Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con cariño y gran afecto, que todos gocemos de salud y bienestar en Cristo, el Señor.
Por una parte iniciamos el último mes del año civil, diciembre, con todo lo que significa, todo lo festivo y lo litúrgico. Por la otra, iniciamos el primer domingo de Adviento.
El Evangelio de san Lucas comienza fuerte, diciendo “habrá señales prodigiosas, el sol, la luna y en las estrellas”. Hoy estamos viendo muchas señales, muchos signos, señales que Dios nos envía, físicas, pero otro tipo de señales, mensajes que el Señor nos envía.
Dice san Lucas, “se llenarán de angustia y de miedo”, de preocupación, de preguntarnos qué está pasando, qué está sucediendo, qué nos depara el futuro.
Luego viene algo muy hermoso: “verán venir al Hijo del hombre, con gran poder y majestad”, como un anuncio, a Cristo el hijo de Dios, una doble perspectiva. Hoy viene, su venida está cerca, al final esa venida definitiva que un día sucederá, en esa doble dimensión. Que de verdad abramos nuestro entendimiento, nuestro corazón, nuestra fe, para ver venir hoy cada día durante este Adviento, prepararnos para ver venir a abrazar al hijo del hombre.
Dos recomendaciones nos hace san Lucas. La primera: estén alertas. A veces estamos distraídos en otras cosas y no a la venida del Señor. Sabemos que este tiempo de diciembre, las compras, andamos corriendo. Nos preocupan tantas cosas materiales, bellas, pero lo más importante lo dejamos al final: preparar nuestro corazón para encontrarnos con Dios que nace en esta Navidad; por eso estar alertas espiritualmente, en la fe, para percibir esos signos, esas señales que el Señor nos va revelando.
Y dice, estar alertas para que los vicios, la embriaguez del mundo, el glamour de las compras y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y su corazón. Estar alertas a que estas situaciones del mundo no nos desvíen del verdadero sentido del Adviento hacia la Navidad.
Segunda recomendación: velen y hagan oración. Velar y orar con la lámpara encendida, confesarme, orar, mi eucaristía, hacer hora santa, oración. Este mes de ajetreo, de correr, que no nos atrape el mundo. Dejemos tiempo para orar, meditar continuamente.
Que todos los signos del Adviento, la corona, las horas santas, el nacimiento, que todo nos ayude continuamente para que podamos escapar de esa embriaguez, de ese ajetreo del mundo y nos concentremos desde el corazón, la mente, a prepararnos en estos cuatro domingos de Adviento a la Navidad.
El Señor viene, verán venir al Hijo del hombre, que nacerá niño bebé, viene a salvarnos.
Muy profundo el texto de san Lucas, por eso el profeta Jeremías dice: “se acercan los días en que cumpliré la promesa”, yo haré nacer del tronco de David un vástago santo; ya el profeta Jeremías lo anunció, nació el hijo de Dios, Navidad, de María la Virgen por obra Espíritu Santo, lo escucharemos, haré nacer un vástago santo para que el mundo, la humanidad, para que tú y yo estemos a salvo.
Por eso san Pablo en la segunda lectura a Tesalonicenses nos dice: el Señor nos llene y nos haga rebosar de un amor mutuo. Más allá de regalos y convivio, lo fundamental es el amor a Dios, al prójimo, el amor mutuo que debe estar en todos nosotros.
Por eso le rogamos a Dios, dice San Pablo, en nombre de Jesús para que vivan como conviene, en el sentido espiritual, en la fe, estemos muy atentos de todo este tiempo. Por eso con el salmo pedimos, ”descúbrenos, Señor, tus caminos”.
Iniciamos el Adviento, serán cuatro domingos intensos, muy hermosos, guíanos con la verdad de tu palabra, con quienes aguardan tu palabra, Dios es siempre leal y bondadoso.
Pedimos desde la oración colecta, Dios concede a tus fieles, a ti y a mí, a todos, el deseo de salir al encuentro del Señor. ¿Cómo ir al encuentro? Mediante las prácticas de las buenas obras, son los mejores adornos, las mejores esferas, los mejores arbolitos. Las buenas obras, ese es el mejor adorno que nos puede preparar para el encuentro del Señor, que viene a salvarnos en esta Navidad.
Por eso la antífona clamamos a ti, Señor, levanto mi alma, Dios mío, en ti confío, Señor.
Tendremos fiestas en este tiempo muy importantes, San Juan, la Virgen María, que iremos reflexionando domingo a domingo.
Otro signo la corona: que oren, que orar esté en un lugar significativo, y hagamos oración en familia. El Señor los cuide y los proteja siempre. Con todo mi cariño los abrazo y les doy mi bendición.