Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Les saludo con mucho cariño, deseo que se encuentren muy bien. Domingo IV del Tiempo Ordinario. El Evangelio de san Marcos que hoy se proclama tiene una fuerza tal, que nos invita a poner atención a Jesús que sigue enseñando y habla con autoridad.
Dice san Marcos ‘Jesus llegó a Cafarnaún, fue a la sinagoga y se puso a enseñar’. Jesús enseña, predica, habla del Reino – parábolas- pero también enseña con acciones, es compasivo, perdona, sana. Y dice que la gente estaba admirada, asombrada de sus palabras. Un aspecto muy importante al que Marcos nos invita: asombrarnos. Hoy día parece que nada nos asombra, sobre todo en el tema de Dios.
¿Cuál es mi actitud al escuchar a Jesús, al escuchar la palabra de Dios?, ¿Permanezco indiferente, no me dice nada? ¡Asombrarme, admirarme! para mostrar el gusto y la alegría de escuchar a Jesús.
Señala Marcos que Jesús enseñaba con autoridad, que en primer lugar le viene de Dios Padre; autoridad porque dice la Verdad, autoridad porque denuncia el pecado e invita a la conversión, y autoridad porque es coherente: lo que dice, lo avala con su vida.
¿Cómo hablamos nosotros? ¿Con autoridad? ¿Cómo nos expresamos? ‘autoridad’ en el buen sentido de la palabra, como Jesús: con amor, decisión, firmeza, con caridad y sobre todo con coherencia. ¡Qué mejor autoridad que la verdad, el amor y el servicio!
Dice el texto de san Marcos que había un hombre poseído por un espíritu inmundo y que este hombre grita: ¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret?
Entendemos que el que grita no es el hombre, sino el espíritu inmundo, el demonio, que reconoce a Jesús, sabe quién es. Eso es importante: el mal -el demonio- sabe quién es Jesús, y dice: ¿Has venido a acabar con nosotros?
Aquí lo importante es que nosotros, con la gracia de Dios, iluminados con la gracia del Espíritu Santo, reconozcamos a Jesús. Creer en Jesús, aceptar su Palabra, que dice con autoridad y me invita a convertirme y a cambiar. Creer en Jesús. Hay que reconocer a Dios, la presencia de Jesús de Nazaret, el Mesías, el Salvador en mi vida.
Ante este grito del hombre, Jesús le ordena ¡Cállate, sal de ahí!, Jesús tiene el poder para expulsar demonios, y hay que aplicarlo a nuestra vida: todos tenemos nuestros propios demonios, espíritus inmundos, y es Jesús, con su poder, Palabra, compasión y misericordia, que quiere liberarme de mis demonios. Por eso debemos decirle ¡Aparta de mi este espíritu del mal, esta inclinación, este mal pensamiento, apártalo de mí!, y aplicarlo con mucha humildad y valentía.
Y efectivamente -dice el texto- el espíritu salió de aquel hombre sacudiéndolo. Entiendo que a veces es necesaria esa fuerza del Espíritu, ese poder de Dios.
El evangelio dice que la gente quedó admirada y se pregunta ¿Qué nueva doctrina es esta?…lo importante es que quede la inquietud en nosotros, la semilla de la fe, la luz del Espíritu, porque hay muchos espíritus malignos en la sociedad, en la nación, en la familia. Señor, ven expulsa estos demonios, estos espíritus malignos que dañan y dividen, destruyen la gracia.
Por eso le pedimos -antífona- Sálvanos, y hemos cantado -salmo-, Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Les animo a estar abiertos a la voz de Dios todo este tiempo ordinario, en vistas a mi conversión y respuesta al Señor.
Por otra parte les recuerdo que este 2 de febrero próximo celebraremos la Presentación del Señor, la Candelaria, y celebramos en este marco festivo el Día de la Vida Consagrada, nuestros hermanos y hermanas que consagran su vida al servicio de Cristo con distintos carismas en el amor al prójimo. El 2 de febrero tendremos una misa para agradecer el don de la Vida Consagrada en la diócesis y pedir por ellos. Será en la parroquia San Judas a las 5.30 de la tarde, para que, si deseas, asistas y nos unamos en la Eucaristía para pedir por ellos.
Que el Señor les bendiga abundantemente. Un abrazo.