El próximo 22 de febrero estaremos celebrando la Fiesta de la Cátedra de San Pedro. Hasta 1960, hubo dos fechas para esta celebración: una el 18 de enero -referida a la sede de Roma- y otra el 22 de febrero -referida a la sede de Antioquía-. En 1960, el Papa Juan XXIII unificó ambas fiestas suprimiendo la del 18 de enero. Con esta fiesta se rinde homenaje al primado y autoridad de san Pedro. La palabra cátedra significa asiento, trono, o sede y es la raíz de la palabra catedral, la sede desde donde un obispo gobierna su diócesis y predica el evangelio. Para prepararnos a esta celebración, estaremos publicando una serie de artículos tomados del libro “Y sobre esta Piedra”, siendo este el primero de ellos en el que hablaremos sobre la primacía del apóstol Pedro.
En efecto, pues, el Nuevo Testamento presenta al apóstol como el primero entre iguales, pero ¿qué clase de primacía tiene? Al respecto, Jesús ha dicho: «el que quiera ser el primero, sea el servidor de todos» (Mt 20,27); por lo tanto, la primacía es diaconal, de servicio. Esta es la razón por la cual, cuando el Papa se dirige a toda la Iglesia en algún documento, este comienza así: “N. Obispo, Siervo de los Siervos de Dios”.
De tal manera que Pedro tiene la iniciativa de la primera sucesión apostólica, la de Judas Iscariote (cf. Act 1,15-22), hace la primera curación milagrosa después de la resurrección de Jesús (cf. Act 3,6-7) y, en las listas de los apóstoles, Pedro es colocado siempre en primer lugar, en contraste con Judas, quien es colocado al final.
Si se observa con atención, el capítulo veintiséis de Mateo termina con la aprehensión previa a la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, momento de miedo y persecución en el que suceden las negaciones de Pedro. En el evangelio de Juan, estas tres negaciones tuvieron un carácter restaurativo después de la resurrección cuando, hacia el final del evangelio, después de comer, Jesús le pregunta tres veces: ¿me amas? ¿me amas más que estos? ¿me quieres? Pedro le dirá ¡Sí, te amo! Y Jesús le responde: pastorea mis ovejas.
Pablo y Pedro
Por otro lado, es importante recordar que Pablo siempre respetó la primacía petrina, aun atreviéndose a corregirlo cuando su actitud no era la correcta. Además, si bien Pablo escribió sus cartas en griego, suele dirigirse a él por su nombre arameo, Kefah; de tal manera que Pablo tenía muy claro quién era Pedro. Por eso es interesante que Pablo, al hablar de la transmisión de la fe, haciendo una síntesis kerigmática (del anuncio del evangelio), incluye esta primacía de Pedro, primer testigo ocular de la resurrección; en otras palabras, la primacía petrina está en el kerigma de san Pablo (1 Cor 15,3-5).
También, cuando comienza su carta a los Gálatas (Gal 1,15-18), Pablo hace notar que él también es apóstol, llamado directamente por Jesucristo, si bien después de los Doce, por lo tanto, se pone al mismo nivel jerárquico de los apóstoles, pero sin contradecir la primacía de Pedro, por lo cual hizo todo lo posible para ir a Jerusalén a encontrarse con él.
Además, en el drama de la famosa corrección paulina, se puede observar que Pablo lo que reprocha son las actitudes de Pedro hacia los no judíos, y no cuestiones de doctrina y fe. El problema consistía, principalmente, en querer circuncidar a los paganos que aceptaban a Cristo. Como fruto de esa confrontación, reunido el sínodo apostólico en Jerusalén, el Espíritu Santo habló a través de ese Pastor instituido por Cristo, en una solemne cátedra petrina:
«Y, como arreciaba la discusión, Pedro como cabeza de todos se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros; y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar? Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.» Entonces toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todos los signos y prodigios que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles» (Act 15,6-12)
Primacía petrina
Este acontecimiento manifiesta, sin duda, la primacía petrina, si bien es cierto que, cuando Pablo cuenta lo sucedido a los Gálatas (Ga 2,1-21), da la impresión de tener más autoridad que Pedro, sin embargo, el simple hecho de que haya sido Pedro el que tuvo que levantarse para hablarle a los apóstoles y presbíteros, y que ellos (incluido Pablo) aceptaran su palabra como definitiva, indica lo contrario.
Sería, pues, un largo y arduo trabajo citar todas las apariciones de Pedro en la Biblia para comprobar su primacía, sobre todo porque es el personaje mencionado más veces en el Nuevo Testamento, después de Jesús. Por eso, para concluir, se puede citar el pasaje de Act 2,14, en el cual, además de que Pedro es el único llamado por su nombre, se puede observar que él es, precisamente, el primero en predicar el gran día del cumplimiento de la promesa del Padre, el día de Pentecostés, el día del Espíritu Santo.
«Entonces Pedro, poniéndose de pie con los Once, levantó su voz y les dijo: judíos y habitantes todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras» (Act 2,14)
Este suceso revela, sin duda alguna, que la primacía petrina estaba latente en los autores sagrados. La predicación kerigmática y llena del poder del Espíritu Santo que Pedro hizo como cabeza, culmina con la conversión y perseverancia de unas ¡tres mil personas!
«Así pues, los que acogieron su palabra fueron bautizados. Y aquel día se les unieron unas tres mil personas. Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones» (Act 2,41-42)
También te puede interesar el siguiente programa de Radio Guadalupana: