El tercer capítulo del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia se refiere a la persona humana y su dignidad. Padre Iván Flores nos ayuda a entender el tema..
Diana Adriano
Durante esta serie sobre la Doctrina Social de la Iglesia, hemos visto cómo la Iglesia busca promover la transformación de la realidad en una sociedad más justa, solidaria y fraterna.
Entre sus capítulos, el compendio dedica un lugar especial a la persona humana, como ser inteligente y libre, sujeto de derechos y deberes. La persona humana como ‘Imago Dei’ (imagen de Dios).
Para profundizar en este capítulo, el presbítero Jesús Iván Flores, vicario de San Pedro de Jesús Maldonado, quien cuenta con un diplomado en Pensamiento Social Cristiano, compartió con Periódico Presencia cómo el reconocimiento de la dignidad humana hace posible el crecimiento común y personal de todos.
Principio fundamental de la DSI
El sacerdote explicó que últimamente se ha desvalorizado el rol de la persona en la sociedad, y se podría decir que se ha caído en una especie de individualismo colectivo. Atribuyó esto a que se ha malentendido qué es la persona, y cómo ésta interviene en los diferentes ámbitos sociales. Por lo cual creyó necesario recordar el concepto de persona, y así poder entender mejor su relación con la sociedad.
“La persona es un ser diferente a todos los demás seres creados, es algo que se debe tener claro. Es verdad que toda la naturaleza es importante y debemos de cuidarla, pero nunca se puede poner por encima de la dignidad humana. La persona humana es el único ser social… Es un ser compuesto de inteligencia, libertad, conciencia y voluntad, lo que lo hace distinto de cualquier otro ser de la creación”, dijo.
A esto se le suma su origen divino, pues fue creado a imagen y semejanza de Dios, y el hecho de que el mismo Dios quisiera encarnarse eleva todavía más la dignidad de la persona”, explicó el presbítero.
Añadió que es el encuentro con el otro, lo que forma la sociedad. “Un encuentro que es necesario para que podamos cumplir con nuestro objetivo, pues Dios no ha puesto esta capacidad de encuentro para que permanezcamos en un individualismo, sino para que podamos relacionarnos y así alcanzar la plenitud de vida que Dios nos invita a vivir”.
Pero en este encuentro, recalcó, es también importante la forma en que nos relacionamos, pues debe de cuidarse siempre el respeto a la dignidad de la persona.
“Las injusticias sociales, las guerras, las invasiones, y tantas otras cosas que vemos hoy en día, no son un verdadero encuentro, son todo lo contrario, pues destruyen la dignidad de la persona”, dijo el padre Iván.
Valor de la persona humana
Por otra parte, el sacerdote expuso cómo en ocasiones se juzga a ciertas personas por tener una cultura diferente, y se llega a pensar que valen menos. O a veces, por el simple hecho de que algunos tienen más poder y dinero, piensan que valen más, por lo cual no les importa aprovecharse de otros.
“Es importante recordar que todas las personas, por el simple hecho de ser persona, valen lo mismo, y nunca será justo rebajar la dignidad de alguien solo por pensar de un modo diferente, o por cuestión económica. Todos tenemos los mismos derechos”, reflexionó el padre.
Estos derechos, mencionó, han sido reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de 1948. “En ellos se protege la dignidad de la persona y tienen como objetivo respetarla y buscar siempre el bien común para todos los pueblos”, dijo.
Asimismo, señaló que la Iglesia comparte esta forma de pensar, pues reconoce en estos derechos una ayuda para proteger a la persona y para la construcción del Reino de Dios, para una sociedad justa que promueva siempre a la persona.
“Si en mis relaciones con los demás se respetan los derechos humanos, entonces hay un verdadero encuentro que permite alcanzar la plenitud de vida: al vivir el encuentro, la persona está cumpliendo con aquello para lo que fue creada: el encuentro con Dios y con los otros”, planteó el sacerdote.
Bioética y persona humana
Otro aspecto contenido en este capítulo de la doctrina social de la Iglesia es lo relativo a la Bioética.
El entrevistado dijo que hoy en día la persona se ve afectada por diferentes cosas, una de ellas es a causa de avances en la ciencia y la medicina, “con los cuales no estamos peleados, pero algunas veces llegan a dañar la dignidad de la persona”, aclaró.
Es en este sentido que en este campo surge lo que se llama bioética, la cual quiere dar una respuesta sólida y fundamentada a todos los problemas derivados de los progresos científicos y biológicos. La bioética estudia “la moralidad de la conducta humana en el campo de la vida y de la medicina en particular.”
“Algunos de los temas más comunes tratados por la bioética son el aborto, la fecundación in vitro, y otras técnicas similares, la eutanasia y el suicidio asistido, entre otras”, aunque consideró complicado hacer una valoración de cada una de estas prácticas en este espacio.
Pero sí aclaró que en muchas de ellas, desde su planteamiento se daña la dignidad humana, por lo que la Iglesia no promueve (o desaprueba) tales prácticas.
“Hay que recordar que la dignidad humana la tienen todas las personas, en cualquier etapa de la vida humana, no importa que algunas de sus capacidades aún no estén desarrolladas, o que algunas se encuentren limitadas, la dignidad siempre está ahí, por lo que debemos luchar para que se respete siempre y en todo momento”, explicó.
Dijo que un principio clave en la bioética dice que “no todo lo técnicamente posible es moralmente admisible”.
“La ciencia ha permitido hoy hacer mucho, pero eso no quiere decir que tengamos derecho a ello. Debemos reconocer que nuestra libertad tiene un límite.
Las tantas posibilidades que existen el día de hoy, han hecho creer que uno puede tener todo lo que quiere y de la forma que lo quiere, pero la verdad es que la vida se trata constantemente de renuncias y de aceptar aquello que no está en nuestras manos”.
“Aunque técnicamente podamos conseguirlo, probablemente se esté afectando la dignidad de un ser humano para lograrlo, y el ser humano nunca debe de considerarse como un medio para el beneficio de alguien más”, expresó el entrevistado.
Trabajar en unidad
Para concluir, el padre Iván aclaró que la Iglesia se alegra con los avances médicos que ayudan a las personas a tener una mejor calidad de vida y de que existan técnicas nuevas para usos terapéuticos, pero no está de acuerdo con el deseo de algunos de querer manipular la vida humana, pues eso sería jugar con la dignidad de la persona, “lo que nos convierte en todo, menos en una sociedad justa”.
“Al igual que la Iglesia, la ciencia está también al servicio de la persona, por eso es importante que busquen trabajar juntas para poder construir una mejor sociedad. Ambas deben de recordar su finalidad y poner nuevamente en el centro a la persona, pues es ella quien hace posible la sociedad”, concluyó el padre Iván.