Al iniciarse el Mes de la Biblia compartimos el testimonio de Berthita, cuya vida cambió radicalmente gracias a que conoció a Dios y a que convirtió a la Biblia en su definitiva y única guía de vida.
Ana María Ibarra
Por una casualidad, Bertha Ontiveros Campos conoció a Dios, pues siendo niña nunca la acercaron a la Iglesia. Esa casualidad la llevó a escuchar por primera vez la Palabra escrita en la Biblia. Ahora, a cinco años de distancia, Bertha trae siempre consigo una Biblia, que ha sido para ella su guía de vida y la ha llevado a hacer cambios importantes en su manera pensar y actuar.
De corazón endurecido
Bertha es originaria de Torreón, Coahuila. En su seno familiar nunca escuchó hablar de Dios, muchos menos tuvieron a su alcance una Biblia.
“Vivía en una ignorancia, creyendo que el poder era mío y todo lo que hiciera sería lo que obtendría en la vida. Nunca me hablaron de Dios”, compartió Bertha.
Ella creció, se casó y formó su familia en Ciudad Juárez movida siempre por sus propios intereses humanos, dedicada al comercio y criando a sus hijos con dureza.
“Cometí el mismo error que mis padres de no inducir a mis hijos a un encuentro con Dios. Solo las llevé a bautizar y ellas solas fueron a confirmaciones y recibieron el sacramento, pero no me di cuenta hasta ahora que ya son adultas”, relató.
Bertha reconoció tal dureza en su persona, que hasta llegó a compararse con Hitler.
“Crie a mis hijas con miedo, no con amor, aunque quería todo lo mejor para ellas. Pasaban sus dificultades y alegrías y no eran de mi conocimiento porque sabían de mi corazón tan duro. Nunca les decía que las quiero o que se veían bonitas para que no se creyeran. Era egoísta”, lamentó la entrevistada.
Bertha reconoció que en un momento de aburrimiento salió con una de sus nietas a caminar y sin proponérselo llegó a la parroquia Dios Padre, donde escuchó música.
“Entramos por curiosidad. Platicando con mi nieta que aquel entonces tenía nueve años, coincidimos que nuestros corazones comenzaron a sentir algo distinto, maravilloso. El padre invitó a otras actividades para los siguientes días y fuimos”, recordó Bertha.
Llegó a un mundo desconocido
Así fue como Bertha y su nieta entraron a “un mundo desconocido”, como ella lo nombra. Asambleas, casas de oración y finalmente acudieron a un retiro de evangelización, de los que ofrece la parroquia como parte de su labor misionera y evangelizadora.
“Veía que leían la Biblia, en ese entonces yo ni la conocía. Solo escuchaba. En el retiro cuando nos preguntaron que dónde teníamos a Dios, me di cuenta que lo tenía muy lejos, pero con ese tema algo en mi corazón cambió”, recordó aún entusiasmada.
Después de ese retiro y de escuchar que había un Dios que la amaba, Bertha se integró a una pequeña comunidad, donde comenzó a leer y conocer la Biblia.
Meses después la dejaron a cargo de esa comunidad, en medio de su propio desconcierto.
“Dios puso su mirada en mí y a raíz de ahí comencé a leer la Biblia, aunque no sabía hacerlo. Le preguntaba a Dios qué les iba a enseñar. Dios me habló por medio de Jeremías: Yo te voy a ir guiando. Y solo pude decirle: pues guíame”, señaló.
Aprendiz incansable
Aunque al principio Bertha encontró términos y palabras que desconocía, poco a poco fue buscando la manera de aprender a leer el Libro Sagrado. Y cuando el párroco de su comunidad, el padre Jorge Iglesias, tuvo a bien iniciar en la parroquia una Escuela Bíblica Teológica, Bertha no lo pensó dos veces y se inscribió.
“Los tiempos de Dios son perfectos. Si no hubiera descubierto a Dios y su palabra, estaría sola, culpando a mis hijos de malagradecidos sin reconocer que fueron mis actos que los alejaron de mí. Ahora mis hijas están conmigo, ya no me ven con miedo, sino con amor”, compartió.
Guiada y animada por la Palabra
Poco a poco, la lectura constante de la Biblia ha llevado a Bertha a una reflexión profunda, descubriendo sus errores y la manera de evitarlos, aunque reconoce que sigue cayendo, pero Dios le da el impulso a través de su Palabra de levantarse y seguir corrigiendo.
“Me ha hecho reflexionar y concientizar dónde estoy mal, qué tengo que hacer, dónde seguir doblegando mi corazón, humilde, sin juzgar ni señalar, sino ayudando a las personas. Este Libro me ha llevado a una vida nueva”, expresó tomando la Biblia en sus manos.
Pero leer y estudiar la Biblia no solo ha sido de beneficio para Bertha en su vida personal y familiar, sino que ha sido una herramienta para dar consuelo y consejo a quien se acerque a ella.
“Dios nos habla para ser sus discípulos, sus profetas, para ir transformando corazones de personas como yo, que no me enseñaron nada de Dios ni de religión. Debemos de conocer lo que Dios nos dice en su Palabra. Nos dejó al Paráclito, al Espíritu Santo para irnos guiando y comprender su Palabra”, sentenció.
Sedienta de Dios
De tanta hambre y sed de conocimiento que Bertha experimenta, pasa horas leyendo y meditando la Palabra de Dios, incluso algunas veces pasó noches sin dormir.
“Ahora aprovecho a leer en el día porque ya de noche se me mueven las letras. Se me van las horas. Me emociono, me da alegría, a veces siento tristeza por mis equivocaciones, pero Dios me corrige con su Palabra. Él me da la respuesta para cada situación de mi vida. Mi conversión se la pido día a día mientras leo su Palabra”, dijo.
Para no separarse de su Biblia o por su la olvida en algún lugar, Bertha tiene cuatro Biblias, una en cada habitación de su casa y otra en casa de su hija ya que desde hace algunos meses pasa tiempo con ella y sus nietos.
“Estoy muy agradecida con mi Dios porque mis hijas han llevado a sus hijos a los sacramentos y van a la iglesia. Los problemas se resuelven y se enfrentan conociendo su Palabra. Él sabe lo que necesitamos. Él nos conoce desde antes del vientre de nuestra madre, nos lo dice en Isaías 49,15”, citó.
Bertha aseguró que en la Palabra de Dios se encuentran psicólogos, tanatólogos, las guías necesarias, pues es una Palabra viva y eficaz.
“Es muy hermoso tener este Libro en nuestra casa y compartirlo con nuestra familia. Cuando mis hijas tienen un problema les doy un Salmo o una cita con el fin de que ellas mismas reciban la Palabra de Dios, porque como madre podré darles una palabra que puede ser equivocada, pero Dios no se equivoca”, compartió.
En frase…
“Los niños, los jóvenes, las mamás, están ahora metidos en el celular. Podemos dejarlo un momento para leer la Biblia. Dénse su tiempo para leer un capítulo, verán que se enamorarán y no podrán dejar de leer”.