Diana Adriano/ Ana María Ibarra
Con emotivas palabras, sacerdotes, religiosas y laicos de la Diócesis de Ciudad Juárez recordaron al obispo emérito don Renato Ascencio León, quien fue llamado a la Casa del Padre el pasado lunes 27 de junio.
Hombre visionario
“Una de sus grandes cualidades como ser humano y como pastor, es que era un hombre visionario, un hombre que venía mucho más lejos que el común que los mortales vemos.
Cuando llegó a Ciudad Juárez, yo por bendición de Dios llegué a colaborar en la diócesis al año siguiente. Una de las cosas que me llamaba mucho la atención es que desde el principio empezó a enviar sacerdotes y seminaristas a estudiar y especializarse a Roma, y fue así que poco a poco fue teniendo un grupo de sacerdotes especializados en las diversas áreas de la pastoral, para poder tener un trabajo de conjunto pastoral y administrativo que pudiera hacer crecer a la diócesis”.
Así lo recordó la hermana Elva Álvarez, Oblata de Santa Marta, quien fue su asistente durante dos períodos en la diócesis local.
“Don Renato llegó a tener esa visión muy clara, y pudo empezar la construcción de lo que es el área de Teología del Seminario Mayor. De modo que, a la par que se construía el edificio físico, se construía también el claustro de profesores que impartirían las diferentes cátedras que se llegan a necesitar para que los seminaristas tengan una formación completa, sólida y puedan servir mejor a la Iglesia”, agregó.
Recordó la gran empatía con los niños que tenía el tercer obispo de Ciudad Juárez.
“Me viene un recuerdo de hace muchos años en lo que era la capilla de San Sebastián. Fuimos por la fiesta patronal y después de la Santa Misa pasamos a un saloncito, allí estuvimos don Renato, el padre encargado, los servidores y los monaguillos muy atentos a la reunión. Cuando de repente se asoma por la puerta un niño, y le llama a uno de los monaguillos, tenía como 6 o 7 años, y le dice que le hablaba su mamá. El monaguillo se pone de pie, muy serio, y nos empieza a recorrer a todos y de pronto se acerca con don Renato y le dice ‘oye, voy a ir a mi casa. Me cuidas mi silla’, y don Renato con mucha ternura le dice ‘si, yo te cuido tu silla’. Cuando ya íbamos a casa, íbamos compartiendo lo que habíamos vivido con el niño y le decíamos a don Renato que el niño solo sintió confianza con él. Yo le bromeaba y le decía que quizá el niño pensó: ‘si el papa le confió una diócesis, pues yo le puedo confiar mi silla’”.
“Dios me dio el gran regalo de compartir muchos años de mi vida para descubrir el gran ser humano, pero sobre todo el gran padre, pastor y guía que era don Renato, y en especial para mí, mi gran amigo”, finalizó la hermana Elva.
Padre paciente y sabio
El padre Jorge Iglesias, párroco de Dios Padre, recuerda con enorme cariño y gratitud a don Renato, además de una gran admiración.
“De corazón siempre le estaré profundamente agradecido, porque por la gracia de Dios y la imposición de sus manos recibí la ordenación sacerdotal, y ahora soy sacerdote para siempre. Por este y muchos motivos más, le estaré siempre agradecido, sobre todo porque mi proceso vocacional no fue tan fácil y cada vez que me acerqué a él, fue para mí un padre y un pastor. Desde que terminé primero de Teología tuve un acercamiento con él y tuve la gran oportunidad de comentarle mi historia, me conoció completamente, conoció mis virtudes y defectos y en ningún momento me sentí juzgado, sino que siempre me sentí animado.
Experimenté que delante de mí estaba un padre que comprendía, sabía discernir y ser determinante con lo que me decía, pero también con sabiduría y un toque de ternura siempre me dio la oportunidad de seguir y avanzar en mi proceso vocacional”, reconoció.
Dijo que Don Renato fue como un padre para él, pues siempre le tendió la mano en los momentos difíciles.
“Siempre experimenté su presencia y su afecto. En 4to de teología lo acompañe en visitas pastorales como secretario, tuve la oportunidad de platicar anécdotas, esas experiencias me marcaron, pues fue una persona muy sencilla en el trato.
Después aquí en la parroquia de Dios Padre, siempre confiando en mí y en el Señor. Tenía una confianza absoluta en sus sacerdotes. Nos ha marcado positivamente a todos”
Amigo cercano y respetable
“Yo creo que a todos los sacerdotes nos marca de manera especial el obispo que nos confirió el orden sacerdotal. En mi caso fue don Renato. En realidad fue el obispo que me confirmó, el que me acompañó en todo mi proceso en el Seminario y me ordenó, y con el que tuve la oportunidad de tener una cercanía grande que se hizo amistad personal”, dijo el padre Juan Carlos López, hoy párroco de San Felipe de Jesús, director de Radio Guadalupana y vocero de la diócesis.
“Me tocó convivir estrechamente con él y conocerlo no solamente como sacerdote y obispo, sino como persona. Tengo muy buenos recuerdos, por ejemplo, homilías que me iluminaron mucho, su compartir el día a día, siempre fue muy grato. Me permitió conocer la vida de la Iglesia de Ciudad Juárez al acompañarlo a muchas iglesias, y siempre sentí un respeto y admiración muy grande por él, y le agradezco su cercanía.
Estoy triste pero siempre con la esperanza de la resurrección y la vida eterna, del cielo para don Renato. Gracias a Dios, el Señor le concede el descanso de sus fatigas y el premio de sus esfuerzos, ya que creemos en un Dios misericordioso que le premia sus esfuerzos como sacerdote y como obispo”
Muy cercano a la gente
La hermana Julia Avila, misionera de María Dolorosa conoció a don Renato cuando fue obispo de Ciudad Madera.
“Algo que le caracterizó fue que era muy cercano a la gente y eso hizo que lo quisieran mucho. Después de un año y ya con una fuerte amistad, me envían a Perú y continuo en comunicación con él por medio de cartas. Recuerdo que yo le contaba la realidad que había en Perú, pues era tiempo de guerra y disturbios”.
Tiempo después a la hermana Julia la nombraron superiora de la congregación en Ciudad Juárez, y le tocó trabajar y convivir con don Renato ya como obispo de Ciudad Juárez.
“Fue una alegría inmensa ver de nuevo a mi querido amigo. En ese tiempo se mostró siempre muy atento a la congregación, y a todos nuestros eventos, compartía con las religiosas y nos ayudaba en todo. Sin duda hay que agradecerle a Dios por la vida de don Renato, así como su presencia y acogida que siempre tuvo para nuestra congregación.
Nos deja un gran testimonio de vida, aun en la enfermedad nos enseñó el don de la lucha, la paciencia, la fe y como en momentos difíciles siempre debemos tener la confianza puesta en Dios”.
Le aprendí la cercanía
Monseñor Mariano Mosqueda recuerda que gracias a la iniciativa don Renato, el papa Juan Pablo II le otorgó el monseñorato.
“Recuerdo el día que llamó y me dijo que el papa me había elegido y aceptado como Monseñor. De tal manera que yo le agradezco ese gesto que tuvo conmigo, porque tengo entendido que el obispo es el que hace la petición al papa, de tal manera que tengo mucha gratitud y aprecio”, dijo.
“Don Renato me deja un buen testimonio de servicio, siempre muy atento y entregado a los servicios que yo le solicite en su ministerio. Siempre que lo traté, me enseñó la importancia de la sencillez y humildad, y me transmitía esos deseos de servir”.
“También le aprendí la cercanía, pues siempre se mostró cercano con sus ovejas y preocupado por las cosas de la diócesis. Hizo proyectos muy hermosos como Radio Guadalupana, eso demostraba su preocupación por difundir la palabra de Dios a todos los rincones de la diócesis.”
Mejoró el servicio de la diócesis
Monseñor Isidro Payán también recibió el monseñorato gracias al obispo Ascencio León, quien, según él mismo destaca, siempre se sintió muy responsable y muy gozoso de nombrar a sus sacerdotes de Ciudad Juárez. “Mis sacerdotes” -decía-.
“Se preocupaba mucho de la fama de sus sacerdotes, primero por el don sacerdotal y por parte del servicio que prestaban a los fieles, eso a mí me llamó mucho la atención. Ahora tengo un sentimiento de mucho agradecimiento porque pidió al santo padre el nombramiento de varios sacerdotes para ser parte de la familia pontificia. No teníamos en la diócesis, monseñores, y el señor obispo solicitó estos nombramientos, y yo fui uno de los elegidos. Agradezco mucho esta dignación. Esperamos seguir con el legado que nos deja”, dijo Monseñor Payán.
Quiso destacar también la intervención de don Renato en la diócesis para el mejoramiento del desarrollo de los fieles.
“Organizó de maneras más eficaces los aspectos de la curia diocesana y los servicios de parte de las oficinas del obispado. Es bueno aseverar que puso a trabajar a algunas personas de tiempo completo en las oficinas diocesanas, como por ejemplo, en el diezmo, en el aspecto de la difusión. Todos estos elementos hicieron más sensible la presencia de la diócesis como instrumento de servicio”, reconoció.