Enciende en familia la primera vela correspondiente a este domingo. Te presentamos una guía para hacerlo
Pbro. Marcelino Delfín Poso/ Coordinador de la Comisión Diocesana de Liturgia
El Año Jubilar 2025 nos recordará que “la esperanza no defrauda” (Romanos 5,5), es una clave que nos vincula a otros momentos en los que las virtudes teologales han iluminado el corazón de la Iglesia; ya vivimos el Año de la Fe en 2012 y 2013 y también el Año de la Caridad. El año 2023 se quiso centrar en la esperanza y por ello el Año Santo tenderá como punto de partida la expresión paulina que dé luz al capítulo 5 de su carta a los Romanos.
Justamente en el número 18 de la Bula de convocación al Jubileo del 2025, titulada “Spes non confundit” (la esperanza no defrauda), el papa Francisco nos dice: “La esperanza, junto con la fe y la caridad, forman el tríptico de las “virtudes teologales”, que expresan la esencia de la vida cristiana (cfr. 1 Co 13,13; 1 Ts 1,3). En su dinamismo inseparable, la esperanza es la que, por así decirlo, señala la orientación, indica la dirección y la finalidad de la existencia cristiana. Por eso el apóstol Pablo nos invita a “alegrarnos en la esperanza, a ser pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración” (cfr. Rm 12,12).
La esperanza efectivamente nace del amor y se funda en el amor que brota del corazón de Jesús traspasado en la cruz: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida” (Rm 5,10). Y su vida se manifiesta en nuestra vida de fe, que empieza con el bautismo; se desarrolla en la docilidad a la gracia de Dios y, por tanto, está animada por la esperanza, que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo.
Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuantos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: “Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor” (Sal 27,14). Que la fuerza de esa esperanza pueda colmar nuestro presente en la espera confiada de la venida de Nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la alabanza y la gloria ahora y por los siglos futuros.
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Primer domingo de Adviento
Invocación.
Guía: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Todos: Amén.
Himno del Jubileo 2025.
(https://www.youtube.com/watch?v=8QxEqjC1WiA)
Llama viva para mi esperanza,
que este canto llegue hasta ti,
seno eterno de infinita vida,
me encamino, yo confío en ti.
Toda lengua, pueblos y naciones
hallan luces siempre en tu Palabra.
Hijos, hijas, frágiles, dispersos,
acogidos en tu Hijo amado.
Dios nos cuida, tierno y paciente
nace el día, un futuro nuevo.
Cielos nuevos y una tierra nueva.
Caen muros gracias al Espíritu.
Una senda tienes por delante,
paso firme, Dios sale a tu encuentro.
Mira al Hijo que se ha hecho hombre
para todos, él es el camino.
De la Bula de convocación al Jubileo 2025, Spes non confundit:
Lector: “Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios…” (n. 2).
Canto inicial: Abre tu tienda al Señor.
(https://www.youtube.com/watch?v=A_-nXNHGrcE)
Abre tu tienda al Señor,
recíbele dentro, escucha su voz.
Abre tu tienda al Señor,
prepara tu fuego,
que llega el amor.
El Adviento es esperanza,
la esperanza, salvación;
ya se acerca el Señor.
Preparemos los caminos,
los caminos del amor,
escuchemos su voz.
Que se rompan las cadenas,
que se cante libertad,
el Señor nos va a salvar.
Sanará nuestras heridas,
nuestro miedo y soledad
Él será nuestra paz.
Por la ruta de los pobres
va María, va José,
van camino de Belén.
En sus ojos mil estrellas,
en su seno Emmanuel;
Él será nuestro rey.
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Texto bíblico
Lector: De la carta a los Romanos (5,5).
“La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos, Señor.
Reflexión
Lector: “Nos amó”, dice san Pablo (Rm 8,37). Dios nos ha credo por amor y el amor es la inspiración de todo. la cima de esa bondad creadora es habernos querido llamar hijos en su Hijo amado, reconocer en nuestra admirable realidad los rasgos de su Hijo amado, enseñarnos a reconocernos como hermanos llamados a vivir la vida en la confianza y en la esperanza y en la dicha de ser del corazón mismo de Dios. En estos días recordamos que Jesús llegó a nuestra historia, “un hijo se nos ha dado” (Isaías 9, 5b) y su presencia nos hace hermanos. En estos días recobremos la alegría de ser hijos en el Hijo y encontremos en los que comparten nuestra peregrinación el rostro cercano del Salvador que quiso compartir nuestra vida.
Momento breve de silencio para reflexionar.
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Encendido de la vela.
Un miembro de la familia enciende la primera vela correspondiente a este primer domingo, mientras se dice:
Lector: Al encender la primera vela queremos mostramos agradecidos con el amor de Dios y agradecidos con aquellos que caminan con nosotros. Nos comprometemos a seguir animando a otros con nuestro testimonio auténtico y sincero.
Una vez que se enciende la vela se canta lo siguiente:
Canto.
(https://www.youtube.com/watch?v=ukIbp9Wqj_Q)
Hoy se enciende una llama
en la corona de Adviento:
que arda nuestra esperanza
en el corazón despierto;
y al calor de la madre
caminemos este tiempo.
Un primer lucero se enciende
anunciando al rey que viene:
preparad corazones,
allánense los senderos.
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Acción y compromiso.
Guía:
- Miremos nuestras familias sedientas de unidad y de comunión y pensemos cómo vencer las divisiones que rompen la comunión.
- Que Dios nos enseñe a ver en cada hermano su rostro amoroso y nos permita descubrirnos hijos que se aman porque Dios nos amó primero.
- ¿A quién de los que están más cerca he olvidado?
Momento breve para reflexionar.
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Padre Nuestro.
Guía: Con la esperanza de saber que somos hijos de Dios nos dirigimos al Padre diciendo: Padre Nuestro.
Oración final (la dicen todos)
En el camino sinodal Dios siempre fiel, “Sapiencia suma del Dios soberano que a infantil alcance te rebajas, sacro”, míranos con misericordia y haz que comprendamos que el amor se hizo vida para rescatarnos de la oscuridad del odio y para hacernos hermanos que se amen en tu amor, que se reconozcan como peregrinos que avanzan unidos con la fuerza de tu infinita caridad. Amén.
Oración del Jubileo (la dicen todos).
Padre que estás en el cielo,
la fe que nos has donado en
tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano,
y la llama de caridad
infundida en nuestros corazones
por el Espíritu Santo,
despierten en nosotros
la bienaventurada esperanza
en la venida de tu reino.
Tu gracia nos transforme
en dedicados cultivadores
de las semillas del Evangelio
que fermenten la humanidad y el cosmos,
en espera confiada
de los cielos nuevos y de la tierra nueva,
cuando vencidas las fuerzas del mal,
se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo
reavive en nosotros,
peregrinos de esperanza,
el anhelo de los bienes celestiales
y derrame en el mundo entero
la alegría y la paz
de nuestro redentor.
A ti, Dios bendito eternamente,
sea la alabanza y la gloria por los siglos. Amén.
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Conclusión.
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Canto final.
Se puede repetir el canto inicial.