Mons. J. Guadalupe Torres Campos/Obispo de Ciudad Juárez
Buen domingo, terminamos el Año Litúrgico con una fiesta hermosísima, Cristo Rey e iniciamos un nuevo Año litúrgico, hoy primer domingo de Adviento iniciamos un tiempo de preparación, de disponer nuestra mente, corazón y vida, individualmente, pero también como comunidad, al encuentro del Señor en el misterio de su nacimiento, de la Navidad.
Decimos desde la oración colecta, ‘Concédenos Señor el deseo de salir al encuentro de Cristo’, un deseo sincero, auténtico, activo, dinámico, un deseo que es ir al encuentro con el Salvador que se encarna, que nace. Voy al encuentro de Cristo en este misterio de la Navidad con alegría, pero también con determinación, con ese Jesús que nacerá, viene a nosotros. Yo deseo ir a su encuentro porque toma la inciativa, se hace hombre, viene a ti y a mi.
¿Cómo me dispongo a ese encuentro? ¿Cómo me voy a disponer estos domingos de Adviento?, dice la oración, ‘mediante las buenas obras’. Haciendo el bien, ayudando al prójimo, siendo caritativos, haciendo oración y como escuchamos en las lecturas de este día que vamos a reflexionar, prepararnos en todo sentido.
El evangelio de san Lucas que ha sido proclamado comienza diciendo: habrán señales prodigiosas. Como ya empezamos a escuchar al final del tiempo ordinario, así ahora: una serie de signos de la creación que nos avisan que algo sucederá, y estar atentos a esas señales, los signos de los tiempos. Dios nos habla y nos envía señales a través de personas, de su Palabra, de la Iglesia, la familia, el trabajo. Dispónte, prepara tu corazón. Jesús en el evangelio de san Lucas nos dice: pongan atención, levanten la cabeza porque se acerca la hora de su liberación.
En ese tiempo se nos va a bombardear de un consumismo, ofertas por aquí y allá, el materialismo que pretende captar nuestra atención a lo material. Por eso es muy importante lo que san lucas nos dice: ‘pongan atención, no se dejen engañar’, levanten la cabeza, ver bien, escuchar bien qué es lo bueno y qué es lo malo y por eso enseguida nos dice, ‘estén alertas’… velen y hagan oración.
Queridos hermanos este tiempo de Adviento nos invita a estar alertas y velar. Son tiempos fuertes, te invito a que cada domingo y entre semana intensifiques la oración. Es tiempo también de reconciliarnos, de ir a la misa, velen y hagan oración porque el Señor se acerca, viene con gran poder y majestad en ese niño que nos va a nacer, pero es el hijo de Dios.
Por eso, al mismo tiempo, le decimos la frase tan pequeña pero importante del Aleluya ‘Señor, muéstranos tu misericordia y tu salvación’, que sienta que estoy abierto para vivir ese encuentro, en la práctica de la misericordia, en la práctica de las obras buenas.
El encuentro con Dios hecho niño es una experiencia de santidad, de gracia, que nos debe fortalecer en nuestra vida.
Queridos hermanos, vivamos intensamente este tiempo de Adviento que hoy iniciamos, personal, familiarmente y como comunidad, en mi parroquia y en la diócesis, y que esa espera, esa vigilancia se refleje en la caridad, en el amor a Cristo y a los demás.
Sobre Asamblea
Quiero compartirles que hemos participado en la Asamblea Eclesial Latinoamericana que hoy domingo de Adviento concluye. Hemos sido asambleístas, unos de manera presencial otros a distancia a través de lo virtual. Hemos orado juntos laicos, consagrados y consagradas, sacerdotes y obispos de una manera sinodal en la escucha, discernimiento de cuáles son los dolores y esperanzas de América Latina…la evangelización es un tema muy importante, ser discípulos misioneros a partir de una conversión personal, pero se insiste en una conversión pastoral, en nuestras estructuras pastorales a nivel Latinoamericano, México, diócesis, parroquias, cambiar en la alegría.
Tendremos seguramente un documento como resultado de esta asamblea y lo daremos a conocer. Quise compartirles esto para seguir trabajando en este tiempo de gracia, un Kairós que no debe quedar ahí, sino sea un compromiso de conversión y respuesta a las exigencias del tiempo de hoy.
Dios los bendiga y los fortalezca. Un abrazo