Dra. Velia Collazo/Abogada derechohumanista
A propósito del día del abogado, que se celebra cada año el 12 de julio, muchos cristianos nos preguntamos, ¿se puede ser abogado y cristiano a la vez?
En este sentido, surgen algunos cuestionamientos ¿sería suficiente para un cristiano abogado ejercer su profesión con ética? ¿Cuál sería el fin último o propósito de su ejercicio profesional? ¿Qué dice la Biblia al respecto? ¿Nos da algún ejemplo de un abogado cristiano?
En la Biblia se pueden observar algunos ejemplos de abogados (escribas) que gozaban de buena reputación en su sociedad. Los intérpretes de la ley eran considerados sabios. Cabe mencionar que algunos usaban sus profesiones para servirse a sí mismos, lucrar, y ganar prestigio a la vez que guardaban celosamente su escalafón social aun a costa de la verdad.
De esta manera, dichos abogados estaban atrapados en el legalismo y formalismo normativo obviando el principio o espíritu de la ley, y rigiéndose por un pragmatismo utilitarista, incluso condenando al inocente.
En cambio, ¡qué distinto sería un abogado si asesorara bajo los preceptos bíblicos! Y si buscara el beneficio de su cliente, evitando en lo posible afectar a la contraparte, y la meta ideal fuera ‘cerrar negocios’ de ganar-ganar, en vez de ganar-perder como muchos se esmeran en realizar.
Por lo tanto, es necesario analizar las motivaciones de nuestros corazones, ser sinceros, y reconocer qué es lo que nos mueve a hacer lo que hacemos. Preguntarnos: ¿Ejercemos nuestra profesión con el mero propósito del lucro propio, y el reconocimiento social de los colegas o las revistas internacionales (igual que los escribas)? ¿O ejercemos la profesión para la gloria de Dios (1 Corintios10:31)?
La Palabra de Dios nos enseña que Cristo es nuestro máximo abogado, liberándonos de la condenación que merecemos por nuestro pecado (1 Juan. 2:1). Por ello Él debe ser nuestro modelo, dado que Él es la Verdad (Juan. 14:6), y no se goza en la injusticia. Tampoco usaría tráfico de influencia, ni aceptaría soborno (ver Deuteronomio. 16:19, 27:25; Pr. 15:27). No mentiría, ni sería el dinero su motivación.
Recordemos siempre que nuestro título en realidad no es el de “abogado cristiano” sino el de “cristiano abogado”. Nuestra fe debe ir primero y tiene preeminencia sobre la profesión.
Además, el ser humano aspira a ser íntegro con un solo código de valores. Existe solo una verdad absoluta, solo una fe verdadera, solo un Dios, y solo una Escritura.
Como podemos percatarnos, vivimos en un mundo lleno de ataques del Maligno, y el principal campo de batalla son los ataques a la mente. El ataque ideológico que vemos hoy contra la verdad es fatal, y las ideas tienen consecuencias. Lo vemos claramente con la agenda de la ideología de género, el movimiento LGBTIQ+, la promoción de la despenalización del aborto, el ataque a la institución de la familia y el matrimonio, y la coerción contra la libertad de conciencia, religión, y culto, en especial contra los cristianos.
Por último, al hablar sobre la profesión del abogado desde una cosmovisión bíblica, (que es la mía, y si volviera a nacer elegiría ser abogado), no podemos dejar de señalar que el abogado tiene hoy un rol social muy marcado. Posee una gran responsabilidad en el buen desarrollo y administración de la justicia, en especial cuando en nuestros países se promueven actualmente leyes injustas, contrarias a la Palabra de Dios, a la razón y al bienestar de las personas.
Sobre todo debemos escuchar a Dios clamando nuestra atención, cuestionándonos y recordándonos ser abogado que rinde cuentas al Juez de jueces. Así que imaginemos lo que sería escuchar a Dios preguntarnos: ¿dónde estabas mientras los países legalizaban el aborto y mataban a millones de bebés que yo cree? ¿Dónde estabas cuando legalizaban el matrimonio homosexual? ¿Dónde estabas cuando encarcelaban a mis pastores por predicar mi Palabra? (Honduras, Nicaragua, México) ¿Qué hiciste con los talentos que te di como abogado para esos tiempos? (Mateo. 25:31-46).
Hermano abogado, usted puede elegir en qué creer y qué defender, todo sin olvidar a Nuestro Señor Jesucristo. Por ello es importante emular al Abogado de abogados, Jesucristo, o a San Ivo, nuestro santo Patrono. ¡Feliz día del abogado!