- Comenzaron a ofrecer su rezo por las almas del purgatorio
Diana Laura Adriano
Luis Enrique Olvera es un joven servidor de la capilla Santos Apóstoles Felipe y Santiago, que junto con su familia, en esta pandemia descubrió la piadosa devoción de los Cien Réquiem, que se reza por las almas del purgatorio.
«Mi familia es muy unida a la Iglesia, y ahora tenemos la oportunidad de crecer más en la fe. Esta situación nos ha permitido unirnos en oración por las almas del purgatorio», dijo en entrevista con Presencia.
«Descubrimos la devoción de los Cien Réquiem, y al saber que con este ofrecimiento desinteresado uno puede ayudar a las benditas almas del purgatorio, no lo hemos dejado de rezar durante la pandemia», explicó.
Para Enrique y su familia, en momentos de dificultad como el que vive actualmente el mundo se deben identificar fortalezas y debilidades, para poderlas transformar en posibilidades de crecimiento espiritual.
Ellos pensaron en la utilidad de rezar por estas almas, debido a las muchas muertes que se están registrando de personas que quizá no tuvieron oportunidad de una Confesión o Comunión.
«La situación es difícil pero si nuestra fe no está puesta en Dios, entonces algo estamos haciendo mal. Esta pandemia me ha ayudado a profundizar en mí mismo y tener ese encuentro con Cristo en la intimidad de mi habitación», finalizó Enrique.
Cómo practicar la devoción de las Cien Réquiem
Para hacer este ejercicio, cada uno puede servirse de un rosario común de cinco decenas, recorriéndolo dos veces para formar las diez decenas, o sea la centena de Réquiem.
1.Se empieza rezando un Padrenuestro y después una decena de Réquiem en esta forma:
Dales, Señor, el eterno descanso y haz brillar sobre ellas tu eterna luz.
- En cada cuenta grande se dirá la jaculatoria y ofrenda siguientes:
Jaculatoria
Almas santas, almas purgantes, rueguen a Dios por nosotros, que nosotros rogaremos por ustedes para que Él les de la gloria del paraíso.
Ofrenda
Padre eterno, te ofrecemos la Sangre, Pasión y Muerte de Jesucristo, los dolores de la Santísima Virgen y los de San José, por la remisión de nuestros pecados, la libertad de las almas del Purgatorio y la conversión de los pecadores.
- A continuación, se rezan la segunda y demás decenas de Réquiem sobre las cuentas pequeñas, repitiendo la jaculatoria y la ofrenda sobre cada cuenta grande. Acabadas las diez decenas, o sea la centena de Réquiem, se rezará la siguiente oración:
De Profundis
Salmo CXXIX de David
Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.
Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.
¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?
Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.
Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.
¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.
Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.
Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.
- Encomendémonos ahora a las almas del Purgatorio y digamos:
¡Almas benditas! nosotros hemos rogado por vosotros que sois tan amadas de Dios y estáis seguras de no poderlo más perder: rogadle por nosotros miserables que estamos en peligro de condenarnos para siempre.
¡Dulce Jesús, dad descanso eterno a las benditas almas del Purgatorio!