Lectio Divina correspondiente al domingo 22 de diciembre. Cuarto Domingo del Tiempo de Adviento…
Samuel Pérez/IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 1, 39-45.
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
Ahora hagámonos las siguientes preguntas:
¿Hacia donde se dirigió presurosa María?
¿Qué sucede al oír Isabel el saludo de María?
Isabel llena del Espíritu Santo ¿con qué términos se refiere a María?
¿Por qué es dichosa María según las palabras de Isabel?
Interioricemos en el texto
En este tiempo de Adviento, el evangelio según san Lucas ha destacado la presencia de Jesús sobre Juan el Bautista señalando quién era el profeta y su tarea como precursor al preparar el camino del Salvador. En este relato narra lo que sucede en el encuentro entre María e Isabel y muestra que las promesas de Dios se están cumpliendo. María va presurosa a casa de Zacarías (sacerdote) quien es el que duda de la acción de Dios a diferencia de María que la acepta y reconoce convirtiéndose así en “la bendita entre las mujeres” y en “la madre del Señor”. María, estando embarazada, se pone en camino desde Nazaret hacia las montañas de Judea para ir a servir a Isabel con la probabilidad de recorrer 6 kilómetros al oeste de Jerusalén (lo que serían cuatro o cinco días de viaje a pie). Esto hace hincapié en que, aun con todos los cuidados y sacrificios de una mujer embarazada, su fe y disponibilidad la hacen modelo de quien acepta el plan de Dios y se pone a servir a sus hermanos. La presencia de Dios a través de María es tan profunda que, al oír Isabel su saludo, la creatura saltó en sus entrañas. Con ello se manifiesta el encuentro del Salvador con la humanidad y que las promesas divinas en verdad se están cumpliendo; María e Isabel son signo de ello. Cuando María, la Madre de Jesús, está presente en un hogar es bendición, causa de alegría y signo de la presencia de Dios en esa familia.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
¿Qué estás haciendo para mantener tus oídos atentos y escuchar el saludo de María y, por ende, recibir al Salvador en esta Navidad?
Para no dudar de la acción de Dios ¿qué haces para conocerlo más, alimentar y cuidar tu fe?
¿Qué podemos aprender de nuestra Madre María Santísima en este evangelio?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Dios te salve María, llena de gracia.
Contemplo en la Palabra de Dios la belleza de tu alma,
tu fe inquebrantable, tu esperanza y caridad perfectas.
Te agradezco tu siempre “Sí” a la voluntad de Dios.
Ruega por nosotros y llévanos a tu Hijo.
Que mis oídos estén siempre atentos
a escuchar tu saludo y así,
ir de tu mano al encuentro con mis hermanos
imitando tu vida de gracia, servicio y amor.
Amén
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces durante la semana un versículo de la Sagrada Escritura para que alimente nuestra fe:
«Señor, muéstranos tu favor y sálvanos»
(Salmo 79).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Imitemos a María que, sin importar los obstáculos y sacrificios, va a servir y a acompañar a Isabel. Seamos presencia de Dios para otros con nuestras acciones.
Propuesta: Identifiquemos a alguna familia o persona que esté viviendo en necesidad o requiera de algún tipo de ayuda. Preparemos con los nuestros una despensa y compartámosla con esa familia o ayudemos con nuestro servicio a esa persona. Dios es nuestra alegría ¡Vivámosla!