El sacerdote Guillermo Sías nos ayuda a reflexionar sobre este tema y nos dice que es precisamente desde lo vivido que se debe pensar en verdaderos propósitos.
Ana María Ibarra
Después de una experiencia difícil como la vivida en el 2020 con la pandemia, puede ser que venga a la mente la pregunta de si vale la pena hacer propósitos para este año que recién inicia.
Para reflexionar sobre este tema, el padre Guillermo Sías compartió que es precisamente desde lo vivido que se debe pensar en verdaderos propósitos.
Un primer paso
Para el padre Guillermo Sías, no se puede pensar en verdaderos propósitos para 2021 si no se toma como punto de partida la experiencia que dejó el año 2020 con la pandemia.
“Ha sido un año difícil y quizá en estos inicios de año nuevo lo viviremos con dificultades. Pero eso no quita que nos abramos a realidades nuevas, buenas y positivas que vendrán con la ayuda de Dios”,
Dijo que para poder tomar conciencia de los propósitos que se deben hacer, primero hay que reconocer cuáles fueron las enseñanzas que dejó el recién concluido 2020.
“Debemos cuestionarnos sobre qué me enseñó, qué descubrí, que me hizo valorar, qué aprendí, incluso de qué me di cuenta, porque, ciertamente, todos somos conscientes de que teníamos muchos proyectos a futuro, a mediano o largo plazo, o incluso en el momento que fueron suspendidos sin que nosotros lo advirtiéramos con tiempo”.
Resaltó que con la pandemia “todo nos cambió”, de tal forma que “la primera experiencia es darnos cuenta que no todo depende de nosotros como lo creíamos, ni de las oportunidades que pudiesen venir. Nos acostumbramos a tener esas seguridades que fueron, de alguna manera, detenidas o incluso suspendidas”, señaló.
Así pues, para el sacerdote la mejor manera de plantear un propósito para este año nuevo, en medio de las secuelas o de las dificultades, es hacerlo con mucha esperanza, con mucha positividad y con mucha oportunidad.
“Todo lo que se ha vivido se invirtió, aunque no lo veamos así. Se invirtió nuestra propia vida con enseñanzas, con realidades que nos hicieron ser humildes y reconocer que ni siquiera el dinero, ni el poder humano, ni la ciencia inmediata podía resolver, ni poderes, ni gobiernos, ni el hombre”.
Desgracia o bendición
Así pues, el sacerdote sugirió primeramente reconocer y aprender de esta realidad y, con humildad, partir desde ahí pensando en qué propósitos se pueden hacer.
“Claro que se vale soñar en ese viaje anhelado que tal vez no alcancé a realizar, se vale seguir disfrutando en las reuniones, en las fiestas, en las convivencias, se vale la promoción de mi profesión, de ir adquiriendo más estudios y recursos materiales, pero con humildad reconocer que eso no es la vida”.
En este sentido, dijo, la enseñanza debe ser que “la vida no es únicamente viajar, ni tener o adquirir, ni satisfacerse”.
“La vida del hombre es trascender a realidades, sin dejar la temporalidad obviamente, porque somos hijos de nuestra historia, de nuestro tiempo, de nuestras culturas, pero estamos olvidando invertir más en el corazón, en el alma, darme cuenta que mi vida y mi libertad le pertenecen a Dios: el tiempo, la salud, la vida, las seguridades”, expresó.
Añadió que, si bien, todo este suceso que detuvo agendas fue visto como una desgracia, en el fondo se debe descubrir como una gran bendición.
“Había mucho ruido y la prisa de las agendas nos hacían insensibles. La bendición es que esta experiencia nos permitió valorar lo que es un abrazo, un beso, incluso valorar la libertad”, dijo.
Resaltó que la cuarentena pudo ser para muchos una frustración, sin embargo, aquello que se pensaba como libertad en realidad era motivo de esclavitud.
“Éramos presas de los ruidos y de una falsa libertad. Podemos pensar que estar afuera y hacer lo que quiera es ser libre, cuando realmente la libertad está adentro, en el corazón, en la relación con Dios”.
Desde ahí, dijo, se pueden enfatizar cuáles son los propósitos, sin quitar los sueños, pero sin ser los mismos de antes de la pandemia.
“Si esperamos que la pandemia termine o que el año nuevo se avecine para seguir haciendo lo mismo y ser los mismos, no serían propósitos que vengan a potenciarme de realidades profundas que Dios me dio oportunidad de valorar, de descubrir”.
Algunos propósitos
El valorar la vida y cuidarla, dijo, es un ejemplo de un buen propósito.
“Cada año nuevo decimos que haremos ejercicio, pero si lo vemos sólo como estética, sería un culto al hombre y no sería una trascendencia de salud. Se debe ver el ejercicio como un valor que me ayude a estar sano para poder servir, para poder amar, amarme y cuidarme con apertura y preocupación del otro”, indicó.
Destacó otro propósito importante: el arraigo en la familia, valorarla.
“Muchas familias perdieron con mucho dolor a un ser querido. Podríamos retomar como propósito de valores profundos el valorar, compartir y conocer más a la familia. Ir a casa es ir a encontrarme con el hermano, no ensimismarme, no encerrarme, no alejarme”.
Y agregó: “Se vale alcanzar el carro del año, pero no sin antes levantar la mirada y reconocer que Dios me enseñó a ver la vida diferente y saber que la vida es breve, corta y qué hay mucho riesgo, pero no por eso diremos, como se dice: comamos y bebamos que mañana moriremos”.
Por lo tanto, señaló, no se debe ver la vida en ese sentido de desorden, de disfrute externo, material, de pasiones desordenadas o no gobernadas, sino darle el punto justo a cada cosa, a cada situación, a cada momento y al tiempo.
“Es ir hacia adelante desde el presente porque nos dimos cuenta que muchos teníamos miedo y ya nos dimos cuenta que no depende de nosotros, sino que todo es una oportunidad. La vida es un misterio, obra de un Dios misericordioso que nos ha permitido vivir esto para aprender algo distinto para hacernos nuevos”.
Una persona nueva
Para el padre Guillermo, esta pandemia “nos ha hecho más sensibles, con la capacidad de captar realidades que la mejor en su momento no captaba por todo lo que me afanaba, por todo lo que vivía”.
Así, dijo que esta experiencia debe ser también una oportunidad para acercarse a Dios y despertar conciencias dormidas, que se acomodan en cosas que perjudican, que no ayudan y no permiten ayudar a otros.
“La mejor manera de hacer un plan de propósitos nuevos de ahora en adelante, no solamente para este 2021, es despertar a un hombre nuevo”.
“Esos son propósitos trascendentales sin dejar de ser humano. Somos personas, tenemos necesidad de trabajar, de dinero, incluso descansar, viajar, pero lo más importante es ser diferentes, hombres y mujeres nuevos”, finalizó.
FRASE
“La vida es un misterio, obra de un Dios misericordioso que nos ha permitido vivir esto para aprender algo distinto para hacernos nuevos”.
Pbro. Guillermo Sías/ Encargado de Casa Sacerdotal