Blanca A. Martínez
Apenas en agosto del 2019, el padre Carlos Velasquez vivió la gran alegría de viajar a Roma para permanecer allá dos años, mientras estudia una especialidad en Sagradas Escrituras, que el obispo de Ciudad Juárez le pidió hacer para ampliar el servicio pastoral que presta a esta Iglesia particular.
En medio de entusiasmo por la nueva experiencia de vida que su Iglesia le animó a vivir, no imaginó lo que meses después viviría lejos de casa: el horror de una pandemia.
Y es que en Italia, la presencia del coronavirus llevó a ese país a una crisis inesperada para todos: miles de enfermos, el sector salud colapsado, los cementerios desbordados y la tristeza reinando en todas las zonas del país.
Desde aquél país donde se encuentra el corazón de nuestra Iglesia, palpitante en medio de la crisis con la acción de su guía, el Santo Padre Francisco, el padre Carlos respondió a las preguntas de Periódico Presencia.
¿Cómo ha sido su experiencia en Italia, en esta crisis por la presencia del Covid 19?
El Señor me tiene muy bendecido porque hasta el día de hoy no nos ha faltado lo necesario y puedo celebrar la Eucaristía todos los días y ni yo ni mis compañeros sacerdotes nos hemos enfermado, somos alrededor de 120, yo creo que nuestra Madre Santísima nos protege con su manto.
Italia ha tenido una experiencia muy difícil. ¿Usted ha sentido miedo?
Es difícil todo lo que se vive son ya mas de 20 días sin salir para nada, pero uno confía en Dios y sabe que Él nos protege, pero me dio miedo cuando muchas personas se infectaron por una persona que no sabían que tenía el virus; no te da miedo contagiarte tú, sino darte cuenta de que puedes contagiar a los demás sin saberlo. También me dio miedo ver que muchos en México no creen y mis amigos que tienen que salir a trabajar, mi familia, amigos sacerdotes y médicos, se pueden infectar por gente que no cree. Entonces pido por ellos para que Dios los proteja y el miedo se va con la fe.
¿Cuál ha sido la experiencia más difícil que ha vivido en este tiempo?
Lo más triste es saber de tantas familias italianas que se despedían de sus seres queridos por que se los llevaban a urgencias y no saben si los volverán a ver, porque si el paciente muere no se pude regresar el cuerpo a la familia, para prevenir contagios, solo de lejos un sacerdote hace una oración y solo una o dos personas pueden estar a unos metros del cuerpo, eso si te lo permiten. También ver doctores, sacerdotes y religiosos que han muerto por servir, que tuvieron que cumplir son su deber y ya no regresaron a sus hogares.
¿Y cuál ha sido la más aleccionadora?
Aprendí que muchas veces nos sentimos intocables, incluso tomamos de escusa a Dios para actuar inconscientemente y decimos “al cabo Dios me cuida”. En Italia el mes febrero nadie creía que esto crecería tanto, pensamos que todo se iba a quedar en el norte de Italia y no llegaría al centro donde está Roma, no nos dimos cuenta de que empeoramos el problema y tal vez el virus no les afectaba a todos, pero muchas personas se infectaron y muchas otras siguen muriendo. También pude ver lo bella que es mi Iglesia, recordé que somos el cuerpo místico de Cristo, y donde está un bautizado, ahí está la Iglesia, así que la Iglesia no se cerró, sólo cerraron los templos… y que el Papa Francisco es el único que ha dado un mensaje de consuelo, esperanza y conversión para toda la humanidad.
¿Ha tenido alguna indicación especial del obispo por su estancia allá?
El señor obispo siempre atento con mi persona y se lo agradezco, cuando todavía no era un problema fuerte en México, me llamó y me pregunto cómo estaba, me dijo que siguiera echándole ganas, me pidió que tuviera las precauciones necesarias y atendiera las indicaciones de la autoridad. Es una bendición que nuestro obispo se preocupe por su pueblo y eso me dio alegría y tranquilidad.
¿Qué nos dice a los mexicanos y en particular a los juarenses desde su vivencia allá en Italia, sobre cómo debemos cuidarnos del Covid-19?
Tomarlo en serio, hacer caso a las indicaciones de nuestro obispo y de las autoridades civiles para reducir los contagios. Lo más fácil que podemos hacer es no salir, sólo para lo estrictamente necesario y hacer oración por todos los que han perdido a un ser querido, por los que no tienen qué comer y para que esto pase pronto.
¿Cómo podemos los católicos ayudar a la gente que está viviendo esta pandemia? (ya sea gente lejana o cercana)
A las personas enfermas las ayudan los doctores y nosotros ayudamos a los doctores no esparciendo el virus, no salir. Pero en México hay muchas personas que viven al día, ser compartidos con los que no tienen, si algún vecino no tiene para comer, preguntarle y darle un poco de mi pan.
¿Algo más que desee agregar?
Me dejaron pensando las palabras de S.S. Francisco cuando la bendición Urbi et Orbi: “queremos vivir sanos en un mundo enfermo”. Que esta experiencia difícil para todos nos ayude a sanar nuestro corazón del egoísmo, para poder tener un mundo sano.