Diana Adriano
El domingo 27 de abril, segundo domingo de Pascua, la comunidad de El Señor de la Misericordia vivió con entusiasmo su tradicional fiesta patronal, una celebración llena de color, música y unidad. El evento reunió a familias enteras y fieles devotos en gran alegría y unidad.
Corrieron hacia la meta
La jornada arrancó con la venta de comida típica y la esperada Carrera del Jubileo, competencia que en esta edición se renovó con competencias de 9 y 4 kilómetros.
Esta fue la cuarta edición de la Carrera El Señor de la Misericordia.
“Gracias a Dios tuvimos muy buena respuesta. Se juntaron con otras dos carreras, una de circuito y otra pedestre, pero aun así la comunidad respondió con mucho entusiasmo”, dijo Karla, del equipo coordinador.
Este año, la carrera tuvo un significado especial, ya que se llevó a cabo unos días después del fallecimiento del Papa Francisco. Como homenaje se colocó una imagen suya en la meta, símbolo de su ejemplo de fe.
“El Papa Francisco llegó a la meta final, la meta que todos queremos alcanzar: la presencia de Dios”, expresó Karla conmovida.
La carrera culminó con una premiación en efectivo para los tres primeros lugares en las categorías varonil y femenil de 9 kilometros
“Invitamos a todas las comunidades de nuestra Iglesia a practicar y ser promotores del deporte como una forma de mantener sano nuestro cuerpo y también de pensar positivamente”.
Encomendados a Dios
Horas después de la carrera, la comunidad de El Señor de la Misericordia se reunió para celebrar el momento más importante del día: la Santa Misa solemne, presidida por el obispo don J. Guadalupe Torres Campos en ese Domingo de la Misericordia.Previamente, fieles peregrinaron como hacen tradicionalmente en su fiesta patronal, hasta llegar al templo para comenzar la Eucaristía.
“Estamos de fiesta porque Cristo ha vencido, ha resucitado. ¡Aleluya, aleluya!” dijo para luego invitar a reflexionar desde dos grandes verdades: el poder de Dios y su misericordia.
“Dios es omnipotente porque tiene todo el poder, toda la gloria. Pero, por otra parte, ese poder lo expresa con misericordia, no con guerras ni conquistas humanas o materiales. El poder de Dios es misericordioso…es Vida», explicó.
El obispo subrayó que celebrar la resurrección de Cristo es también celebrar el amor misericordioso del Padre, quien resucita a su Hijo como signo de esperanza para toda la humanidad.
“Como decía el papa Francisco de feliz memoria, recientemente fallecido: Dios usa el poder con misericordia y con amor’”, recordó.