¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado! (Lc24,34)
El anuncio de la resurrección de nuestro Señor resuena en toda la tierra y recorre el día de hoy, todos los caminos para llegar a todos los pueblos. Un anuncio siempre nuevo, siempre actual, pronunciado desde la misma tumba vacía de nuestro Señor Jesucristo por primera vez (Lc. 24,5-6), el eco de su voz llega hasta nuestro tiempo, con la misma frescura, con la misma novedad. Dejémonos sorprender: una vez más Cristo ha resucitado, y con ello ha ganado para nosotros la Vida Nueva; la Vida Eterna (CCE 989), y sintiendo este nuevo aliento, anunciemos a los demás la alegre noticia de la salvación. Recordando con profundo cariño a tantos y tantos hermanos nuestros que a lo largo de nuestra historia han escuchado el mensaje de la Salvación y se han esforzado por hacerlo llegar a todos los ambientes y rincones de nuestra querida diócesis. De una manera especial, cómo no mencionar al inolvidable Don Manuel Talamás Camandari, primer obispo de nuestra Diócesis de Ciudad Juárez y a quien le sucedió en el cargo el eminentísimo cardenal Don Juan Sandoval Iñiguez , y mi estimado predecesor, el excelentísimo Don Renato Ascencio León. Cada uno de ellos, trabajando intensamente, de la mano de tantos servidores, dieron a nuestra Iglesia diocesana, el rostro que hoy tiene.
A la luz de nuestra Pascua, cómo no tener presentes tres acontecimientos eclesiales vividos a lo largo de los últimos años que nos llaman a un renovado servicio pastoral:
La inolvidable visita del papa Francisco a nuestra diócesis, que con su mensaje y su presencia, nos urgió a trabajar en la pastoral penitenciaria, en el mundo del trabajo, en el servicio a los migrantes, en la atención a las víctimas de la violencia y sus familias.
Las asambleas de pastoral realizadas en la parroquia El Señor de la Misericordia entre el 2019 y principios del año 2020, cuando pudimos analizar, con una nutrida participación eclesial, nuestras fuerzas y debilidades, las amenazas y oportunidades de cada una de las dimensiones pastorales que se han de encarnar en cada decanato y parroquia de nuestra Diócesis.
La elaboración del Proyecto Global de Pastoral de la Conferencia del episcopado mexicano, y el Encuentro Diocesano de Diálogo celebrado el día 2 de octubre del pasado 2021 donde pudimos reflexionar las opciones pastorales de los señores obispos, y elaborar propuestas para hacerlas realidad en nuestra Diócesis.
Contemplar a nuestro Señor Resucitado, nos permite descubrir las marcas de las heridas sufridas en su dolorosa Pasión (Jn. 20,26-28). Y así podemos contemplar también, las heridas que la pandemia y sus dolorosas secuelas han dejado en nuestras familias y en nuestra sociedad, el dolor de los hermanos que dejando su pueblo han venido en busca de un futuro mejor, afrontando las diversas dificultades y retos que implica la migración, contemplar también las diversas realidades dolorosas que se viven en nuestra diócesis, situaciones que, como en otras partes del país, nos han rebasado en mucho, y que son un verdadero calvario para personas, familias, y comunidades enteras, en una espiral de dolor (PGP 56) que afecta particularmente a los más vulnerables, los pobres, los niños y las mujeres.
Escuchar de nuevo el alegre mensaje de la Pascua: ¡Cristo ha resucitado! (Lc 24,34), debe suscitar en nosotros esa expresión jubilosa: ¡Aleluya! Y a la vez, el deseo de llevar esta noticia a todos nuestros hermanos. El anuncio de Cristo resucitado ha de ser para nosotros también, ocasión para vivir una conversión pastoral, que nos lleve a que todas las estructuras de nuestra Iglesia diocesana, se transformen en instrumentos adecuados para la evangelización del mundo actual. La propuesta del papa Francisco en la Evangelii Gaudium de una Iglesia en dinamismo de salida, nos pide vivir una comunión misionera, comunión que brota de la unidad entrañable con el Señor de todos y cada uno, pero que se verifica en los lugares de encuentro con Cristo, particularmente aquellas periferias que necesitan la luz del Evangelio y que nos llaman a atrevernos, a salir de la propia comodidad (EG 20).
La alegría de la resurrección de Cristo, es una alegría misionera (Lc 24,9-10), que quiere llegar a todos. Nos hace falta dar un nuevo impulso a nuestra Iglesia Diocesana, mediante un instrumento que guie el trabajo pastoral de manera orgánica, organizada y en comunión, con alegría, gozo y valentía hacia la misión evangelizadora de la Iglesia. Un instrumento que responda de manera fresca y nueva a las necesidades actuales de nuestra comunidad. Suscitando de manera comprometida la conversión pastoral del pueblo de Dios (EG 24).
Por todo ello, después de un intenso trabajo donde han participado sacerdotes, consagrados y consagradas, laicos y laicas de todos los decanatos de nuestra Diócesis de Ciudad Juárez, con inmenso amor de padre y pastor, y con una gran esperanza, promulgo hoy, este Proyecto Diocesano de Pastoral de la Diócesis de Ciudad Juárez, que en adelante, ha de ser el instrumento que guíe nuestro quehacer pastoral.
Confiamos nuestro Proyecto Diocesano de pastoral a Santa María de Guadalupe, Reina de México y Patrona de nuestra Diócesis y a San Lorenzo, intercesor infatigable y patrono de nuestra Diócesis también desde antes de su fundación, que, por su ejemplo e intercesión, podamos llevar la Luz de Cristo Resucitado a todos nuestros hermanos.
Dado en la Diócesis de Ciudad Juárez el día de la Pascua del Señor.
17 de abril del año 2022
+ J. Guadalupe Torres Campos
Obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez