Ana María Ibarra
Renovar la vida matrimonial como solución a los conflictos conyugales, fue el fruto que recibieron parejas de la comunidad parroquial Dios Padre el pasado viernes 21 de enero, al participar en la misa y hora santa de sanación que su párroco, el padre Jorge Iglesias, les dedicó.
Arreglar situaciones
Durante la misa, el padre Jorge dejó entrever que los conflictos que se dan dentro de un matrimonio no son porque la vocación esté equivocada, sino por las situaciones humanas de cada persona que no han sido arregladas.
Por lo tanto, dijo, una de las soluciones en el matrimonio es renovar su vida personal y matrimonial.
“La sanación empieza cuando tomo mi vida en mis manos y vengo a ponerla delante del Señor, pidiendo la gracia y la fuerza para cambiar”.
Convencido, el sacerdote dijo a los matrimonios que el amor todo lo puede, todo lo vence y todo lo transforma.
“El amor humano puede acabarse, pero el amor de Dios no y puede restablecer incluso a los matrimonios que se han dejado de amar”.
Con esta seguridad, el sacerdote invitó a las parejas a quedarse después de la celebración de la Eucaristía para participar en “un encuentro con el amor Jesús”, durante la hora santa que le siguió a la misa.
Amor con la mirada
El padre Jorge expuso el Santísimo Sacramento e invitó a los matrimonios a renovar el primer amor.
“El principio de la sanación es recibir el amor de Dios y estaremos capacitados para amar”.
Señaló que cuando la persona pide o exige amor, es porque hay carencias humanas, por lo tanto, dijo, es necesario sanar.
El sacerdote invitó a las parejas a ponerse frente a frente, sin tocarse, únicamente mirándose a los ojos y, sin decir una sola palabra, volverse a elegir.
“Dile a tu pareja con la mirada: te vuelvo a elegir. Solo con la mirada. Dile: te amo”.
Con esta dinámica, delante de Jesús Eucaristía, los matrimonios renovaron su amor y se reconciliaron pidiéndose perdón y perdonando sus fallas.
Mientras el padre Jorge los guiaba, los matrimonios continuaron “hablándose” con la
mirada.
Bendecidos
Para ir cerrando, el padre pidió a los varones extender sus brazos, sin alcanzar a su esposa y ésta sin acercarse a su marido. Sólo expresando a través de sus ojos el amor y el compromiso de continuar juntos.
Finalmente, las parejas se abrazaron, quedándose unidos a Jesús, expresando, ahora sí con su voz, el amor que se tienen.
“En el matrimonio siempre habrá dificultades, pero recuerden siempre tener a Dios. Él es quien va a ayudarlos en su matrimonio”.
Abrazados, los matrimonios recibieron la bendición en el Santísimo.