Ana María Ibarra
Criada por sus abuelos, Juana Elizabeth Perea recibió de ellos educación cristiana y un gran amor a la Santísima Virgen. De manera especial, su abuelo fue quien le heredó la devoción a la Guadalupana.
Milagro en la enfermedad
Invitada la primera vez por un maestro de su nieta, el profesor Fernando Álvarez,
hace 20 años Juanita inició a participar en la peregrinación diocesana guadalupana
con ese amor y esa devoción heredadas.
Y hace cinco años recibió la intercesión de la Virgen de Guadalupe en un problema grave de salud.
“Era el cumpleaños de mi nieto y lo invitamos a comer a un restaurante. En ese momento no me dolía nada, pero cuando intenté tomar el té no pude pasarlo. No pude comer y no dije nada por no empañar el festejo”, compartió.
Juanita decidió consultar un gastroenterólogo, quien le mandó a realizar unos estudios médicos urgentes.
“Mi estómago estaba del tamaño de un limón. Al esófago se habían metido el estómago y el diafragma -que nos ayuda para abrir los pulmones y respirar-”, narró la entrevistada.
Cirugía complicada
A Juanita le fue diagnosticada una hernia hiatal, por lo que rápidamente le fue programada una cirugía.
“Sacaron el estómago y con una pinza lo pusieron hacia el lado del hígado. Hacia el lado de la vejiga colocaron el diafragma también con una pinza, pero accidentalmente se soltó y me rebanó el hígado aproximadamente seis o siete centímetros”.
Ante la complicación, el médico salió para informar a la familia. Todos se pusieron en oración y pidieron a Dios su auxilio.
“En la cirugía el doctor se dio cuenta que tenía un tumor en el vaso y lo extirpó también”.
Con el estómago y el diafragma en su lugar y el hígado saturado, se dio por terminada la cirugía, pero la negligencia de una enfermera ocasionó hemorragia.
“No me pusieron una cánula para que saliera el desecho de la sangre del hígado. Comencé a marearme porque me desangraba. Rogué a la Virgen que me ayudara. Ahí vi dos milagros: el primero fue darme la vida después de la complicación, y el segundo fue que de la deuda del hospital no debía nada”.
Encomendada a su intercesión
Juanita recordó que desde que supo del problema que le aquejaba comenzó a hacer oración, pidiendo la intercesión de la Virgen de Guadalupe y ofreciendo todo el doloroso proceso.
«Para poder entrar a la cirugía me dieron a beber un líquido que sabía horrible y lo tenía que tomar cada media hora. Cada que lo tomaba lo ofrecía a la Virgen. Ya en la plancha me dieron a tomar una mezcla que parecía yeso, para que pudiera ver el médico dónde estaba obstruido”, recordó.
“Desde que el doctor me dijo que no sería fácil el procedimiento me puse en manos de la Virgen y ahí sigo…en sus manos”.
Flores a la Virgen
El suceso ocurrió en octubre del 2018 y a pesar de que la recuperación fue lenta y de que el médico le dijo que tardaría dos años en cicatrizar por dentro, Juanita no dejó de ir a la peregrinación en julio del siguiente año.
“Suceden cuestiones que a veces pareciera que no voy a poder ir, pero hago todo lo posible por regresar y hacer el recorrido. El camión nos deja en un punto y de ahí caminamos unos dos kilómetros. Siempre le llevó una ofrenda floral”, compartió.
Con 71 años de edad, Juanita sigue en pie, con amor y devoción visitando a la Virgen de Guadalupe en la Basílica.
“Si no fuera por la pandemia, llevaría 20 años asistiendo a la peregrinación. Mi agradecimiento es ir y llevarle a la Virgen rosas rojas o blancas. Camino todo el recorrido, a veces ayudando a los que están enfermos”, relató.
Juanita invitó por este medio a la comunidad a que hagan un esfuerzo por ir a la Basílica, pues asegura, el peregrino siempre regresa lleno de bendiciones.
«Han sido muchas las bendiciones que me ha brindado la Virgen de Guadalupe, a mí y a mi familia. Los invito a que realicen esa peregrinación a la Basílica de Guadalupe. Vamos a veces con muchas cargas emocionales y al compartirla con nuestra Madrecita, la Virgencita de Guadalupe, regresamos llenos de esperanza”, finalizó.