María Gómez Fernández/ periodista católica
El Dicasterio vaticano para la Comunicación publicó ‘Hacia una plena presencia’, una reflexión pastoral sobre la interacción en redes sociales, y más concretamente sobre cómo la Iglesia y los cristianos tienen que estar redes sociales.
Guiado por la imagen de la parábola del buen samaritano, el texto propone que esa presencia contribuya a una cultura del «amor al prójimo» en la esfera digital.
El documento es fruto de la reflexión de expertos, educadores, jóvenes profesionales y líderes, laicos, sacerdotes y religiosos. No pretender ser una guía precisa para el ministerio pastoral en esta área, sino promover una reflexión común sobre nuestras experiencias digitales.
Aunque a día de hoy siga habiendo personas que cuestionan si la Iglesia y sus miembros tienen que mantener una presencia activa en las redes sociales, ese debate se zanja de manera sencilla si nos radicamos en el «Id por todo el mundo y anunciad a todos» evangélico. La misión es incontestable: hay que estar donde la gente está.
El Concilio Vaticano II aseguró que los medios de comunicación social «contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios» (Decreto Inter Mirifica, 2).
Y Pablo VI en la exhortación apostólica postsinodal Evangelii Nuntiandi sobre la evangelización en el mundo actual, insistía de manera muy gráfica: «La Iglesia se sentiría culpable ante Dios si no empleara esos poderosos medios. En ellos encuentra una versión moderna y eficaz del púlpito. Gracias a ellos puede hablar a las masas” (n. 45).
Así pues, la cuestión no es si usar o no estos poderosos medios de comunicación social, sino cómo tenemos que hacerlo.
El papa Francisco, por ejemplo, no se cansa de repetirlo: Internet, las redes sociales, los blogs y otros canales similares están bien, siempre y cuando sean un instrumento que nos lleve al encuentro con el otro.
Y así llegamos a este nuevo documento.
Tampoco aquí se cuestiona si hay que interactuar o no con la cultura digital. Eso se da por hecho. La cuestión es «cómo» hacernos presentes «de manera auténtica» en nuestro «viaje común por las ‘autopistas digitales’”.
Algunas preguntas que se hace el documento: ¿qué tipo de humanidad se refleja en nuestra presencia en los ambientes digitales? ¿Encuentra nuestra fe expresiones digitales vivas y frescas? ¿Quién es mi “prójimo” en las redes sociales?
Y una que nos parece crucial: ¿cuánto en nuestras relaciones digitales es fruto de una comunicación profunda y sincera, y cuánto está meramente conformado por opiniones incuestionables y reacciones apasionadas?
El documento advierte contra algunas “trampas”: «los discursos agresivos y negativos», «la violencia, el abuso y la desinformación», «los seudónimos», «la tentación del individualismo y el autoengrandecimiento», «reacciones rápidas, suposiciones engañosas y comentarios impulsivos», “comportamientos extremos”, “indiferencia, polarización y extremismo”…
Párate y piensa si reconoces ese comportamiento de haters, odiadores que reaccionan con vehemencia y discursos negativos; piensa si tú mantienes ese comportamiento, y si eso es lo que se espera de un cristiano
Ojo aquí, que nos parece una de las claves de este texto (y del pontificado): “Cuando los individuos no se tratan unos a otros como seres humanos, sino como meras expresiones de un cierto punto de vista que ellos no comparten, estamos ante otra expresión de la ‘cultura del descarte’ que difunde la ‘globalización’ -y la normalización- de la indiferencia. Aislarse en los propios intereses no es el camino para restaurar la esperanza”.
El documento nos pide escuchar, sentir al otro, hacerse cercano. «Ver el valor y la dignidad de aquellos con quienes tenemos diferencias», que es algo contracorriente a veces en redes sociales y que incluso a veces lo es offline… pero qué hay más a contracorriente que el Evangelio.
El texto es bastante amplio y recomendamos leerlo entero. Pero si eres uno de esos locos de la “autopista digital” y vas justo de tiempo, compartimos tres frases con las que hay que quedarse:
- “Portarse como prójimo en el ambiente de las redes sociales requiere intencionalidad. Y todo comienza con la capacidad de escuchar bien, de dejar que la realidad del otro nos toque. La escucha es una habilidad fundamental”.
- “Comprometerse a escuchar en las redes sociales es un punto de partida fundamental para avanzar hacia una red hecha no tanto de bits, avatar y ‘me gusta’, como de personas”.
- “Muchos creadores de contenido cristianos se preguntan: ¿cuál es la estrategia más eficaz para llegar a más usuarios-personas-almas? (…) No estamos presentes en las redes sociales para ‘vender un producto’. No estamos haciendo publicidad, sino comunicando vida, la vida que se nos ha dado en Cristo. Por eso, todo cristiano debe procurar no hacer proselitismo, sino dar testimonio”.