- Aquí algunas explicaciones sobre la incorruptibilidad de los cuerpos y su relación con la santidad, luego de la polémica creada sobre el estado del cuerpo del nuevo beato Carlo Acutis.
Agencias
Luego de que el sepulcro del hoy beato Carlo Acutis, fuera abierto el pasado el pasado 1 de octubre del 2020, las redes se llenaron de expresiones de devoción, asombro y alegría, no sólo por parte de los fieles católicos, sino también por quienes al conocer la vida de éste joven, han decidido volver a la fe.
Pero también se han llenado de dudas e incertidumbre, sobre todo por un asunto en especial:
el estado de su cuerpo.
Sobre esto, hay que precisar el cuerpo de Carlo Acutis no está incorrupto, sino, como se ha declarado, está en un estado muy íntegro. Y la Iglesia decidió tratar el cuerpo de este beato, para mostrarlo a los fieles desde antes de su beatificación.
Además hay que aclarar que:
1.La Santidad de una persona no depende del estado de su cadáver.
Por ejemplo, los restos de ni más ni menos que San Francisco de Asís. ¡Grande entre los grandes y pequeño entre los pequeños! para nada está incorrupto, sin embargo, es uno de los santos más importantes de la Iglesia Católica.
Entonces, la santidad depende de las virtudes «heroicas» y «cristianas» que la persona haya llevado en vida.
- Los que acusan a la Iglesia de «engañar» a la gente por tratar el Cuerpo de Carlo Acutis para su veneración deben saber que la Iglesia no tiene reparo en mostrar el deterioro de los cadáveres de los santos, entonces no necesita “engañar” a nadie.
Las razones por las que se ha tratado el cuerpo del hoy beato Carlo Acutis, mucho han de implicar el tiempo en que vivimos y el mensaje que la Iglesia Católica quiere dar a través de sus restos.
Si la Iglesia ha decidido tratar el cuerpo de Carlo, y más allá de eso, si ha decidido dejarle esta vestimenta «ordinaria» (aún pese a las duras críticas de algunos fieles) es por la propia espiritualidad de éste joven. La Iglesia Católica quiere que los jóvenes al ver a un joven similar a tantos, se den cuenta de que ellos mismos pueden ser santos y que la santidad no es cosa lejana e imposible.
Cuerpo incorrupto y cuerpo relicario
Es muy importante saber diferenciar entre un Cuerpo Incorrupto y un Cuerpo Relicario.
Los Cuerpos Relicario, también denominados «Corposanto» son estatuas de cera que a menudo se confunden con cuerpos incorruptos.
No es que la Iglesia quiera «engañar» a nadie, sino que estas esculturas sirven como «recipientes» en cuyo interior se custodian los huesos (por lo general el esqueleto íntegro o casi en su totalidad) de un Santo o Mártir cristiano.
Las «efigies» suelen usar prendas que pertenecieron al Santo en vida, o por lo menos, buscan reflejar la forma en que vestía.
El realismo de estas esculturas de cera provoca que en ocasiones las mismas sean confundidas con cadáveres incorruptos.
Precisamente por tal razón, varias de estas efigies dejan al descubierto a propósito, fragmentos de la osamenta del esqueleto, como parte de las manos y los pies así como los dientes. Estos relicarios suelen estar acompañados de un epitafio y en el caso de los Mártires, con el denominado «Vaso Sángüinem» (un recipiente en cuyo interior se guarda la sangre del Mártir), además de una «Authenticae», un certificado que avala la autenticidad de la reliquia, aportando datos sobre su procedencia y lugar de extracción. (Tomado del blog católico Brother John)
5 de los más notables santos incorruptos
Philip Kosloski/ Aleteia
La Iglesia católica ha reconocido que, en raras ocasiones, ciertos cuerpos de santos no han sufrido el proceso de la descomposición. Esto se considera un acontecimiento milagroso y en los casos más dramáticos el santo llevaba décadas o siglos enterrado y sus restos continuaban intactos. El cuerpo de un santo siempre se investiga antes de ser canonizado y, aunque la decisión última de la canonización no depende de la incorruptibilidad de sus restos, sin duda ayuda a la causa.
Según el padre William Saunders, experto en el tema, esta incorruptibilidad es un “signo de la santidad de la vida de un individuo” y “es indicativo de que los restos mortales de la persona están siendo preparados para la gloriosa resurrección del cuerpo”.
Aquí presentamos a cinco santos que parece que hubieran muerto ayer pero que llevan muchos años en el abrazo celestial de Dios.
- Santa Bernadette de Lourdes, murió en 1879
Marie Bernard Soubirous fue una pastorcita francesa; la Iglesia Católica la canonizó el 8 de diciembre de 1933, tras dar su confirmación a una serie de apariciones marianas que ella tuvo en 1858. Su cuerpo se encuentra incorrupto y puede verse en el Convento de Nevers, dentro de un féretro de cristal.
- San Juan Maria Vianney, murió en 1859
El Santo Cura de Ars, proclamado patrono de los sacerdotes, especialmente de los párrocos. A él acudían sabios e ignorantes en demanda de consejo, convirtiéndose su parroquia en un centro de peregrinación. Murió en 1859 y fue canonizado por Su Santidad Pío XI en 1925. Su cuerpo incorrupto puede ser visto en una urna de cristal en un altar de mármol en Ars, Francia.
- San Vicente de Paúl, murió en 1660
Fue fundador de la Congregación de la Misión, también llamada de Misioneros Paúles, Lazaristas o Vicentinos (1625) y, junto a Luisa de Marillac, de las Hijas de la Caridad (1633). Su corazón se conserva incorrupto en el convento de las Hermanas de la Caridad, en París.
- Santa Catalina Labouré
Luego de que san Vicente de Paúl se le apareció en sueños, Catalina se consagró a la vida religiosa y tuvo apariciones de la Santísima Virgen, quien le entregó y pidió difundir la imagen de la Medalla Milagrosa. Falleció el 31 de diciembre de 1876 en estado de santidad, siendo canonizada el 27 de julio de 1947. Su cuerpo incorrupto es admirado por miles de peregrinos en el convento de la Rue de Bac, en París, en una urna de cristal, aún con el rostro fresco.
- San Juan XXIII, murió en 1963
Fue pontífice romano entre 1958 y 1963. Fue beatificado en el año 2000 por el Papa Juan Pablo II, durante el Jubileo. Ha sido llamado «el Papa bueno». Cuando fue exhumado en el año 2000 se halló que su cuerpo, gracias al excelente embalsamado al que fue sometido, estaba totalmente incorrupto, estando en la misma posición en la que había sido enterrado en 1963. Su cuerpo se expone en una urna de cristal en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.