Dra. Velia Collazo/ Abogada derechohumanista
A finales de diciembre del año 2021 celebramos la fiesta de la Sagrada Familia como lo marca el calendario litúrgico; así mismo, cada primer domingo de marzo se conmemora el día de la familia, y con ello se puede analizar si las familias vivimos a su imagen. En este orden de ideas, en el libro del Eclesiástico 3,3: se menciona «El que honra a su padre expía sus pecados. El que respeta a su madre acumula tesoros».
En la actualidad el término «familia» significa realidades diversas. En sentido amplio, es «el conjunto de personas mutuamente unidas por el matrimonio o la filiación»; o aún «la sucesión de individuos que descienden unos de otros», es decir, «un linaje o descendencia», «una raza», «una dinastía».
Cabe mencionar que, la Sagrada Familia también provenía de un linaje, el del rey David, y de la misma manera como la familia de hoy, tuvo que afrontar y vivir con grandes problemas; por ejemplo, la pobreza extrema, autoridades violentas y transgresoras de los derechos fundamentales, autoritarias, debían pagar altos impuestos, recorrer caminos peligrosos por los que había que transitar.
Por otro lado está la dramática situación que vivía cada uno de sus miembros: un padre que biológicamente no lo era, sin embargo, debía ejercer autoridad, así como predicar y educar con su ejemplo a un niño que era Dios, con espíritu de niño inquieto; una madre que veía crecer a su hijo, en silencio, y que debía atender un hogar, una familia con una condición diferente, un hijo que era niño y Dios; y un hijo que rebasaba la dependencia natural (muchas familias viven una situación similar, con hijos que sufren alguna discapacidad ya sea social, psicomotora o motora), en tiempos de pandemia situaciones precarias, muy semejantes a lo que vivían Jesús, José y María.
Por ello, las familias de hoy deben acudir a la Sagrada Familia, a fin de aprender a vivir el amor y el sacrificio, conscientes de que la gracia del sacramento del matrimonio, fortalece a los esposos para sacrificarse el uno por el otro, y ambos por los hijos.
Cada familia debe preguntarse: ¿mi familia vive a imagen de la Familia de Nazareth, hemos llorado juntos los problemas, nos hemos postrado ante esa Sagrada Familia, a fin de atravesar las vicisitudes de la vida cotidiana?; Y si tenemos un hijo con una condición diferente ¿Cómo la afrontamos?, ¿La ponemos en manos de Dios o nos lamentamos, porque creemos que sólo nuestra familia vive tal circunstancia?,
Recordemos que ya en tiempos que Dios vivió como niño, María y José también debían enfrentar su condición de Niño y Dios, que también se enfrentaban a los cuchicheos de su comunidad, pero ellos oraban.
¿La familia de cada uno, estimado lector, ora, se queja o toma decisiones? Y lo más importante para todo cristiano, ¿cómo celebrará este día internacional de la familia?, ¿Acudiendo a misa, agradeciendo a Dios por gozar de la compañía de su familia?