Aunque es evidente que exteriormente hay diferencias en el varon y la mujer, no sólo se trata de algo exterior… Veremos cómo supone algo mas profundo que no permite ser manipulado según el gusto de cada uno, sin que conlleve serias repercusiones.
Alicia Beatriz Montes Ferrer/ Autora
¿Que es el ser de la persona? Hablaba del ser de la persona como una unión del cuerpo y alma, un todo donde todo se relaciona, lo coproral, lo espiritual y lo psíquico. Sin embargo, este tiene también sus peculiaridades que enraízan en la diferencia del ser humano según el sexo con el que ha venido a este mundo, o varon o mujer, con su feminidad o masculindad, complementos perfectos.
Varon y mujer son dos realidades iguales en cuanto a seres humanos, en relación con los seres vivientes, pero cada uno con su propia identidad sexual: su modo de hacer, de pensar, de amar…Todo y cada una de las cosas que hacen o sienten, contienen unas peculiaridades propias de cada sexo visibles, en unos casos fácilmente, mas ocultas en otros, que habría que comentar.
Aunque es evidente que exteriormente hay diferencias en el varon y la mujer, no sólo se trata de algo exterior, físico, que se pueda cambiar al antojo tal y como está ocurriendo actualmente, sin que esto se crea que suponga algún problema para la persona que decide cambiar de sexo. Veremos cómo supone algo mas profundo que no permite ser manipulado según el gusto de cada uno, sin que conlleve serias repercusiones.
Todo el ser
El ser de la persona implica un modo de ser, lo cual supone un modo de pensar, de actuar y de sentir, según sus dimensiones propias. Si afirmamos que la persona humana es un todo en el que se interrelacionan sus aspectos propios personales: la inteligencia, el obrar y el amor, entonces podremos decir que este modo de ser y obrar se manifestará según el ser varón o el ser mujer.
La sexualidad humana es una dimensión humana que implica ser y estar en el mundo como hombres y mujeres, es una dimensión que permanece en la persona desde el momento de la fecundación, y va a manifestarse en todos los actos de la vida.
La médico sexóloga Nieves González Ricos nos recuerda esta afirmación y nos subraya la importancia de conocer que la sexualidad implica a todo nuestro ser, tanto en su dimensión biológica, psicológica, espiritual y social, que variara según sea una persona varón o mujer.
Por lo tanto, la sexualidad nos capacita para poder amar con nuestro corazón y nuestro cuerpo, utilizando distintos medios para nuestro corazón y nuestro cuerpo, para expresarnos sexualmente. Uno de estos medios será el aparato genital que, como sabemos, tendrá distinta morfología según el sexo de la persona. Aquí radica una gran verdad que la ideología quiere desmentir: la sexualidad humana no es tan sólo la relación sexual, implica todo un proceso comunicativo exclusivo del ser humano para poder entrar en relación con los demás.
La persona como apertura
La autora Blanca Casilla y Cortazar nos habla en una de sus obras de la persona como apertura, como ser-con, la cual nos dirá que la persona vive en comunión con otras personas, pues está influida y afectada por ellas, se trataría de su realidad humana que es afectada por los demás.
El principio de socialización lo hallamos en la persona, no en la naturaleza, la cual siempre dice referencia al menos a otra persona. De acuerdo a filósofos, el Cosmos contiene una huella de dos principios diferentes: lo masculino y femenino, constatado sobre todo en la sexualidad.
La unidad humana parece ser que acoge en su seno una pluralidad de personas diversas y Jung, nos recuerdad Blanca Casilla, ve en las parejas cogidas de la mitología o en concepciones filosóficas, que se puede encontrar una parte femenina correspondiente al alma, la madre, y en frente nos presenta al que sería el padre, representativo de la forma y la energía.
Heidegger también habla de que el ser propio de la persona humana es un Mit-sein, un ser-con o co-existir.
La filosofía personalista ha puesto de relieve que el “Yo” no adquiere sentido humano más que en relación con el “Tú”.
“El ser humano concreto o es varón o es mujer, ambos iguales en cuanto a que son persona humana, igualdad donde anida la diferencia que cada uno posee por su aspecto psíquico y orgánico propio de su sustantividad humana, de su individualidad y que se observa en todos los niveles.
Singularidad propia
Cuando hablamos de que la persona humana tiene una singularidad propia, esto ya nos esta indicando que cada persona encierra en sí misma una condición que la hace ser única, irrepetible, con una diferencia radical y absoluta respecto a todas las demás personas. Pero también observamos que dentro de esta distinción existe una gran diferencia que viene determinada, principalemente, por su dimensión sexual, que le hace formarse su identidad como varón o mujer.
Ya Platón lo vio muy claro tal y como se puede apreciar en estas palabras suyas: “que para ser aquel que somos, hemos de no-ser, de dejar-de-ser, absolutamente todo lo demás: para ser este varon particular que soy, no puede ser ni mujer, ni animal, ni planta…ni cualquier otro varón de los que puebla el universo”.
El ser varon frente a ser mujer es una afirmación del ser de la persona que pone en evidencia la diferencia, incluso, oposición de sexos. Si nos fijamos en su esencia, su propia naturaleza, la igualdad es innegable, pero esta adquiere unas peculiaridades propias según se exprese en masculino o femenino.
Mikel Gotzon Santamaría nos habla de esta idea del ser hombre y ser mujer enmarcándola en un significado que radica en el poder creador de la persona: el amor y la paternidad, la entrega total de un hombre a una mujer, es la entrega total de una persona-padre, a una persona-madre. Este doctor nos da como respuesta a la causa de por qué existe la diferencia sexual, a la necesidad de tener hijos.
El autor Tomás Melendo presenta esta distinción acercándonos a la antropología adulta afirmando que la “plena mayoría de edad de los estudios antropológicos no ha comenzado hasta que, muy en particular a lo largo del siglo XX, se advirtió que la diversidad entre el varon y mujer afectan precisamente a su condición personal, de modo que se hace necesario ditinguir entre persona masculina -o varón- y persona femenina -o mujer-, precisamente como distintas, complementarias, imprescindibles y destinadas al apoyo y crecimiento recíproco.
La verdadera igualdad entre varon y mujer
La ideología de género reivindica la igualdad entre el varón y la mujer en todos sus aspectos, en su quehacer, su comportamiento, su modo de relacionarse con los demás, sus intereses…como en su ser interior, su mundo psicológico y espiritual.
Las diferencias entre lo masculino y femenino no deben suponer que uno sea más que el otro, que uno tenga mas ventajas y el otro sea el marginado.
Esta ideología quiere negar cualquier diferencia en la naturaleza humana apoyándose en la idea de que todo es una construcción social, sosteniendo que existe una clara influencia del entorno que será el responsable de desarrollar una única naturaleza cambiante, no sometida a dos únicos sexos, incluyendo el género neutro.
El problema radical consiste en ver la persona humana desde su dimensión sexual, bajo su aspecto biológico, dejando de lado el resto de realidades humanas que, como ya hemos visto, tienen diferencias según se trate de un varón o una mujer.
El cuerpo adquiere una importancia superlativa y según esta ideología el género será independiente del sexo que tenga, como una construcción cultural que se podrá elaborar libremente.
Citando nuevamente a Mikel Glotzon, podemos hablar de muchas cosas que hombre y mujer podemos tener en común: la dignidad humana como elemento principal, la inteligencia, el poder de amar y de entregarnos, la capacidad de iniciativa, la responsabilidad, etcétera.
La única, extrema e irrepetible digndad como personas, nos lleva a la igualdad en cuanto a la legalidad: las obligaciones y derechos a tener el mismo respaldo jurídico bajo las mismas condiciones.
¿Una nueva antropología?
La igualdad de género que esta ideología pretende imponer, no tiene nada que ver con estas igualdades citadas, lo que quiere alcanzar es una nueva antropología humana donde mujer y varon sean exactamente idénticos en todo y, por lo tanto, intercambiables, por esto, por ejemplo, la maternidad es vista como un mal para la mujer que la limita e impide poder alcanzar altas metas de poder político laboral o en la vida pública, complementareidad en las personas con un cuerpo sexuado diferente, dicha unión supone no sólo la complementariedad entre los órganos sexuales masculinos o femeninos, -bastante evidente-, sino también referida a nuestros comportamientos, sentimientos y los diversos papeles en la sociedad.
Pero esta complementariedad e inclinación que sienten el hombre y la mujer, como expresaba Armando Segura en un curso de antropología de la familia, no es exclusivamente biológico en el sentido de una inclinación comparada al celo de los animales. Se trataría de “una integración de las tendencias inferiores en las superiores, como un acto del hombre como propiamente humano, lejos de la simple función reproductiva o intercambio de funciones animales”.
Ser iguales en dignidad y valor, no significa ser idénticos, tampoco conlleva tener que oponerse a la diferencia, pero sí a la desigualdad, que es otra cosa distinta y provoca gran confusión. Cada situacion, cada realidad deberá afrontarse según se dé de una manera u otra, no se puede generalizar intentando visualizar todo bajo una aparente igualdad que no existe siempre.
Dos situaciones que se presenten iguales para dos personas con diferencias entre ellas, no han de tener la misma forma para buscar una solucion para así concluir que se ha sido justo, pues quizás la solución más acertada estaba en buscar la igualdad en el objetivo final, lograr solucionar para ambos el problema, pero aceptando diferencias en el modo de hacerlo.
Es cierto que una mujer puede perfectamente ejercer con máxima eficacia un puesto de gran responsabilidad, que en el mundo laboral puede integrarse igual que el hombre sin que se le considere menos capacitada o inteligente, sin embargo, hay que respetar ciertas peculiaridades que a la fuerza no pueden entrar en esta igualdad, como pudiera ser el caso de la maternidad.
Igualdad de valor
Si bien es cierto que tambien habría que considerar que la mujer y el hombre presentan peculiaridades que los distinguen tanto en sus modos de relacionarse, de plantear soluciones, de afrontar nuevas ideas, son diferencias en su dimension psicologica, social y por supuesto física. Aceptar estas diferencias ¿Supone discriminar a la mujer?, yo diría que no, que, al contrario, supondria una gran ventaja para la sociedad saber aprovechar al máximo cada una de las manifestaciones del varón o la mujer para ponerlas al servicio en el lugar donde más eficacia aporten, en lugar de concienciarnos de que se trata de una batalla continua de sexos.
La mujer, desde hace unos años, se encuentra sometida a una opresión social ideológica que la incita a igualarse con el hombre, buscando ser su rival en el mundo laboral, así como en el hogar, como si de una necesidad psíquica se tratara, causada por ese “deseo de ser como un hombre”. Algunos sostienen que de aquí podria venir esta lucha de poder desde la infancia y que se manifiesta en algunas ocasiones en la relacion entre la hija y el padre.
Es necesario hacer notar la riqueza de la complementariedad que existe entre los hombres y las mujeres, donde ambos pueden realizarse bajo su identidad sexual, exponiendo su potencial singular de cada uno, sin tener que luchar constantemente por abrirse hueco y sin tener que humillar al otro.
G.Dereveus escribio acerca de esta igualdad:
“El valor igual acerca de los hombres y de las mujeres se asienta en el hecho de que en una especie sexuada, el hombre implica a la mujer, lo mismo que la mujer implica al hombre. Su diversidad garantiza el sentido de cada uno de los dos y prueba la igualdad de su valor.