Ana María Ibarra
En total silencio, con momentos de oración y reflexión, estudiantes de las distintas facultades del Seminario Conciliar de Ciudad Juárez vivieron sus ejercicios espirituales, impartidos por diferentes sacerdotes locales y foráneos, durante la primera semana de enero.
Seminario Menor
Con una vida sacerdotal de casi trece años, el padre Carlos Daniel López compartió con los jóvenes del Seminario Menor algunos consejos para vivir la santidad.
“Esa etapa de la formación uno la vive como puede, no se tiene la madurez ni la capacidad, los formadores nos van ayudando en el camino, pero no siempre se aprovecha todo lo que nos ofrecen. Pensando en eso elaboré algunos temas”, compartió el sacerdote.
Uno de esos temas se refirió a la importancia de mantener el corazón limpio.
«A esa edad entran con el corazón limpio y a veces se va contaminando incluso en el mismo Seminario. Hay mañas, vicios o defectos que, si uno no se cuida y no cuida ese corazón limpio, conforme pasa el tiempo nos hacen dar una mala respuesta a Dios”, señaló.
El padre Daniel invitó a los jóvenes a valorar lo que se les ofrece en el Seminario para su vida espiritual como es el rezo del Rosario y la adoración al Santísimo Sacramento, así como la enseñanza de los formadores.
Igualmente se dijo satisfecho por la actitud y disposición que mostraron los más jóvenes del Seminario.
Introductorio
Los jóvenes de curso Introductorio estuvieron acompañados por el padre Eduardo Mendoza quien compartió dos charlas diarias, siendo el objetivo principal generar en ellos la decisión por la vida espiritual.
“Por la mañana las charlas fueron sobre el libro ‘Cinco panes y dos peces’, del Cardenal Francisco Xavier Nguyen Van Thuan, y por la tarde estudiábamos en el libro Combate Espiritual de Lorenzo Scupoli”, dijo.
La temática, agregó, llevó a los jóvenes a situarse en el presente para descubrir la voluntad de Dios y la importancia de hacer siempre la elección por Dios y por Jesús como centro de sus vidas, apoyados en la Virgen María.
La semana de ejercicios incluyó el rezo del Rosario a las 6:00 de la tarde.
“Hicimos lo que se conoce como un cenáculo que consiste en rezar el Rosario y hacer una lectura espiritual. Les hice una propuesta de sacrificio que consistió en rezar el Viacrucis todos los días a las 4:00 de la mañana y llegaban a tiempo, los miércoles ayunamos. Hubo mucha disponibilidad”.
Teología
El padre Eduardo Hayen habló a los alumnos de Teología.
«Fueron 16 muchachos y la temática fue aprender a estar con Jesús y las condiciones para estar con él. Por ejemplo, ser una persona de oración que busque la intimidad con Cristo. Hice énfasis en desarrollar la vida interior y se habló del celibato, de la comunión de unos con otros, la obediencia y la predicación”, compartió el padre Hayen.
Los ejercicios fueron en absoluto silencio.
«Fue una muy buena ocasión para reanimarlos en el espíritu de Dios a continuar con su formación hacia el sacerdocio. Me sentí a gusto con ellos, fue de mucho empeño y trabajo, desde las 7:30 de la mañana hasta las 9:30 de la noche. Para mí fue una ocasión muy propicia para renovar mi sacerdocio”.
Filosofía
Dieciocho seminaristas de primero y segundo de filosofía vivieron sus ejercicios acompañados del padre Ricardo Gómez, de la Arquidiócesis de Chihuahua, con una temática acerca del amor.
“Fuimos creados para amar como personas y vivimos en una época de demasiado narcisismo. Hablamos de cómo cuidarnos humanamente de este mal que nos aqueja y que ellos descubrieran que todo eso es egoísmo, muchas veces por heridas que cargamos desde nuestras familias”, compartió el padre Ricardo.
El sacerdote reforzó su reflexión con las citas de Juan 13, 34-35, el llamado de Jesús: ámense los unos a los otros; y la cita del buen samaritano en lucas 10, 25-37.
“El hombre que es llamado al sacerdocio es llamado a la caridad pastoral. El sacerdote no es profesionista, es un pastor preocupado por la evangelización, por buscar la dignidad de la persona”.
El padre Ricardo los motivó a ser hombres de fe, que estén en el mundo sin ser del mundo, llamados a liberar a los hombres con una opción preferencial por los más pobres.
Reflexionaron también sobre la caridad fraterna entre seminaristas, ser disciplinados, atentos a la oración, a la caridad que exige ser fieles y pacientes para los proyectos de Dios, para las dificultades y soportar las cargas con buen ánimo, dispuestos a su proceso.
«Les dejé pequeñas indicaciones para trabajar la parte humana pidiéndole a Dios los dones del espíritu y les sugerí un proyecto que le tendrían que presentar a su padre espiritual como una guía para su año y las decisiones que tienen que tomar en su discernimiento”, finalizó.
Ejercicios ignacianos
A diferencia de sus compañeros, los estudiantes de tercero de filosofía vivieron sus ejercicios espirituales con la espiritualidad ignaciana, esto del 26 de diciembre al 2 de enero, impartidos por el sacerdote jesuita Ricardo Lapuente.