Diana Adriano
La Iglesia Católica conmemora en noviembre, 75 años de haber sido proclamado el dogma de la Asunción de la Virgen María, que afirma que la Madre de Dios fue llevada al Cielo en cuerpo y alma, una verdad de fe que llena de esperanza al Pueblo de Dios.
Proclamado el 01 de noviembre de 1950 por el Papa Pío XII mediante la Constitución Munificentissimus Deus, este dogma recuerda que María participa plenamente de la victoria de Cristo sobre la muerte y nos muestra el destino glorioso al que todos estamos llamados.
Para profundizar en su significado, la hermana Georgina Onofre, Misionera de María Dolorosa y doctora en Mariología, respondió a preguntas de Periódico Presencia que nos ayudan a reflexionar sobre la importancia y actualidad de esta enseñanza de la fe.

¿Qué significado tiene para usted la Asunción de la Virgen María?
Es un signo de segura esperanza y de consolación, porque estoy segura de que Cristo, que nos prometió resucitarnos y llevarnos a vivir junto a Él, ya cumplió esa promesa en una persona: en su Madre. Si ya lo cumplió en ella, también lo cumplirá en todos nosotros. Y entre esos todos, estoy yo. Para mí eso es muy importante, porque sé que el Señor cumple sus promesas y eso me abre a la esperanza.
¿Cómo nos ayuda este dogma a comprender mejor el papel de María en la historia de la Salvación?
María está viva, completamente viva. Tiene una misión que Dios mismo le ha confiado: ser nuestra Madre. Y puede ejercerla plenamente porque está viva en cuerpo y alma. Ella nos acompaña, nos guía, intercede, consuela y acoge con ternura como verdadera madre. A diferencia de los santos, que viven ante el Señor en espíritu, María vive plenamente, en cuerpo y alma.
¿Por qué es importante creer que María fue llevada en cuerpo y alma al cielo?
Porque Cristo cumple su promesa de resucitarnos después de la muerte. Él la ha cumplido ya en María. Siendo su Hijo, no iba a permitir que el cuerpo de su Madre se corrompiera en la tumba, sino que la llevó a gozar con Él de la gloria. Además, así puede seguir ejerciendo su papel de Madre, Intercesora y Mediadora de todas las gracias. Es muy importante creerlo, porque ella está gozando ya de lo que también nos espera a nosotros.
¿Qué diferencia hay entre la Asunción de María y la Ascensión de Jesús?
Cuando Cristo asciende al cielo, lo hace por su propio poder, porque es Dios. En cambio, María es una criatura que ha necesitado ser llevada al cielo; no tiene ese poder por sí misma. La Asunción es una gracia que Dios le concede.
La Iglesia celebra 75 años de la proclamación de este dogma, ¿por qué cree que sigue siendo tan actual y necesario hoy?
Porque necesitamos mantener viva la esperanza. Aunque el mundo parezca cada vez más golpeado por el mal, el sufrimiento y la violencia, sabemos que esto no es el final. La victoria final la tiene Cristo, que ha resucitado, y la Iglesia ya tiene en María una persona que está completa, resucitada. Eso nos abre a la esperanza, incluso en medio del dolor.
¿De qué manera la figura de María Asunta al Cielo puede inspirar la vida consagrada y el seguimiento de Cristo?
La vida consagrada se inspira directamente en Jesucristo, pero María, virgen por excelencia, nos enseña cómo poner toda nuestra persona al servicio de Dios. Ella, con su entrega total, es modelo para quienes consagran su vida al Señor. Nos enseña a servir a Dios y a los hermanos con amor, especialmente a los más necesitados. María Asunta es modelo de servicio y fidelidad.
¿Cómo puede el pueblo de Dios vivir este aniversario?
Viviéndolo en la esperanza y en la fe, sin dejar que se apaguen. Reforzando nuestro compromiso con la construcción del Reino desde aquí, desde la tierra, sabiendo que el Señor cumple sus promesas y nos espera del otro lado. Nuestra vida ya es un anuncio de las maravillas que esperamos para la eternidad.
¿De qué manera el dogma de la Asunción nos invita a mirar al Cielo y vivir con esperanza?
Nos invita a saber que cuando cumplimos la voluntad de Dios, el Cielo es nuestra verdadera casa. María, que ya lo logró, nos muestra el camino y nos ayuda a no desfallecer. Ella no sólo es modelo, sino también compañera y auxilio para alcanzar la vida eterna.
¿Qué mensaje dejaría a los fieles para redescubrir la belleza de este dogma y la ternura de la Madre de Dios?
Invito a los fieles a conocer mejor los dogmas marianos, a conocer a María desde la doctrina cristiana revelada por Dios. Las devociones son valiosas, pero es aún más importante conocer quién es realmente la Virgen, lo que hizo y sigue haciendo por nosotros. Conocerla más es también conocer mejor a Cristo y a la Iglesia.
Que se acerquen a la Virgen, que la amen y la dejen entrar en sus vidas. No es lo mismo vivir con madre que sin ella. María es consuelo, ternura y compañía diaria. Además, recordemos algo hermoso: en el Cielo hay un cuerpo de mujer, una criatura humana femenina que ya goza de la gloria de Dios. En un tiempo donde el cuerpo femenino es tantas veces violentado o reducido a objeto, recordemos que Dios ha glorificado un cuerpo de mujer. Eso nos llama a respetar, valorar y dignificar el cuerpo femenino como morada de Dios.


































































