Mons. J. Guadalupe Torres Campos
Deseo se encuentren muy bien, llenos de alegría y gozo en el Señor. Llegamos a la Semana Santa y la iniciamos con el Domingo de Ramos, bendiciendo los ramos, que significan la alegría de abrir nuestras casas, nuestra ciudad, corazón y vidas al rey.
¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Esta es la primera parte, bonita, gozosa, que nos invita a abrir nuestro corazón a Jesús. Agita la palma de tu fe, recibe a Cristo, pero en serio, únete a estos momentos que vamos a vivir, acéptalo con alegría, díle de corazón ¡Hossana, bendito Tú, el que viene en el nombre del Señor!
Pasión de Cristo
Pero por otra parte leeremos en el evangelio de san Mateo la Pasión. Sabemos que es una lectura larga, con grandes aspectos a reflexionar. Es hermosa y es imposible en unos cuantos segundos o minutos poderlo ver todo, sin embargo quisiera comentar algunos aspectos importantes de la Pasión de Jesús en el evangelio de san Mateo.
Ya desde que Judas entrega a Jesús -dirá otro pasaje- por unas monedas, yo también lo entrego. ¿Cuántas veces lo entrego con mi silencio, con mi indiferencia o apatía, con mis actos? Contemplamos pues a Judas.
Y luego viene ese momento de la cena, donde preparan un lugar y ahí celebra la Eucaristía: tomen y coman, tomen y beban. Anticipa lo que va a suceder después, existencialmente, de su entrega, con esta acción: instituyendo la Eucaristía. ¿Cuáles son las reacciones de todo lo que está pasando? el mismo Jesús lo advierte: ‘se van a escandalizar de mí esta noche’. Cómo a veces, con nuestro comportamiento, nos escandalizamos de alguna manera.
Pedro dice ‘yo nunca me voy a escandalizar’, pero Jesús le anuncia: ‘esta misma noche me habrás negado tres veces’ …yo debo confesar: me veo reflejado en Pedro, negamos a Jesús, ¿Cuántas veces niego a Jesús? ¡Muchas veces!, por eso le pido perdón.
Viene el momento de Getsemaní, él se dispone a velar en agonía, les indica ‘quédense, velen y hagan oración’, pero curiosamente ellos se duermen mientras Jesús está en oración. A ti y a mí también nos dice ¡Vela y ora!, pero ¿Cuántas veces mejor me duermo, me distraigo, me olvido, hago otras cosas? y lo más importante es velar y orar. Toda esta Semana Santa es de velar meditar el misterio de Cristo.
Judas lo entrega con un beso en la mejilla y Jesús es aprehendido y se cumple lo anunciado por Jesús. Se lo llevan, Pedro lo niega, Jesús comparece ante Pilatos, es juzgado injustamente.
Vemos luego al mismo Judas arrepentido por haber entregado al Señor ¿Cuántas veces yo lo entrego, lo juzgo, me olvido de Jesús?
Debo meterme a la escena del griterío de la gente ¡Crucifícalo! Y ver cómo me he comportado con Jesús: ¿Con amor, fidelidad, con dureza, indiferencia?
A Jesús lo desnudaron, lo golpearon y un hombre de Cirene le ayuda. Escriben en su cruz, ‘Ese es el rey de los judíos’…Todo eso Jesús lo sufre tanto, que estando en la cruz exclama: ‘Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?
Y dice el texto: ‘dando un fuerte grito, expiró’ y hacemos una pausa. Jesús muere para salvarnos.
Y vemos cómo el firmamento expresa su dolor, valga la expresión, pues el velo del templo se rasgó, se abrieron los sepulcros.
Acompañar a Jesús
Entonces hay que contemplar a Jesús en su Pasión y Muerte, que ha dado la vida por ti y por mí, a pesar de lo que soy, de mis pecados, de mi maldad.
Acompañemos a Jesús, a Cristo en estos días de Semana Santa, oremos, estemos en vela, meditemos el misterio, hagamos silencio. Por eso decimos desde la oración colecta: ‘Concédenos, Señor, seguir las enseñanzas de su Pasión y merezcamos participar de gloriosa Resurrección’.
Te invito, querido hermano, a vivir estos días santos tranquilos, en paz, meditando los misterios, participando en las celebraciones.
Ubicar que estamos celebrando en estos días el misterio central de nuestra fe.
Cuídense mucho los abrazo y los bendigo.