Diana Adriano
Como se sabe, en su intención de oración para enero de este nuevo año, el Papa Francisco ha hecho un llamado global a defender el derecho a la educación de los niños y jóvenes afectados por las migraciones, los conflictos bélicos y la pobreza.
El Centro de Atención a Migrantes San Romero de América es otra de las obras católicas que en Ciudad Juárez mantienen un compromiso con la educación de los niños en movilidad, y cumplen así el deseo del papa de mantener vigente en estas personas su derecho a la educación.
Ahí destacan los esfuerzos realizados por varios voluntarios para brindar a los niños migrantes oportunidades de aprendizaje, mientras ellos esperan cumplir el llamado «sueño americano».
El director del centro informó que actualmente, atienden a 12 niños con el apoyo de Centro Kolping, organización que ha sido clave en proporcionar herramientas educativas a los pequeños.
Aunque la cifra parece modesta, la labor del centro resalta la importancia de enfocarse en cada niño como una esperanza para el futuro, buscando transformar su vulnerabilidad en una oportunidad de desarrollo personal y social.
“Cada lección es un paso hacia una vida digna y hacia un porvenir más humano para estos menores”, comentó el director.
Educación y fe
Desde su apertura en julio de 2019, este centro de atención a migrantes se ha dedicado a brindar atención integral a niños y familias migrantes
El equipo se esfuerza para cubrir las necesidades emocionales, sociales y espirituales de quienes llegan buscando refugio. Pero en cierto punto del servicio descubrieron la necesidad de ofrecer también apoyo educativo, pues muchos de los migrantes llegaban con sus hijos, que debieron interrumpir la escuela para emprender la aventura.
“La educación es un derecho fundamental y una esperanza en medio de la incertidumbre que enfrentan estas familias. Queremos que los niños no solo sueñen con un futuro mejor, sino que se preparen para construirlo”, dijo el director.
Así, el albergue no solo acompaña a las familias en su camino de fe, ayudándoles a realizar sacramentos como el bautismo y la primera Comunión sino que también da especial importancia a la la formación académica de los menores.
Para el director, esto es esencial para ofrecer a los migrantes y sus familias un sentido de pertenencia y posibilidades de desarrollo que vieron truncados al decidir salir de su terruño en busca de mejores oportunidades de vida.
Incertidumbre Política
Desde 2019, el equipo que atiende el Albergue San Romero ha sido testigo de la alegría y entusiasmo de los pequeños que asisten a las clases ofrecidas, donde no solo fortalecen su intelecto, sino también su creatividad a través de actividades artísticas y culturales.
Esto también porque la educación en el albergue no se limita a las aulas, sino que se busca que los niños construyan confianza en sí mismos y encuentren formas de expresar su identidad y emociones.
“Es inspirador verlos felices. Sin embargo, es inevitable sentir temor por lo que podría suceder con sus sueños”, expresó el director, refiriéndose a los posibles cambios en las políticas migratorias con la llegada del nuevo presidente de los Estados Unidos.
Pero para este equipo, el Año jubilar que comenzó en la Iglesia Católica trae consigo un mensaje poderoso: la esperanza, con la que continuarán sus labores y el empeño para ofrecer herramientas que permitan a los niños y a sus padres, hacer frente a las adversidades de la mejor manera.
“La fe en que un mundo mejor es posible nos impulsa a seguir adelante, a luchar por los sueños de estos pequeños, que son el futuro de todos», señaló el director.
Por ello subrayó la importancia de no rendirse.
«En este año jubilar, confiamos en que la esperanza prevalecerá. La educación es su escudo y su fortaleza. No podemos permitir que los sueños de estos niños sean silenciados por barreras políticas», concluyó.
Oremos así en Enero 2025
En el video de la Red de Oración Mundial del Papa correspondiente al mes de enero de 2025, el Santo Padre Francisco dice:
Hoy se vive una catástrofe educativa. Y no es exageración. A causa de las guerras, las migraciones y la pobreza, unos 250 millones de niños y niñas carecen de instrucción.
Todos los niños y los jóvenes tienen derecho a ir a la escuela, sin importar su situación migratoria.
La educación es una esperanza para todos: puede salvar a los migrantes, a los refugiados, de la discriminación, de las redes de delincuencia y de la explotación…
¡Tantos menores explotados! Debemos ayudarles a integrarse en las comunidades que los estén acogiendo.
La educación nos abre puertas a un futuro mejor. Y así, los migrantes y refugiados pueden contribuir a la sociedad, ya sea en su nuevo país o en su país de origen, si deciden regresar.
Y No olvidemos que “quien acoge al forastero, acoge a Jesucristo”.
Oremos para que migrantes, refugiados y afectados por las guerras vean siempre respetado su derecho a la educación, educación necesaria para construir un mundo más humano.
La oración que pueden realizar los fieles este mes es la siguiente:
Padre bueno,
Tú quieres que todos podamos aportar en la construcción de un mundo mejor, construyendo puentes en vez de muros.
Te pedimos hoy particularmente por los migrantes, refugiados y afectados por las guerras, que en muchos casos ven amenazados sus derechos a la educación, para que sean respetados y protegidos.
Que, al modo del Corazón de tu Hijo Jesús, cultivemos sociedades acogedoras, promoviendo e integrando a quienes por necesidad han debido partir y alejarse de sus redes de apoyo.
Danos tu Espíritu de parresía, para que nuestras palabras y acciones fortalezcan responsablemente la seguridad de quienes nos llamas a abrazar en razón de su inalienable dignidad. Amén.