Sacerdotes, seminaristas y laicos de Ciudad Juárez comparten el recuerdo de su encuentro con el Papa Francisco en Ciudad Juárez en 2016…
Ana María Ibarra/ Diana Adriano
La noticia del fallecimiento del Papa Francisco en la madrugada del lunes 21 de abril, sacudió al mundo.
En Ciudad Juárez el pontífice dejó una huella imborrable durante su histórica visita en 2016, a donde llegó como primer papa latinoamericano, y como portador de un mensaje de esperanza en medio de la violencia, el sufrimiento y los retos migratorios que vive esta región desde hace muchos años. En aquel momento Francisco presidió una misa a escasos metros del Río Bravo, oró por los migrantes, visitó a presos y se reunió con trabajadores de maquiladoras, dejando clara su opción por los marginados.
Aquí algunos recuerdos del encuentro.
Fue increíble. Nunca hubiera pensado que él vendría a Juárez, y mucho menos que yo lo asistiría como diácono. Hubo de todo: tensión, estrés, preguntas, gozo, gratitud con nuestro Señor, con nuestro obispo.
El Papa, nuestro pastor, me enseñó que en él se confirma el deseo del Señor Jesús: ‘El que quiera ser el más importante entre ustedes, que se haga el servidor de todos’ (Mc 9,35). Y que todos somos llamados a cumplir con este mandato de Jesús, como él lo hace. Igualmente me quedo con la enseñanza de su amor por los más vulnerables, con su humildad y sencillez.
Diácono Gustavo Chavira/ Servidor en el Altar en la Misa del Papa en CJ
Ciertamente a todos los mexicanos se nos quedó grabada su visita en 2016. A mí como sacerdote joven, me marcó profundamente. No todos tenemos la oportunidad de ver a un papa tan de cerca, y mucho menos de estar en una Eucaristía presidida por él. Fue una gran bendición, que ahora, con su fallecimiento, cobra valor aún más profundo.
Esta experiencia me hizo ponerle un rostro concreto a la oración. Saber por quién se reza, haberlo visto, escuchado, sentir su cercanía… eso transforma nuestra intercesión en algo todavía más íntimo, más humano dijo con emoción.
El Papa Francisco no sólo predicó con palabras. Vivió el Evangelio con acciones. Nos enseñó con humildad que el liderazgo cristiano es servicio. Se desgastó -literalmente- por ser un mensajero de paz. Hoy, pedimos a Dios que le conceda el descanso eterno y que su legado siga inspirando a la Iglesia para que salga, escuche y abrace.
Pbro. Diego García/Vicario San Martín Obispo
En su visita a nuestra diócesis y a nuestro Seminario, me dejó una profunda gratitud. De hecho, se lo externé. Es una bendición que el sucesor de Pedro haya venido a traernos el evangelio a nuestra Diócesis de Ciudad Juárez, a traer una palabra de aliento, de esperanza, de amor a toda nuestra comunidad y de manera especial a los migrantes.
Lo acompañaré siempre con la oración, lo hice cuando estaba en vida y ahora le pido a nuestro Señor que lo trate con misericordia de la cual él siempre pregonó en su vida.
Me quedo con un papa que vivió su ministerio petrino con mucha sencillez y alegría y eso me invita a vivir mi sacerdocio con humildad. Me quedo con un papa Francisco que puso en práctica las bienaventuranzas y enseñanzas de nuestro Señor: estuve enfermo y me visitaste, encarcelado y fuiste a verme.
Me quedo con su testimonio impresionante durante la pandemia. A todos nos impactó ver al papa orando en silencio en medio de la lluvia atravesando la plaza de San Pedro vacía, para que Dios tuviera piedad de nosotros, iluminara a los médicos, tuviera compasión de los enfermos, es decir, no dejar de esperar.
Celebró la semana mayor, dio la bendición a la Ciudad de Roma y al mundo, y nos dejó ya en marcha este Jubileo de la Esperanza, recordándonos que Cristo resucitó para darnos esperanza, y me invita a ser un sacerdote, un cristiano bautizado y un hombre de esperanza.
Pbro. Juan Manuel Orona/Párroco de El Señor de la Misericordia
El haber podido participar en el servicio litúrgico de la Santa Misa con el Papa, cuando era seminarista, ha sido uno de los momentos más especiales de mi vida. Poder verlo de frente en la Eucaristía, así como estrechar su mano y saludarlo, son instantes que nunca olvidaré. Recuerdo que en ese momento en medio de tanta emoción lo único que pude expresarle fue gratitud y cariño, a lo que él respondió con una sonrisa: “reza por mí”. Me siento muy agradecido con Dios de haber vivido la visita de un Santo Padre a nuestra ciudad y por haberme permitido vivir en el pontificado de Francisco, por todo lo que significó para nuestra Iglesia y para el mundo. Sería difícil quedarme solo con una enseñanza dentro de todas las que nos dejó, sin embargo, me deja marcado su testimonio de humildad y sencillez. Considero que el Papa Francisco nos ha reflejado de manera maravillosa cómo debe ser la Iglesia de Jesucristo: misericordiosa y servicial, atenta con los más pobres, necesitados y excluidos por la sociedad. Nos recordó la importancia de la alegría en el anuncio de la Buena Nueva, del abrir las puertas a todos sin exclusión de nadie, el no quedarnos estancados ni “balconeando” y salir a “hacer lío”.
Me entristece su partida, sin embargo, me llena de esperanza el signo tan bello de haber sido llamado a la casa del Padre en este lunes de la octava de Pascua. Que su testimonio de entrega hasta los últimos momentos de su vida, nos animen a amar y a servir a Dios y a nuestros hermanos con todo el corazón, como él mismo lo hizo.
Pbro. René Acosta/ Formador del Seminario
Soy de esa generación que le tocó crecer en medio de la violencia muy marcada, y recuerdo mucho el mensaje del papa en la jornada de la Juventud 2013: “Tu corazón quiere construir un mundo mejor”. Papa francisco fue muy enfático en decir que los jóvenes deben ser los protagonistas del cambio y ser constructores del futuro. “Jesús no se quedó en el balcón, se metió; no balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús”. Pero hay una pregunta fundante: ¿por dónde empezar? iniciar por cambiar el mundo es muy duro, ¿Por dónde empezamos? Por la ciudad, por el país, ¿A quién le pedimos que empiece esto? ¿Por dónde empezamos? Y la respuesta es muy clara y profunda: por mí.
Y aquí estoy en medio de esta sociedad tratando de aportar, iniciando por mí mismo, desde mi vocación, mi sacerdocio, ayudar en la construcción de una sociedad mejor, y aportar en la construcción del Reino de Dios.
Papa Francisco es el papa de la mirada pura, dirigió su mirada a esta ciudad tan necesitada y eso siempre estará en mi corazón.
Recuerdo con mucho cariño un 01 de noviembre del 2015, estábamos terminando los altares de fieles difuntos cuando llegó al seminario una comitiva del gobierno federal, nos preguntamos qué estaba pasado, asustados. Unas semanas después nos enteramos que el Santo Padre vendría, fue una emoción enorme que el vicario de Cristo viniera a nuestra casa, y una emoción mayor tener la oportunidad de saludarlo, tenía apenas seis meses en el Seminario, y la verdad que fue un gran regalo de Dios para la vocación y, sobre todo, para mi sacerdocio: ver su humildad, la cercanía con el pueblo y la promoción de la paz, el amor por los más vulnerables y saber mirar a los que nos necesitan. Que Dios recompense tan generosa entrega a nuestro querido pastor Francisco.
Pbro. Alberto Rodríguez Santana/Vicario de El Señor de la Misericordia