Diana Adriano
Cuando un hombre preso entra al Centro de Readaptación Social de Ciudad Juárez, pierde su vida pasada, pero ante los ojos del equipo de la Pastoral Penitenciaria, también gana una oportunidad de tener una nueva vida en Cristo, sin importar las circunstancias presentes o pasadas.
En el CERESO núm. 3, el equipo de servidores, encabezados por el padre Gilberto Pérez, comparten el mismo mensaje de esperanza y libertad de Jesucristo que los sacerdotes predican cada día frente al altar.
Al celebrarse la fiesta del Domingo de Resurrección, Dora Limón y Myrna Aguilar, integrantes de la Pastoral Penitenciaria, compartieron cómo Jesús resucitado está realmente entre las personas privadas de la libertad, aunque cueste verlo en medio de tanto dolor.
“Yo encuentro a Cristo resucitado en cada uno de ellos, lo encuentro en una sonrisa, cuando llegamos, cuando están contentos de recibirnos, lo veo ahí en esa pobreza”, señaló Myrna,
Llevaron a Jesús vivo
Las servidoras compartieron que para darse cuenta de la presencia de Jesús resucitado, los fieles deben tener los ojos de la fe bien abiertos a la luz de la Palabra de Dios, para entender los pequeños signos de hoy.
“Una anécdota que me platicó uno de los muchachos, es que iban presurosos a la capilla que se encuentra dentro del CERESO, y un hermano en silla de ruedas les dijo que si lo podían sacar al patio porque se sentía muy mal y no quería morir solo”, compartió Dora.
“Entonces él y su otro compañero agarraron la silla y lo cargaron para llevarlo al patio, no les importó que si se tardaban mucho tiempo, el custodio no los iba a dejar pasar a la capilla. Nos dijeron que lo hicieron porque él les dijo que quería ver la luz. Después de que se aseguraron de que estaba cómodo, corrieron a la capilla y el custodio sí les dio el pase”.
Luego, estos presos regresaron a sus áreas y recibieron la noticia de que la persona que habían ayudado, falleció en el patio de la institución.
“En ese acto nosotros pudimos ver a Jesús resucitado, vivo, humilde y misericordioso. Siempre les decimos que se pregunten ‘¿Qué haría Jesús en mi lugar?’ y es muy grato ver ese crecimiento en ellos, no les importó si el custodio no los dejaría pasar y escucharon la voz de ese hermano”, explicó Dora.
Mostrar la misericordia
Myrna contó que a su primer encuentro con los hermanos privados de la libertad llegó temerosa, sin embargo, poco a poco ha podido ver en ellos a Jesús …y a Dios en acción.
“Desde mi primer apostolado pude ver cómo ellos aprendieron a vivir la misericordia”, resaltó Myrna y agregó: “He conocido muchos rostros, muchos Cristos, que viven en carne propia un calvario muy fuerte, pero los he escuchado decir que fue gracias a lo que hace la pastoral que han podido dar un sentido a sus vidas”.
Emocionada por compartirlo, la entrevistada recordó que cuando sus padres fallecieron, los internos se mostraron muy cercanos al acompañarla a la distancia en el novenario.
“Nuestros amigos de las áreas dos y cinco estuvieron acompañándome por teléfono. Todos se juntaron para poder pagar la renta del teléfono y poder rezar conmigo”.
“Fue algo muy significativo para mí, porque muchos de ellos no tienen nada. Pude sentir a Cristo en ellos, acompañándome en mi dolor, mostrándome su misericordia”, comentó Myrna.
Dora y Myrna señalaron que dentro de su servicio en la penitenciaría, ellas pueden ver cómo Jesús se hace presente en el camino, aunque muchas veces las personas no puedan verlo por la falta de fe.
“Nosotros somos testigos de cómo Jesús resucitado se hace presente en las cárceles, en el sufrimiento, en el trabajo de día a día, cuidando a las personas y sobre todo dándoles esperanza”, concluyó Dora.