Que cada bautizado esté disponible para la Misión, es el deseo del Papa Francisco y su intención de oración para el mes de octubre… Aquí algunas reflexiones sobre cómo lograrlo…
Ana María Ibarra
En este mes de octubre en que se lleva a cabo la Jornada Mundial de las Misiones, el Papa Francisco ha pedido rezar por los discípulos misioneros y para que cada bautizado participe en la evangelización y esté disponible para la misión a través de su testimonio de vida.
Ante esta intención, el padre Jorge Pablo Lozano, responsable de la Dimensión de Evangelización y Catequesis, habló sobre los retos y dio algunos consejos para retornar a la misión después de este tiempo de pandemia.
Realidad samaritana
El padre Jorge Pablo expuso que después de que la pandemia obligara a detener toda actividad evangelizadora y misionera de parte de la Iglesia Diocesana, los retos que enfrenta la evangelización son los mismos que ha enfrentado la Iglesia siempre, desde que se enfrentó a una realidad cultural, a una historia concreta en el tiempo.
“El reto es cómo presentar al cristiano que sufre, que tiene miedo, que tiene angustia, que tiene dolor, la necesidad de creer en Jesucristo… la fe en Jesucristo”.
En ese sentido, dijo, la Iglesia puede responder desde una realidad samaritana.
“Esto en el sentido de conocer la vida que está viviendo la persona, pero a su vez acercándose a tocar estas realidades que le están afectando propiamente la salud, el miedo a morir, pero también desde la compasión. Como Iglesia estamos llamados a identificarnos, a estar al lado, a la cercanía de los hermanos que viven esta realidad que estamos padeciendo”.
Como Iglesia Diocesana, el padre Jorge Pablo dijo estar consciente de que hay muchos servidores que están haciendo su obra, que es presentar el rostro de Cristo a través de obras de caridad, manifestando así que Dios los ama.
“Así es como podemos responder al llamado que Dios nos pide: vayan a predicar, a hacer vida lo que yo les he enseñado”, citó.
Todos somos discípulos
El sacerdote recordó que es en el documento de Aparecida donde se menciona el ser del “discípulo misionero”, término que surgió de la reflexión de los obispos, entre ellos el ahora Papa Francisco.
“Como bautizados, todos somos discípulos, dice Aparecida, y como discípulos estamos siguiendo a Jesús, aprendiendo de Él, siendo confrontados por sus enseñanzas como cita el evangelio de Marcos sobre la formación de los discípulos”.
A su vez, añadió, Jesús envía a todos los bautizados.
“El lema de esta Jornada Mundial de las Misiones nos dice: vayan y compartan lo que han oído y aprendido. El Señor nos enseña muchísimo, lo consideramos maestro, pero también nos envía como a sus discípulos”.
Así pues, agregó, en esa vivencia con Jesucristo, tanto en el discipulado como en el ser misionero hay un mensaje que el cristiano debe proclamar siempre.
“El anuncio del kerigma es eso: Dios nos ama, nuestro pecado no nos permite experimentar ese amor de Dios, pero Jesús viene a redimirnos, él es la solución de nuestros problemas”.
Kerigma en la pandemia
Si bien, el kerigma debe anunciarse siempre, el sacerdote puntualizó que en este tiempo de pandemia Jesús lo exige un poco más para aquel que se siente solo, que siente miedo, que está con la experiencia de haber sido contagiado y aquellos que perdieron a sus seres queridos.
“Hay que anunciar que el Señor es el único que puede salvar de las angustias y temores, porque es misericordioso y nos ama”.
Reavivar la fe, en la parroquia
Dado que todo bautizado está llamado a ser misionero, es valioso para Iglesia cada servidor que anuncia el kerigma en su parroquia.
“Bendito sea Dios, estoy seguro que en cada parroquia siempre se buscan promover los retiros de evangelización, que al final de cuentas es un retiro kerigmatico, no solamente para los que están cerca sino para quienes se están olvidando de que Jesús está en sus vidas”.
El trabajo en las parroquias que organizan e invitan a sus feligreses a los retiros de evangelización es, según dijo el coordinador de la dimensión, un reavivar la fe tanto para aquellos que ya están en el camino de Dios, como para quienes no lo están.
“Es una búsqueda del sentido de Dios en nuestras vidas. Muchos servidores hacen el anuncio del kerigma, otros, en un dialogo fraterno, cuando aconsejan, cuando ayudan, o dan alguna información, desde ahí están evangelizando a la gente, transmitiendo la presencia del Dios que los ama y de su Iglesia”.
Y agregó: “Desde siempre la Iglesia tiene esa misión: evangelizar, llevar el mensaje de muchas maneras”.
Por parte de la dimensión que encabeza, el sacerdote dijo que están trabajando en los decanatos, reuniendo a los catequistas y ofreciéndoles retiros kerigmáticos.
“Hubo una respuesta muy bella. Los hemos hecho presencial y algunos virtual”.
Algunos consejos para retomar nuestra misión
Haciendo eco de las palabras del Papa Francisco, el padre Jorge Pablo resaltó que la misión es parte de un encuentro con Cristo vivo.
“Al hablar de que la misión no es proselitismo, (el papa) se refiere a no querer que crezca la Iglesia en número de hermanos, que era la preocupación de siglos atrás, ahora va más hacia la búsqueda de estar en camino, caminar con el hermano e ir transmitiendo el mensaje, como lo hizo Jesús con el hombre rico y con los discípulos de Emaús”.
El sacerdote enumeró algunos consejos para que todo bautizado retome su ser discípulo misionero tras la pandemia.
“Lo primero es acercarse a la Iglesia en el encuentro con el hermano, porque será desde ahí como vamos a transmitirle la fe. Dice el papá en su reflexión que debemos dar testimonio de vida, que los demás puedan sentir que quien está a su lado es una persona que ha experimentado a Cristo y lo contagia”.
En ese sentido, dijo, para compartir y contagiar la experiencia de Cristo se debe ser un cristiano lleno de alegría y compartir con el otro.
“Es hacerme uno con el otro, sufrir con él, estar a su lado para escucharlo, si se siente solo, hacerle compañía; si tiene dolor, orar con él. En esas acciones concretas manifestarles la vida del Señor Jesús”.
El respeto es otro consejo que señaló el padre Jorge Pablo, es decir, dar respuesta a todo el que pide razón de su fe con dulzura, respeto y confianza. “Respeto es también escuchar, atender lo que me digan”.
“También la recta conciencia de lo que se anuncia. Es esto lo que necesitamos para ser verdaderos discípulos misioneros”, finalizó.