En esta Jornada Mundial de la Vida Consagrada presentamos tres testimonios enlazados por un sentimiento común: la entrega al amor de Cristo…
Diana Adriano
Hoy miércoles 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia también celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que este 2022 tiene como lema “Caminando juntos”.
Con este motivo, dos jóvenes religiosas y una joven novicia compartieron con Periódico Presencia lo qué las llamó y las impulsó a tomar el camino de la Vida Consagrada y cómo esta decisión les ha traído felicidad.
Sin miedo de responder al llamado
Paulina Chávez, novicia de las Misioneras de María Dolorosa recordó que la vocación surgió en ella muy pequeña, a los 7 años, pero fue diez años después, que esa inquietud regresó muy fuerte.
“Dios fue arreglando todo para irme acercando a la vida consagrada. Fue todo un proceso desde asistir a retiros y jornadas, con esto se fue fortaleciendo esa vocación que crecía en mí, y es así que ahora, a mis 19 años, llevo una vida en medio de esta congregación”, compartió Paulina vía telefónica.
Añadió que su formación con las religiosas ha sido un ‘abrir de ojos’ para ella.
“Este proceso ha sido de crecimiento espiritual y personal. Ha sido de mucho conocer y de ver en profundidad la realidad que nos rodea. Cada día crece en mí ese deseo de querer servir a Dios y a los demás”, dijo.
“Yo veo mi futuro con la congregación y me siento muy emocionada en seguir mis procesos como novicia. Siento que estoy rodeada de mucho amor y daré todo lo que pueda de mí, para ser un ejemplo para que las jóvenes no tengan miedo de responder a su llamado”, compartió Paulina.
Miriam Guadalupe Parra, religiosa Oblata de Santa Marta compartió que su vocación surgió en su lugar donde creció, en Piedras Negras, Coahuila.
“Yo tenía 13 años cuando una joven se fue de religiosa a Veracruz, a mi me inquietó mucho su respuesta al Señor. La volví a ver hasta que yo tenía 18 años, y ahí me volví a inquietar, me llamó la atención su estilo de vida y la alegría que transmitía por ser religiosa”, dijo la hermana Miriam.
Con la ayuda de un seminarista y al concluir la preparatoria, Miriam contactó vía Facebook a las Oblatas de Santa Marta en Saltillo y comenzó un proceso de discernimiento vocacional.
“En una Semana Santa las conocí personalmente y ahí fui descubriendo que el Señor me llamaba a ser religiosa y especialmente Oblata de Santa Marta. El proceso, al principio, fue de discernimiento, y poco a poco me fui dando cuenta que no solo era una inquietud, sino que el Señor me llamaba fuertemente a la vida religiosa”, expresó la hermana Miriam, quien actualmente se encuentra sirviendo en la diócesis local y vive su consagración con gran felicidad.
Raquel Coss, Hermana Dominica de la Doctrina Cristiana compartió que Dios la llamó en medio de una realidad muy concreta. Y aunque su primer encuentro fue con otra congregación, en otro un encuentro más a fondo con la vida consagrada, con los consejos evangélicos, con la oración, la relación con Dios y la fraternidad finalmente decidió hacer vida con las hermanas dominicas.
“Mi primera inquietud fue a los 15 años, pero como todo, uno es edad quiere hacer de todo y a la vez no puede hacer nada, sin embargo, el llamado más concreto fue cuando yo tenía 20 años”, dijo la religiosa.
Añadió que fue durante una Eucaristía cuando le preguntó al Señor ‘¿Qué quieres de mí?
“Y justo en este momento una religiosa dominica se me acercó de la nada y yo le dije al Señor, ‘si eso es lo que quieres, eso te daré”.
Compartió que fue un proceso difícil, pues tuvo que desprenderse de su familia y de una vida llena de comodidades para entrar en una vida totalmente austera y sobre todo de una comunión más profunda con el Señor.
Hoy por hoy, Sor Raquel está contenta de celebrar el Día de la Vida Consagrada por séptimo año consecutivo, desde el convento.
“Cada año, para mí toma más significado esta celebración”, resaltó
“Quiero decir especialmente a todos los consagrados que seamos luz, que seamos alegría, sobre todo alegría porque es lo que necesita la Iglesia. No prediquemos a un Cristo triste, amargado o frustrado, sino que sea un Cristo de verdadera alegría”, concluyó.