Ana María Ibarra
Este mes de noviembre, con la celebración del día de difuntos llega un tiempo propicio para reflexionar sobre todo lo relacionado con la muerte. Una de estas reflexiones suele ser el juicio final y las postrimerías, es decir, el estado del alma de la persona después de la muerte.
En esta ocasión, el padre Ramiro Rochín reflexionó sobre las almas que se encuentran en el Purgatorio y cómo ayudarles a salir de ese estado.

Qué es
Para adentrarse en el tema, el sacerdote explicó lo qué es el purgatorio citando al Catecismo de la Iglesia (n. 1030): el Purgatorio es la «purificación final de los elegidos que es completamente distinta de los condenados».
“Generalmente se le entiende como un lugar, o un estado, o la manera como las almas que murieron en estado de gracia se purifican antes de llegar al Cielo. Una de las imágenes más tradicionales es la de Dante Alighieri en su Divina Comedia. Por cierto, la palabra «purgatorio» viene del latín «purgare», que significa purificar”, dijo.
Añadió que una de las mejores aportaciones sobre el purgatorio es la que hace Santa Catalina de Génova, quien murió a principios del siglo XVI.
“Esta santa describe el Purgatorio no tanto como un lugar sino como un «fuego interior», donde el alma confronta sus pecados con la infinita misericordia de Dios, acrecentado el dolor de sus pecados y el amor a Dios”, mencionó.
El sacerdote explicó que tradicionalmente a las almas que están en el Purgatorio se les conoce como las “benditas ánimas del Purgatorio”, lo cual, señaló, es correcto.
“Sin duda, son benditas, pues han logrado salvarse para toda la eternidad y, tarde o temprano, estarán en el cielo. También es correcto decir “ánimas”, pues con la muerte se separa el alma del cuerpo (ya en la resurrección de los muertos los cuerpos se volverán a unir a sus almas)”, expresó.

Rezar siempre
El padre Ramiro, quien es licenciado en teología dogmática por la Universidad Gregoriana en Roma, dijo que orar por los difuntos movidos por la esperanza, es una manera que tienen las personas de ayudar a sus seres queridos a pasar del Purgatorio al Cielo, aunque no se tenga la seguridad de que estén ahí.
“Según las visiones de algunos santos, o por mero sentido común, todo parece indicar que no todos se salvan. Es decir, algunos se van al Infierno. Y el Papa Benedicto XVI declaró una vez que «el infierno no está vacío». O sea, no todos van al Purgatorio. Lo que a nosotros nos toca es tener la esperanza de que nuestros difuntos se han ido al Cielo, es parte de la virtud teologal de la esperanza”, señaló.
Al mismo tiempo, admitió que no se puede saber si ya están en el Cielo.
“Si no es así, entonces toca esperar que estén en el Purgatorio. Por tanto, hay que rezar y ofrecer obras buenas por ellos, para que dejen el Purgatorio lo más pronto posible”, enfatizó.
Explicó que rezar por los difuntos es una de las siete obras de misericordia espirituales.
“Hay que rezar por ellos porque, a lo mejor, siguen en el Purgatorio, y necesitan pasar al Cielo. Y hay que rezar por ellos siempre, a menos que tengamos la seguridad de que ya están en el Cielo, y eso ocurre solamente cuando la Iglesia canoniza a una persona. Por ejemplo, ya no hay que rezar por la salvación eterna del Papa San Juan Pablo II”, afirmó.
Oración, único medio de unión entre vivos y muertos
El padre Ramiro expuso que Si bien la Iglesia no se ha pronunciado oficialmente al respecto, tradicionalmente se ha creído que los difuntos pueden escuchar la oración de sus deudos.
“Santo Tomás de Aquino, en su Suma Teológica, enseña que las almas del Purgatorio pueden conocer lo que sucede en el mundo si Dios se lo comunica, y Santa Catalina de Génova menciona cómo esas almas se alegran por las oraciones que se hacen por ellas”, mencionó.
Por otro lado, agregó, las almas del Purgatorio sí pueden interceder por los vivos, pero aclaró:
“Pueden orar ante Dios y ante la Virgen y los santos por nosotros, por puro amor, pero no pueden ofrecer méritos (obras de misericordia, sacrificios, etcétera.) por nosotros, ni por ellas mismas debido a que están en el Purgatorio. O sea, su intercesión no es tan efectiva como alguien que ya está en el Cielo”, aclaró.
Unión, no contacto
La oración, según lo dicho por el sacerdote, es el único medio de unión entre los difuntos y los vivos, pues no existe la posibilidad de un contacto entre vivos y muertos.
“Entramos aquí en un punto controvertido, sobre todo porque a la gente le encanta lo sensacional y amarillista y, tristemente, encontramos a muchas personas que dicen haber visto a un difunto o cosas parecidas. La verdad es que estas supuestas visiones son producidas en la inmensa mayoría de los casos (por no decir todos), por la imaginación de las personas”, afirmó.
Sin embargo, señaló que están los testimonios de algunos santos que han visto a almas de difuntos que les piden oraciones para salir del Purgatorio, pero son casos rarísimos.
Agregó que soñar con alguien que ha fallecido no es necesariamente una manifestación real.
“Mi recomendación a la gente es que dude mucho de esos sueños como manifestaciones de los difuntos y mejor pónganse a vivir como católicos serios. Solo en ocasiones muy especiales puede darse el caso. Me viene a la memoria el sueño que tuvo el asesino de Santa María Goretti, donde le quedó la convicción de que la mártir de la pureza lo perdonaba y lo esperaba en el cielo, y esto fue la causa de la conversión de ese hombre”.
Para concluir, el padre Ramiro recomendó a quienes constantemente sueñan a un familiar fallecido a que recen mucho y ofrezcan sacrificios por la salvación eterna de esa persona.
“Todos tenemos seres queridos que han fallecido. Y hay que seguir amándolos, y esto se demuestra en acciones concretas: rezar constantemente por ellos, llevar una vida ejemplar y hacer muchas obras de misericordia, y muchas de ellas ofrecerlas por su salvación eterna”, concluyó.


































































