Ana María Ibarra
Sufrir abuso sexual siendo un niño dejó como secuela en “Cristóbal” -cuyo nombre real se mantiene en el anonimato- la adicción a la pornografía. El entrevistado asegura que apenas hace ocho años tomó conciencia del problema tan grave que tenía, pues esta adicción lo llevó a perder trabajo, amigos y a su familia. Hoy, “Cristóbal” lucha para sanar de esta situación y aunque lamenta que no exista un grupo de apoyo, ha encontrado el acompañamiento de un sacerdote para caminar en este proceso.
Lo veía como ‘normal’
“Fui abusado a los doce años de edad. Empecé a ver pornografía a esa edad. Para mí era algo normal, pues creía que todo mundo lo hacía, que no pasaba nada, que no era un problema”, compartió el entrevistado.
A pesar de ser menor de edad, el entrevistado dijo que adquiría el material pornográfico en los puestos de revistas.
“Todavía no estaba en su auge el internet. Era a principios de los noventas y todo era por medio de revistas, inclusive en la televisión. Recuerdo que me despertaba a media noche, horario en que pasaban películas para adultos en el cable. Obviamente esta adicción lo llevaba a la masturbación, al falso placer.
Conforme pasó el tiempo, “Cristóbal”, comenzó a accesar a páginas de pornografía en Internet sin tanto problema.
Cuando “Cristóbal” inició sus relaciones de noviazgo nunca se sinceró con sus parejas, pues seguía en la idea de que era algo normal y no había necesidad de compartirlo.
“Pensé que era como fumarse un cigarro o tomar una cerveza. No entendía todavía la magnitud del problema de adicción que tenía”.
En este contexto, inició relaciones sexuales antes del matrimonio e incluso recreaba las escenas de la pornografía que veía.
En su matrimonio
Al decidir formar una familia y casarse, “Cristóbal” no vio conveniente decirle a su pareja sobre su adicción y confió en que podría dejar de lado la práctica de ver pornografía.
“Ella sabía que fui abusado, pero no le comenté el tema de la pornografía hasta que estábamos casados. Participábamos de lleno a la Iglesia y lejos de reclamarme me apoyó al cien por ciento, pero no fue fácil. Podía pasar quince días o hasta tres semanas sin ver pornografía, pero volvía a caer”.
“Cristóbal” reconoció que al consumir pornografía se abrieron otras puertas, y conforme pasaba el tiempo, buscaba escenas más fuertes.
“Con la pornografía le abrí la puerta a la infidelidad. Empecé a ver cosas más fuertes, no sólo escenas entre un hombre y una mujer, sino inclusive imitando abuso sexual y eso me llenaba de placer, aunque fuera actuado”, relató.
Buscar ayuda
Con el apoyo de su esposa, el entrevistado se integró a un grupo de apoyo a personas como él, que funcionaba a través de Facebook (Limpios de Corazón). No obstante, seguía creyendo que su problema no era tan grave.
“Siempre pensé que no era para mí y dejé el grupo. Aunque dejaba la práctica por un mes o más, volvía a caer, más que nada porque en las redes sociales, en la televisión y en todos lados encontraba este bombardeo”.
Luego, llegó a invitar a su esposa a ver con él esas escenas.
“Ella me descubrió algunas veces masturbándome viendo pornografía y me reclamó. Pero accedió a que durante la intimidad viéramos material, lo que para ella era incómodo, pero lo hacía para satisfacerme”, relató.
Según sus palabras, debido a su adicción el matrimonio de “Cristóbal” estuvo seis años en un vaivén, tiempo en el que además perdió su trabajo y sus amigos.
“Para mi mujer no era sano que yo viera pornografía, me perdió la confianza y dejó de tener intimidad conmigo, entonces comencé a buscar otras mujeres, vinieron las infidelidades”, señaló.
Su adicción también repercutió en sus trabajos ya que utilizaba la red para ver videos pornográficos, e incluso sostenía relaciones sexuales con compañeras de trabajo en las oficinas.
“De las escenas que miraba y quería recrear, buscaba con quién, y nunca falta quien acceda, lamentablemente. En cuanto a mis amigos, ellos sabían de la adicción y de la infidelidad y me dieron la espalda, me quedé prácticamente solo”, relató.
Un infierno que lo llevó al límite
Después de haber perdido lo que tenía, incluso a su esposa y su hijo, “Cristóbal” intentó suicidarse y fue entonces cuando abrió los ojos.
“Meses antes uno de mis hermanos se quitó la vida. Vino la depresión por la muerte de mi hermano, por la separación de mi esposa, traía problemas financieros e intenté quitarme la vida”, compartió.
Pero afortunadamente, “Cristóbal” fue encontrado colgado en su casa, ya que una mujer desconocida dio aviso a su familia.
“Por cuestiones de fe y de otras circunstancias, creo que fue la Virgen María”, dijo sin entrar en detalles.
“Cristóbal” señaló que fue a raíz de ese intento de suicidio cuando comenzó a ir con el psicólogo para dejar la adicción.
“Busqué nuevamente al padre Hayen para platicar con él. Le expuse mi situación y que estuve en su grupo años atrás. Me ofreció su ayuda y acompañamiento, y fue cuando empecé a conocer el daño de la pornografía, que no es nada normal”.
Proceso difícil
Para el entrevistado este proceso no ha sido fácil, sobre todo al ser la pornografía un “producto” que se explota y se vende.
“Para mí fue un infierno la pornografía. Llegué a tener encuentros homosexuales que, gracias a Dios, no tuvieron repercusiones”.
Y a un año de haber iniciado el proceso de acompañamiento con el padre Eduardo Hayen, el entrevistado reconoció que no ha sido fácil, sobre todo por las tentaciones que se le presentan y las pesadillas recurrentes que tiene.
“Ha sido difícil luchar contra lo que el mundo nos vende, pero es un impulso saber que hay otras personas que como yo, necesitan ayuda… y no me gustaría que ni mi hijo ni nadie más lo padeciera”, dijo el entrevistado al hacer notar que no existe un grupo de ayuda para los adictos a la pornografía.
Por ello quiso finalizar diciendo: “La pornografía no es algo normal, es un problema grave. La oración, el ayuno y el rezo del Rosario son armas fuertes. No es un camino fácil, pero se puede llegar a salir del problema. Es una lucha de todos los días. Quien tenga este problema, que busque ayuda. El padre Hayen es un sacerdote en quien se puede confiar”.
En frase…
No es un camino fácil, pero se puede llegar a salir del problema. Es una lucha de todos los días. Quien tenga este problema, que busque ayuda. El padre Hayen es un sacerdote en quien se puede confiar.
“Cristóbal”