- En una fiesta diocesana en la que se celebró el 14 aniversario episcopal de monseñor J. Guadalupe Torres Campos, la Diócesis de Ciudad Juárez recibió como regalo de Dios cinco diáconos transitorios y dos permanentes.
Ana María Ibarra
Arturo Martínez, Edgar Omar Arellano, Eduardo Canales, José Luis Soriano y René Acosta recibieron el orden del diaconado en espera de ser llamados al presbiterado. Mientras tanto, J. Guadalupe Segura y Félix Carrera, hombres casados, recibieron la ordenación como diáconos permanentes.
La celebración tuvo lugar el pasado sábado 22 de febrero en la parroquia El Señor de la Misericordia.
Fueron elegidos
Antes de iniciar la celebración, los futuros diáconos permanentes recibieron la bendición de parte de sus familias, quienes se encontraban felices por el acontecimiento.
Enseguida, los futuros diáconos entraron en procesión junto con el obispo, sacerdotes y diáconos permanentes tomando sus lugares para escuchar la liturgia de la palabra.
Al concluir el momento de la proclamación de las lecturas y el evangelio, el padre Juan Manuel Orona, rector del Seminario, llamó uno por uno a los candidatos al orden de los diáconos y pidió al obispo en nombre de la comunidad diocesana la ordenación diaconal para los siete candidatos.
El obispo los eligió y los siete tomaron su lugar en el presbiterio desde donde escucharon la homilía.
“Desde antes que nacieras te conozco, te he consagrado”, fueron las palabras con que inició su homilía el don Guadalupe.
“Somos sus hijos. Dios nos ama, nos ha elegido, especialmente a ustedes. Hoy serán ordenados diáconos. Primero el llamado. Dios pone su mirada fija en tu ser. Te regala el diaconado como un don”, expresó el obispo dirigiéndose a los elegidos al diaconado.
Dones recibidos
El obispo resaltó el conocimiento que Dios tiene de cada uno de sus hijos y la confianza que puso en ellos.
“El Señor los conoce, sabe de sus cualidades, sus virtudes, también de sus fragilidades, de sus debilidades, pero el Señor confía en ustedes, por eso, no tengan miedo, el Señor les da la gracia”, resaltó.
Monseñor Torres invitó a los futuros diáconos a ser testigos de Cristo y participes de su gloria, participes en el ministerio de la caridad.
“Cuiden a mi pueblo, dice el Señor, de buena gana, con amor, con disposición, a tiempo y a destiempo. Ser testigos en sus familias, Félix y Guadalupe”, dijo a los hoy diáconos permanentes.
Luego se dirigió a los demás: “Ustedes, transitorios, deben seguirse formando para el presbiterado. Den buen ejemplo. Mantengan una fe fuerte, no una doctrina, no una ideología”.
Y a ellos les recordó el don del celibato y les pidió estar conscientes de ello.
“Es un símbolo de su caridad pastoral, fuente de fecundidad porque es una entrega total a Cristo. Deben cuidarse, darse a respetar, hacer oración. Es importante la espiritualidad, ser hombres de Dios”, les dijo.
Rito de ordenación
Antes de adentrar a los candidatos a la orden de los diáconos, el obispo los interrogó sobre su libre y plena voluntad de recibir este ministerio, manifestando los siete elegidos este deseo personal.
Enseguida, los aceptados al diaconado permanente, se retiraron unos momentos mientras que los jóvenes que serían ordenados como diáconos transitorios, hicieron su promesa de vivir el celibato.
Félix y Guadalupe se unieron nuevamente al grupo para realizar cada uno su promesa de respeto y obediencia al obispo, quien los tomó de la
s manos para recibirla.
El momento emotivo llegó cuando los siete varones se postraron rostro en tierra como signo de su configuración con Cristo. Mientras tanto, el obispo y el pueblo de Dios oraron por ellos con las letanías, pidiendo el auxilio de los santos y los ángeles.
Al incorporarse, el obispo les impuso las manos y oró por ellos. Al concluir este momento, los diáconos fueron revestidos por sus familias y sus padrinos con los ornamentos propios de su ministerio.
Ya revestidos, uno a uno se recibió de parte del obispo el libro de los evangelios con la misión concreta de proclamarlo en las celebraciones eucarísticas, llevarlo como norma de vida y transmitirlo a todo el pueblo de Dios.
Para concluir el rito, el obispo les dio un abrazo de paz, y los otros diáconos presentes les dieron el abrazo de acogida mientras que el pueblo los felicitó con un aplauso.
A partir de ese momento, los nuevos diáconos asistieron al obispo en la celebración.
Al final, se ofreció una comida en honor a monseñor Torres por su aniversario episcopal y a los recién ordenados diáconos.
Un paso al sacerdocio
“Me siento feliz porque mi hijo es feliz. Acompañaba a su abuela porque mi mamá era auxiliar de nuestra capilla San Juan Bosco, de nuestra comunidad Santa Rosa. Desde entonces tuvo esa inquietud que defendió a capa y espada. Su dicha es la mía”.
María Estela de Arellano, mamá del diácono Edgar Omar Arellano
“Me siento muy emocionada, feliz. Es una responsabilidad muy grande que viene para él, confío en Dios que no tenga ningún tropiezo. Estoy feliz por él porque es su anhelo desde que era niño”.
Virginia Martínez, mamá de Luis Soriano
“Es una felicidad inmensa para todos. Es algo que él quería, ha luchado por esto y estamos contentos”.
Reyes Luis Soriano, papá del diácono Luis Soriano
“Es una emoción muy grande, un privilegio que nunca pensé nos iba a tocar vivir. Me siento muy satisfecha porque sé que es lo que él más anhela y ojalá que siga esforzándose porque Dios lo llamó para esto. Deseo que sea el mejor de los sacerdotes. Sé que está muy feliz y nosotros también”.
Martha Lilia Martínez, madre espiritual del diácono Arturo Martínez Hernández
“Ha sido una ilusión de él ser sacerdote y vemos que se está cumpliendo”.
Gilberto Meras Hernández, padre espiritual del diácono Arturo Martínez
“Fue un largo camino y ahorita estamos viendo los frutos para dar el gran paso. Estamos agradecidos con Dios porque nos ha dado el tiempo, la fortaleza, el poder encaminarlo y apoyarlo este día”.
Eduardo Canales, papá del diácono Eduardo Canales
“Me siento muy feliz, dándole gracias a Dios porque mi hijo ha llegado a este paso de la vida”.
Bertha Lozano, mamá del diácono Eduardo Canales
“Estoy muy feliz, pido a Dios que no lo deje perder la vocación”.
Justino Acosta, papá del diácono René Acosta
“Por fin se llegó el día que tanto esperábamos, gracias a Dios, y verlo a él tan feliz nos hace más felices. Que Dios le dé sabiduría y que siga adelante para lograr su meta”.
Irma Vázquez, mamá del diácono René Acosta
El tiempo de Dios
“La verdad yo no estaba muy convencida, pero Él me fue preparando. Siempre le pedí a Dios que me mandara un hombre enamorado de Él y creo que se pasó la raya. El Señor siempre nos escucha y tiene su tiempo. Ahora es el tiempo de mi esposo y estamos muy contentas mis hijas y yo. Sabemos que no sólo es emoción, es compromiso, y sabemos que Dios no nos va abandonar”.
Socorro Vega de Carrera, esposa del diácono Félix Carrera
“Me siento muy feliz y agradecida con el Señor porque después de habernos llamado al matrimonio, hoy lo llama al diaconado permanente. y vamos juntos caminando. Estoy agradecida con los sacerdotes que lo han acompañado, sus guías. Estoy muy emocionada. Doy gracias a Dios por esta oportunidad que le da a mi esposo y de que lo sirvamos, porque nos ha llamado juntos”.
María del Rosario Bonilla, esposa del diácono J. Guadalupe Segura
“Estoy muy contenta, muy feliz por mi hijo que vale mucho para mí. Le pido a Dios que me lo cuide y me lo proteja de todo mal
Belén, mamá del diácono J. Guadalupe Segura