Lectio Divina correspondiente al 11 de septiembre, Domingo XXIV del Tiempo Ordinario … Reflexión y acción de la Palabra de Dios, con la guía de integrantes del Instituto Bíblico san Jerónimo…
Samuel Pérez/ IBSJ
- Lectura: ¿Qué dice el texto?
Lucas 15, 1-32
Entre tanto, todos los que recaudaban impuestos para Roma y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: -Este anda con pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les dijo esta parábola: -¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar a la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros lleno de alegría, y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!”. Pues les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
También les dijo: -Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde”. Y el padre les repartió los bienes. A los pocos días, el hijo menor recogió sus cosas, partió a un país lejano y allí despilfarró toda su fortuna viviendo como un libertino. Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en aquella región, y el muchacho comenzó a pasar necesidad. Entonces fue a servir a casa de un hombre de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Para llenar su estómago, habría comido hasta el alimento que daban a los cerdos, pero no se lo permitían. Entonces reflexionó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras que yo aquí me muero de hambre!” Me pondré en camino, regresaré a casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”. Se puso en camino y se fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, y, profundamente conmovido, corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El hijo empezó a decirle: “Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus criados: “Traigan enseguida el mejor vestido y pónganselo; pónganle también un anillo en la mano y sandalias en los pies. Tomen el ternero gordo, mátenlo y celebremos un banquete de fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Y comenzaron la fiesta. (Continúa) (Texto tomado de la Biblia de América)
Después de haber leído el evangelio, hagámonos las siguientes preguntas para una mejor comprensión del texto:
¿Con que intenciones se acercaban las personas que menciona el evangelio a Jesucristo?
¿Qué es lo que murmuraban acerca de Jesús y cómo les responde?
¿Qué es aquello que causa alegría en el cielo y en los ángeles de Dios?
Ante el comportamiento del padre en la tercera parábola ¿cómo reaccionaron sus hijos?
¿Cuál fue la reacción del padre al ver a su hijo regresar?
Breve Estudio Bíblico.
Para este domingo XXIV del Tiempo Ordinario el mensaje se centra en el perdón y la misericordia de Dios. La primera lectura presenta la intercesión de Moisés ante Dios por el pecado cometido del pueblo de Israel. El testimonio de san Pablo, en la segunda lectura, resalta la misericordia y el amor que Dios tuvo con él cuando, obrando por ignorancia, desató una persecución violenta contra la Iglesia. Desde su propia experiencia anuncia: Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores. El Evangelio en palabras de Lucas, presenta a Jesucristo respondiendo por medio de tres parábolas a los fariseos y maestros de la ley que murmuraban sobre su actitud de juntarse y comer con los pecadores. En estas parábolas existe un común denominador: lo que estaba perdido y la alegría por encontrarlo. Dios va por quienes están perdidos y descarriados por el pecado desbordando su amor y misericordia. Para ello, quien se aleja, ha de tomar tres decisiones como respuesta de fe: arrepentirse, convertirse y regresar. Entonces habrá alegría en el cielo por el pecador arrepentido, esta es la alegría del Evangelio.
- Meditación: ¿Qué me dice Dios en el texto?
Para profundizar en el Evangelio contestémonos a nosotros mismos, con sinceridad, las siguientes preguntas:
Jesucristo compara la alegría de Dios con la de un pastor, una dueña de casa, y un padre de familia cuando encuentran lo que daban por perdido. ¿Has experimentado esa paz, amor y alegría que te invade al recibir el perdón de Dios?
Como respuesta de fe, ¿decides arrepentirte de tu pecado, convertirte y regresar a Él?
En nuestras comunidades eclesiales, ¿tenemos la actitud de ir por la oveja que se aleja y extravía?
Cuando un hermano decide regresar a la Iglesia y vivir su fe, ¿cuál es nuestra actitud? ¿Lo juzgamos o realmente nos alegramos como los ángeles de Dios?
- Oración: ¿Qué le digo a Dios?
Señor Jesús,
tu amor y misericordia me sorprenden.
Amas tanto, das tanto.
Dame de ti para yo dar de ti.
De tu amor, perdón y misericordia
dame la gracia.
Y así, Señor contigo,
alegraremos al cielo.
Amén.
- Contemplación:
Para intensificar la contemplación repitamos varias veces un versículo de la Sagrada Escritura durante la semana para que alimente nuestra fe:
«Me levantaré y volveré a mi padre» (Salmo 50).
- Acción: ¿A qué me comprometo con Dios?
Este domingo la liturgia de la Palabra nos abre los ojos de la fe para descubrir a Dios que sale a nuestro encuentro como el padre con su hijo en la parábola.
Propuesta: Esta semana me levantaré y volveré a mi Padre. Acudiré a vivir el Sacramento de la Reconciliación para recibir el perdón y la gracia de Dios. Me dejaré abrazar por el amor y la misericordia de Cristo Eucaristía viviendo la Hora Santa en mi parroquia. Seguramente tu corazón se alegrará en Dios.
Primera Lectura: Éxodo 32, 7-11. 13-14
Salmo 50
Segunda Lectura: 1 Timoteo 1, 12-17.
Color: Verde