como un anuncio de muerte, cuando en realidad es un signo de la presencia de Dios en medio de la enfermedad.
“Dios obra maravillas incluso cuando alguien está en su momento más frágil. A través del sacramento, el enfermo recibe la fuerza para enfrentar su situación con fe, esperanza y confianza en la voluntad de Dios”, reiteró.
Catequesis: Clave para cambiar la mentalidad
El padre Marcelino resaltó la importancia de la catequesis para transformar la percepción sobre este sacramento.
“Es necesario educar a la comunidad sobre el verdadero significado de la Unción de los Enfermos, sus efectos y la presencia de Dios en la vida del enfermo”, afirmó.
Explicó que la Iglesia siempre ora por los enfermos y los acompaña en su proceso, mostrando que este sacramento no es un rito de despedida, sino un auxilio espiritual que brinda consuelo y fortaleza.
Advirtió sobre las falsas creencias populares que rodean este sacramento. “Mucha gente dice: ‘Ya para qué, si de todos modos va a morir’, o ‘Solo se lo dan para que se vaya en paz’. Pero es todo lo contrario. Dios actúa de muchas maneras en el enfermo, y la Unción no solo puede traer sanación espiritual, sino que incluso, si es su voluntad, puede conceder la sanación física”, afirmó.
Cuándo pedir la unción
El entrevistado enfatizó la importancia de que la solicitud de la Unción de los Enfermos sea hecha por familiares directos, evitando confusiones en hospitales donde pueden intervenir terceros sin el conocimiento de la familia.
«Es fundamental que el enfermo esté enterado y la reciba libremente. Muchas veces se aferra a diversas razones para no aceptarla, pero es un sacramento de fortaleza y reconciliación», explicó el padre Marcelino.
«Algunas personas lo buscan como si fuera un acto mágico, cuando en realidad es para quienes enfrentan una enfermedad grave, una operación riesgosa o la vejez. No es para cualquier dolencia menor».
Finalmente, subrayó que el sacramento no se puede administrar a quienes persisten en un pecado grave sin intención de arrepentimiento.
«Es un don de Dios, pero requiere disposición y fe», concluyó.
Liturgia del Sacramento de la Unción de los enfermos
El sacramento de la Unción de los enfermos suele administrarse junto con el de la Reconciliación y la Eucaristía en el siguiente orden:
-El enfermo confiesa sus pecados y se reconcilia con Dios.
-El sacerdote lee una página del evangelio que muestra a Jesús aliviando y curando
-El sacerdote unge con aceite la frente y las manos del enfermo diciendo:
Por esta Santa Unción y su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia de tu Espíritu Santo para que, libre de tus pecados, te conceda la Salvación y te conforte en tu enfermedad.
-El sacerdote reza por el enfermo en compañía de todos los presentes
-El sacerdote le da la absolución.
A las preguntas que le dirige el sacerdote, el enfermo renueva las promesas bautismales y realiza su profesión de fe cristiana.
-Se reza el Padrenuestro y el sacerdote da la comunión al enfermo.
-El sacerdote bendice al enfermo y a todos los presentes que lo acompañan.