Al celebrarse hoy la Jornada Mundial de los abuelos reconocemos el esfuerzo de los adultos mayores que se han tenido que hacer cargo de los nietos a falta de sus padres, como el caso de Manuelita, que se replica en todo México…
Ana María Ibarra
Manuela Hernández nunca se imaginó que después de educar y criar a sus tres hijos tendría que hacerlo también con sus nietos. De la manera más dolorosa, Manuela asumió este rol pidiendo siempre el auxilio de Dios.
A casi diez años de haberse convertido en madre de sus nietos, hoy ve con alegría que ha sabido sembrar buena semilla pues su nieta es lectora en la parroquia y su nieto ha decidido iniciar su discernimiento vocacional en el Pre Seminario 2021.
Su historia
Una tragedia dejó a los nietos de Manuela sin sus padres, quienes fueron brutalmente asesinados.
“En el 2011 asesinaron a mi hija y a mi yerno en su casa. Ellos tenían tres hijos: el mayor es discapacitado y ahorita tiene 21 años; los más pequeños Christian y Fanny, tenían cinco y siete años en aquel entonces”, compartió Manuela.
La mujer señaló que no había previsto quedarse con sus nietos, ya que los abuelos paternos se hicieron cargo de ellos en ese momento.
“Me hablaron por teléfono los consuegros para que fuera por los niños porque ellos no los podían cuidar. Los niños vieron cuando mataron a sus papás y estaban en un trauma terrible. Los abuelos tuvieron temor de que los buscaran para matarlos y me llevé conmigo a los dos pequeños, el mayor se quedó con ellos”.
Manuela compartió que ella y su esposo vivieron “escondidos” por temor a que los asesinos de su hija los buscaran.
“En ese entonces vivimos en Riberas del Bravo, pero poco después decidimos regresar a la colonia del Carmen. Mi esposo tiene más de veinte años trabajando en la parroquia como sacristán. Nos prestaron una casita, pero estábamos con miedo”.
Aun así, Manuela solicitó la custodia de sus nietos, les dio educación y buscó la manera de que no recordarán el fatal acontecimiento.
“El niño tenía cinco años. No les permitía que recordaran, pero por mala suerte nos tocó estar en medio de una balacera. Los abracé y los aventé debajo de un carro. Gracias a Dios no nos pasó nada”.
Cercanos a la Iglesia
Manuelita, como es conocida en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, llevó a sus nietos al Catecismo y ellos se fueron enamorando de Dios.
“Les encantaba hablar de Dios y jugaban en la casa a ser sacerdotes. Se peleaban porque los dos querían ser el padre Toñito y hacían todo lo de la celebración de la misa. Siempre han sido muy unidos. Desde ese entonces sentí que Christian se inclinó mucho a las cosas de Dios, pero pensé que sólo era un juego de niños”, dijo Manuelita.
La entrevistada, quien lleva varios años trabajando en la casa San Pedro de Jesús Maldonado, contigua a la parroquia del Carmen, agregó que sus nietos siempre estuvieron cerca de sacerdotes.
“Desde que hicieron la primera Comunión hasta la fecha han estado en la Iglesia. Christian se quedó como monaguillo y hace dos años comenzó con la inquietud de ser ceremoniero”.
Los nietos de Manuelita continuaron con sus estudios y fortalecidos por su servicio en la parroquia, al concluir la secundaria Christian le externó su deseo de ser seminarista.
“Me sorprendí por lo que me dijo. Es un llamado de Dios y le dije que lo apoyaría”.
Christian vivió su preseminario del 15 al 25 de julio lo que llenó a Manuelita de alegría después de haber vivido años de temor y zozobra.
“Mi hijo tiene mucho valor para tomar esa decisión tan fuerte de responderle a Dios. Tengo la esperanza de que, con este llamado, pueda más fácil perdonar y olvidar.”.
La abuela se dijo orgullosa de haber criado a sus nietos por quienes tuvo que pedir ayuda de despensas y becas para sacarlos adelante.
“Me hice mamá nuevamente de la noche a la mañana Me siento orgullosa porque no son groseros y a pesar de lo que vivieron ellos recuerdan a su mamá como era en vida, no la manera en que la vieron morir. Agradezco a todos los sacerdotes que nos han ayudado con sus consejos en los momentos más difíciles”, finalizó.
Indulgencia plenaria
Por día de los abuelos
La Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede, “concede benignamente del tesoro celestial de la Iglesia la Indulgencia Plenaria, en las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión Eucarística y oración según las intenciones del Sumo Pontífice), a los abuelos, a los mayores y a todos los fieles que, movidos por un verdadero espíritu de penitencia y caridad, participen el 25 de julio de 2021, en la Primera Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores”.
Esto ya sea en la solemne celebración que presidirá el Santo Padre Francisco en la Basílica Papal del Vaticano o en los diversos actos que se realizarán en todo el mundo, que también podrán aplicarlo como sufragio por las almas del Purgatorio.
El Decreto concede también ese mismo día la Indulgencia Plenaria a los fieles que dedicarán un tiempo adecuado a visitar real o virtualmente a sus hermanos mayores necesitados o en dificultad (como enfermos, abandonados, discapacitados y similares). La Indulgencia Plenaria puede concederse también a los mayores enfermos y a todos aquellos que no pueden salir de casa por un motivo grave, siempre que se abstengan de todo pecado y tengan la intención de cumplir las tres condiciones habituales lo antes posible, se unirán espiritualmente a los actos sagrados de la Jornada Mundial, ofreciendo al Dios Misericordioso sus oraciones, dolores o sufrimientos de su vida, sobre todo, mientras las palabras del Sumo Pontífice y las celebraciones se transmiten por televisión y radio, pero también a través de los nuevos medios de comunicación social.
Con este motivo, la Penitenciaría apostólica también pidió a los sacerdotes que se pongan a disposición, con espíritu dispuesto y generoso, para la celebración de la Penitencia.