En este domingo de resurrección presentamos el testimonio de la pequeña Grecia, una niña con un mal cardiaco que prácticamente murió de un paro, pudo conocer la muerte… pero volvió a la vida…
Diana Adriano
La familia de Diana y Francisco García no alcanza todavía a comprender la valiosa experiencia que Dios les ha permitido vivir a través de su hija.
Mediante la niña, que procrearon con mucha esperanza tras sus dos primeros hijos varones, Diana Y Francisco han podido conocer de alguna manera la promesa de vida que Dios ha dado a través de su Hijo Jesucristo, muerto y Resucitado por la humanidad.
Hoy comparten con Periódico Presencia esta conmovedora experiencia que aún los hace saltar de gozo, por atestiguar el amor de Dios.
Una niña
Después de procrear dos varones, el matrimonio anhelaba tener una hija. Pero en el tercer embarazo, una ginecóloga hizo los estudios correspondientes y aseguró que el bebé era varón, lo cual fue confirmado en varias ocasiones.
Prepararon todo para recibir a Abel, pero al momento del parto, la sorpresa: era una niña, a quien llamaron Grecia.
Los primeros años de Grecia fueron normales, sin embargo, a los 4 años comenzó a tener problemas de salud.
Viacrucis
En julio de 2019, tras una gripe que la debilitó, la llevaron a un consultorio particular donde el médico les informó que la niña tenía un soplo en el corazón.
Entre dudas, Diana y Francisco llevaron a Grecia a Urgencias, donde, después de hacerle estudios, descubrieron que tenía agrandamiento del corazón.
“Fue algo muy sorprendente. Decidieron trasladarla a Torreón para llevar un seguimiento más a fondo”, compartió Diana.
En aquella ciudad, los especialistas diagnosticaron a Grecia una miocardiopatía hipertrófica no obstruida, afección en la cual se presenta engrosamiento del corazón lo cual puede dificultar la salida de la sangre del corazón, forzándolo a trabajar más arduamente para bombear la sangre.
Desde entonces, los padres de Grecia supieron que debían cuidarla al máximo. No iba a poder correr mucho, ni agitarse durante su vida.
Muerta
Una mañana de octubre de 2019, mientras la madre salió de la casa, Grecia y Francisco se quedaron dormidos, pero al despertar Francisco, se dio cuenta de que la niña estaba demasiado pálida y mojada.
Francisco no logró detectarle el pulso.
“Llegó mi esposa y al verla comenzó a gritarle mucho para despertarla, pero no logró. Inmediatamente nos fuimos a urgencias”, dijo.
Durante el camino, la madre de Grecia, sin conocimientos suficientes, comenzó a hacerle RCP. La situación era crítica.
“Al llegar al Hospital 66 comienzo a patear la puerta de urgencias porque no me abrían. Logré entrar y corrí al área de pediatría, pero en ese momento yo vi a mi hija muerta”, recordó el papá de Grecia con voz entrecortada.
“Encontré a una enfermera que me la quitó y comenzaron a darle RCP, mientras que a nosotros nos sacaron del área. Recuerdo los gritos de mi esposa pidiéndole a Dios que no se la llevara”, relató Francisco.
La niña entró dos veces en paro, pero tras muchos esfuerzos, los médicos lograron estabilizarla, aunque advirtieron a los padres que era muy probable que quedara con secuelas, ya que había estado sin oxígeno por mucho tiempo.
“Nos dijeron que era muy probable que quedara vegetal por el tiempo que duró sin oxígeno su cerebro, o que quizá tendría dañados algunos órganos”, explicó la pareja.
Encuentro con el Padre
Con la angustia a flor de piel por recordar tan amargos momentos, Diana y Francisco recordaron que Grecia despertó preguntando por su papá.
“Fue trasladada al área de Terapia Intensiva, para que la siguieran monitoreando. Tenía miedo, porque la posibilidad de que cayera en paro otra vez, estaba latente”, recordó Francisco.
Dijo que estando ahí recibieron la noticia de que debían enviarla a Torreón para hacerle una cirugía a corazón abierto.
“Decidí ir por un sacerdote para que le diera la Unción. En ese tiempo cantábamos en el coro de San Martín Obispo, hablé con la secretaria y me apoyaron. Logramos ingresar hasta donde estaba mi hija”, agregó.
Luego de la unción, Francisco tuvo una conmovedora conversación con su hija, quien le habló de un lugar que describió como “un parque enorme en el que pudo correr sin que nadie la regañe”.
“Cuando el sacerdote se fue, mi hija me dijo que ya no quería estar aquí. Yo pensaba que se refería al Hospital, por lo que respondí que pronto nos iríamos a casa. Pero ella me dijo que quería estar en el Cielo”, explicó.
Asombrado, Francisco preguntó insistente por qué en el Cielo.
“La niña me respondió que había estado en ese lugar, ‘de la mano del Padre de todos nosotros’”, compartió el entrevistado, quien aclara que nunca antes habían hablado con Grecia sobre la muerte o el cielo, por lo que el dicho de su hija lo dejó estupefacto.
Quedarse en el cielo
Pasados el tiempo, Diana y Francisco han hablado con Grecia -hoy de 8 años y sin tener secuelas de aquellos paros- sobre ese lugar en el que dice estuvo, y aseguran que ha dado descripciones ricas en detalles.
“Habla de un mar hermoso y de un ángel con alas muy grandes que le dijo que la amaba mucho”, compartió.
“Un día le pregunté de qué platicaba con el ‘Padre de todos nosotros’ y al oído me dijo que no me podía decir, porque Él nos escucha y la podía regañar. Otro día me dijo que en ese lugar también había un mar muy bonito, en el que vio a dos hombres idénticos con barba grande, pescando, y explicó que ella se metió al mar a nadar. En ese momento ella no conocía el mar, por lo que le dije que la iba a llevar cuando estuviera mejor”, expresó Francisco.
Grecia también mencionó que se encontró con su abuelito Javier, quien falleció justo antes de que ella naciera. Y le explicó a su papá que su abuelito ‘le dio vuelo en el columpio’, mientras le decía que la amaba mucho.
Francisco contó que en otro momento, Grecia le dijo que “en el sueño que tuvo” escuchaba a su mamá gritar mucho, y que por eso se tuvo que regresar, aunque “quería quedarse en ese lugar”.
Las conversaciones con su hija han dejado a Francisco y Diana con muchas preguntas, pero también con gran esperanza y consuelo.
Ellos son fieles creyentes, y devotos del Santo Rosario, que no dejaron de rezar durante todo el proceso de enfermedad de Grecia.
La experiencia con su hija los ha fortalecido tanto física como espiritualmente y ha acrecentado su fe en el amor de Dios para quienes creen en su Palabra.