Ana María Ibarra
Las experiencias de Anira Martínez con Jesús Resucitado han sido en distintos momentos de su vida cristiana y de su servicio.
“He tenido la fortuna de sentir a Jesús resucitado constantemente, pero en el momento de la confesión siento a un Jesús que, después de haber estado separada de Él y de haberlo llevado a la Pasión, me da una vida nueva”, compartió Anira.
Anira es asidua a la Eucaristía y ese encuentro es lo que la alimenta.
“Busco ir a misa lo más frecuente que puedo, hago diario mi comunión espiritual, rezo el rosario, soy adoradora de la parroquia San Mateo y ese contacto con Jesús Eucaristía alimenta mi vida espiritual”, dijo.
El resucitado en su servicio
La entrevistada señaló que siente palpablemente a Jesús Resucitado en su servicio en Centro de Ayuda a la Mujer Juarense.
“Cuando llega una mujer que cree que la única opción es la muerte de su bebé, pero recibe el amor que Dios le quiere dar a través de ese hijo, es realmente ver a Jesús resucitado. Es una experiencia impactante ver su transformación. A veces es una lucha porque lo único que ven son problemas y negación, pero finalmente llega la vida de Jesús”, señaló.
Consciente de ser parte de la Iglesia y por lo tanto llamada a participar en la obra de Dios, Anira sintió el llamado al servicio del CAMJ desde su maternidad.
“Tengo cuatro hijos y ser madre es lo más maravilloso que me ha pasado: Ser cocreadora con Cristo y traer a un ser humano siendo instrumento”, dijo.
Pero se convenció cuando no lograba asimilar la falta de amor de una madre por su hijo al grado de pensar en abortar.
“Pensar en el sufrimiento de esa madre me hizo decidirme a formar parte de este centro- dijo- para poder acercarme a darle esperanza, ayuda, palabras distintas a lo que otros le han dicho y ofrecerle el apoyo”.
En respuesta al llamado, Anira acudió a la formación que se impartió en el 2003, para participar en este servicio de salvar dos vidas.
Un centro excepcional
Experimentar a Jesús vivo y resucitado lleva a Anira a responder al llamado haciendo presente al resucitado a través de su vida y su servicio.
“Me siento indigna de ello, pero el llamado que Dios me ha hecho me capacita. El Señor me va dando las gracias para realizarlo, aunque al principio no me doy cuenta hasta que llega el cambio en las mujeres y sé que actuó a través de mí”.
Anira ve esa intervención también en los momentos en que esas mujeres, en su mayoría jóvenes, regresan con sus hijos y continúan con el acompañamiento.
“Vienen y nos agradecen, ahora ya no conciben la vida sin su hijo. Ahí se ve a Jesús Resucitado, que llega no solo a la mujer, sino también a la familia”.
Ver estos niños salvados y sentirse colaboradora, llena a Anira de un total agradecimiento a Dios.
“Me llena un sentimiento de buscar hacer siempre su divina voluntad para poder realizar esta obra. Me siento agradecida con el Señor, bendecida y comprometida con él”, dijo.
En esta Pascua, Anira motivó a la comunidad a buscar ser parte de la Salvación que ofrece Jesucristo, pues hay muchas maneras de salvar vidas, dijo.
“En la sociedad hay mucho dolor, familias desintegradas, jóvenes sin esperanza, niños frustrados. Todos los días podemos tocar una vida cuando llevamos a Jesús”, finalizó.
“Si dejamos que la vida de Cristo llene nuestro corazón, podremos ser portadores de vida. Será Jesús el que va a actuar, solo hay que disponernos a que su voluntad nos guíe”.
Anira, voluntaria CAMJ