El matrimonio y la familia, don del Señor
A veces nos olvidamos de la gracia, pensamos en muchas cosas, pensamos en uno mismo, en estructuras, en planes personales, incluso en que yo puedo, pero nos olvidamos de la gracia de Dios. Dios da la gracia, Dios da el don, Dios llama y ante una misión, ante un don que Él nos da…
Mons. J. Guadalupe Torres Campos/ Obispo de Ciudad Juárez
Primera parte
Con mucha alegría como siempre les saludo con cariño. Seguimos reflexionando en torno a la exhortación del papa “La Alegría del amor”.
Hoy toca reflexionar sobre el tercer capítulo que lleva como nombre “La mirada puesta en Jesús, vocación de la familia”. Vamos pues a adentrarnos en este capítulo que es la iluminación bíblica desde el punto de vista sacramental de la Iglesia sobre la familia y el matrimonio.
Nos dice el papa luego, luego, de entrada, que lo que debe de marcar a la familia es el primer anuncio. Entiende el papa el primer anuncio como un anuncio de amor y ternura, un anuncio del infinito amor del Padre, manifestado en Cristo, como que esta es la mirada de Dios con respecto a la familia, al matrimonio. Es decir, la familia, el matrimonio, hay que anunciarlos como fruto del amor, la ternura del padre Dios que nos manifiesta en su Hijo Jesucristo, por lo tanto la plenitud del proyecto de Dios es que el matrimonio es un don, don del Señor, como lo dice San Pablo en la Carta Primera a los Corintios 7,7: es un don, es un regalo: Dios da la familia, Dios da el don del matrimonio como un proyecto de vida, un proyecto de gracia.
Luego, luego el papa también afirma algo que ya la Iglesia ha predicado y sostenido siempre acerca de la bondad e indisolubilidad del matrimonio. Eso ya lo sabemos, es un bien, es un regalo de Dios, algo excelente que une para siempre al matrimonio, por lo tanto, advierte el papa, que no hay que ver el matrimonio como un yugo, como una carga, algo pesado, algo que se me impone, ¡no!, es una bondad de Dios, un regalo de Dios. Y Dios da cosas buenas, Dios quiere lo mejor, da lo mejor y lo da para siempre. Nada que te lo doy y te lo quito, si lo quieres o no lo quieres, ¡no, no! ¡Es para siempre! el matrimonio. En ese sentido, dice el papa, Jesús lleva el matrimonio y la familia a su forma original, la unidad, el amor, la entrega, y a su forma original, porque recibe el matrimonio y la familia, la gracia. A veces nos olvidamos de la gracia, pensamos en muchas cosas, pensamos en uno mismo, en estructuras, en planes personales, incluso en que yo puedo, pero nos olvidamos de la gracia de Dios. Dios da la gracia, Dios da el don, Dios llama y ante una misión, ante un don que Él nos da, una misión que Él nos confía, nos da la gracia ¿para qué?, para ser el matrimonio, para ser los esposos, la familia, testigos del amor de Dios: se aman, se entregan, viven en unión ayudados por la gracia de Dios, cumpliendo el proyecto que Dios tiene para los esposos y la familia, y de esta manera dan testimonio, son testigos del amor de Dios, y así vivir la vida de comunión.
Cómo en estos días es importante resaltar la vida de comunión, hoy se nos quiere meter en la cabecita el individualismo, mi propio proyecto, mi propia realización, mi propia satisfacción, ¡no, no!, el matrimonio es un proyecto de Dios para vivir una vida en común, en este caso el esposo, la esposa, y cuando vengan los hijos, los hijos, entre hermanos, en mucho amor.
De esta manera, dice el papa, el matrimonio, la familia es una alianza de amor, una alianza de fidelidad. Alianza es un pacto de gracia, es una unión con Dios plasmada entre los esposos en el matrimonio, entonces es un alianza, no de un contrato que se firma, sino una alianza de amor, de algo sólido, de algo perenne, de algo sagrado. Una alianza que exige fidelidad, fidelidad a Dios, fidelidad al proyecto de Dios, a la gracia que Dios me da, y fidelidad con quien voy a compartir esta vida en comunión, la esposa o el esposo entre sí como la Sagrada Familia.
El papa en este momento pone como modelo de esa alianza de amor y de fidelidad a la Sagrada Familia de Nazareth, San José, la Virgen María, un amor purísimo, fiel, entregado y el fruto de ese amor, Jesús, el Hijo de Dios, el hijo de María y el hijo también de San José.
El papa de esta manera da continuidad al magisterio anterior. Muchas personas hoy esperaban algo nuevo ¡No!, el papa es fiel y da continuidad al Magisterio anterior respecto a la familia y al matrimonio, y así hace referencia a la Gaudium et Spes, al Lumen Gentium, a la Humanae Vitae, al Evangelii Nuntiandi, a la Familiaris Consortio, Deus Caritas Est, Caritas in Veritate, todo lo que esos documentos dicen acerca del matrimonio y la familia y el papa lo cita, lo toca, lo ratifica, ya está dicho, es un proyecto de Dios, es algo consolidado que hay que reflexionar, hay que entender y comprender y asimilarlo todos los seres humanos, y en particular nosotros como católicos. El sacramento del matrimonio da a la familia el ser imagen de Dios, el ser comunión de personas, por una parte Dios, por otra parte las personas, imagen de Dios, comunión entre personas. Pero dice a imagen de la Santísima Trinidad. Dios es amor, Dios ama y ama a su Hijo y la unión entre el Padre y el Hijo es el Espíritu Santo. Así la familia, el matrimonio, debe ser imagen de Dios trinitario, comunión de personas como la Santísima Trinidad. Por tanto, pues, repito, el matrimonio no es una convención social, un contrato, es un don ¿para qué?
Todo don tiene un sentido. ¿Para qué Dios me da este don? en el matrimonio o en la familia. Pues dos cosas muy importantes: para la santificación, para que te santifiques para que seas santo ahí en tu matrimonio y se santifiquen los dos en el amor, en la fidelidad, en la alegría, en el sacrificio. Y para la salvación de los esposos, para que se salven, porque creen, porque se aman, porque están unidos ahí en su matrimonio a la cruz de Cristo, signo de salvación. Entonces es importante queridos hermanos, todos, y sobre todo los esposos valoren este don de Dios que les da para que se santifiquen y se salven cada día unidos a Cristo en la cruz.
(El matrimonio) es una vocación, un llamado que pide una respuesta, una misión. Así Cristo permanece con los esposos. Esa imagen de Cristo, el esposo, con la Iglesia, la esposa, ayudados por la gracia de Dios es muy importante predicarla cuando se prepara, cuando se celebra el matrimonio. Cristo siempre acompaña a los esposos, al matrimonio. Cristo siempre está permanentemente presente en los esposos con su gracia.