Pbro. Lic. Leonel Larios Medina/ Sacerdote católico y licenciado en comunicación social
El domingo primero de agosto se realizó en México la primera consulta nacional ciudadana, organizada por el INE, respecto a juzgar o no a los expresidentes. Las consultas o referéndums, se realizan para escuchar al pueblo respecto a un Sí o un No, en temas que, según el resultado se podrá vincular hacia una ley.
Tomando este tema de la ley, y sin ser un experto en ella, pues los abogados dedican muchas horas de estudio y desvelos a ello, quiero partir de la definición que nos proporciona la real academia española: “Precepto dictado por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para el bien de los gobernados”. Además, en otra acepción habla de una norma fija, como las leyes de la naturaleza. Es algo fijo, con cierta estabilidad, pero susceptible a modificarse buscando la justicia y el bien de los gobernados.
Esta consulta, que tuvo una redacción muy jurídica que pocos entendíamos, así como una receta médica escrita a prisa, la mayoría de los ciudadanos la entendimos como ¿Debemos juzgar o no a los criminales? ¿Aplicamos o no la ley? ¿Los metemos a la cárcel o seguimos manteniéndolos? En definitiva, la mayoría pensamos todavía que estamos en un marco de derecho donde las leyes deben aplicarse con pruebas y denuncias; pare luego ser juzgados por autoridades competentes y dictar sentencia.
Descubro que lo vivido, que tiene su mérito por ser primera, pero que dista mucho de ser un ejercicio democrático maduro, me lleva a ver a los ciudadanos de a pie que cada día preguntan en sus compra-ventas: ¿Con factura o sin factura? Como si evadir al SAT sea una “ley” no escrita, pero una triste costumbre arraigada en muchos. Hablando de dichos populares también se dice: “la ley se hizo para romperse”, a esto yo me pregunto si fuera esto verdad, ¿Para qué se redactan leyes y hacen constituciones políticas? Entiendo las actualizaciones y reformas, pero la ilegalidad no puede ser la norma.
Nuevamente llegamos a la conclusión de que nuestra formación cívica y política está en pañales. Pensamos que las leyes nos quitan libertad en vez de garantizarla y fomentar la sana convivencia. El poco respeto por las leyes, del tipo que sean: viales, electorales, mercantiles, penales, etc., nos lleva más hacia la barbarie que a una sociedad civilizada, donde el respeto al otro sea el común denominador.
Incluyo aquí un sentimiento que día a día crece en los mexicanos, y es el de la impunidad. Se castiga a los pobres que roban y se deja libres a los ex gobernantes que llenan arcas con el erario público. Así como el hijo del rico sale de barandilla, fomentándole su mala conducta, mientras el pobre pasa la noche sin tener quien interceda por él, hasta que se levante el abogado de oficio, esperando que no sea domingo. Leyes justas y aplicadas, parecen ser el sueño de todo país democrático.
Junto con esta responsabilidad ciudadana de mejorar nuestro respeto por la ley, refiero la gran responsabilidad que tienen los diputados locales y federales, para promover iniciativas de leyes que beneficien a todos y que desquiten el sueldo y la confianza que el pueblo les ha brindado. Representan las necesidades, anhelos y aspiraciones de pobres y profesionista; de mujeres y hombres que deseamos un mejor país para vivir. Esfuércense por lograr que ese país sea México y no pregunten si queremos vivir con ley o sin ley.