Seguimos reflexionando en torno a la exhortación del papa “La alegría del amor”… Muchas personas esperaban algo nuevo ¡No!, el papa es fiel y da continuidad al Magisterio respecto a la familia y al matrimonio…
Segunda parte
Tocando otro tema que es también parte importante de la vida de los matrimonios, dice el papa, la unión sexual es muy importante, vivida de manera humana y santificada por el sacramento, es a su vez camino de crecimiento en la vida, de la gracia para los esposos. No olvidar pues esa parte, la entrega en la unión sexual de los esposos. Es un crecimiento, pero siempre conservando la gracia, vivida de modo humano y santificada hace crecer la gracia entre los esposos.
Sigue diciendo, en otro punto, los esposos son los ministros de su propio matrimonio, en razón del Bautismo recibido, ellos son los ministros; el sacerdote o el ministro oficial simplemente es como un testigo canónico para la importancia de que quede asentada la licitud de aquel matrimonio, pero quienes celebran el matrimonio son los esposos. De ahí la importancia del consentimiento. A manera de broma comparto cómo cuando uno pide el consentimiento de los esposos, como que se turban, como que lo dicen y no lo dicen, como que a veces reflejan, puede ser que sean nervios, puede ser que sea olvido, que estén pensando en otra cosa, pero eso pasa. Pero es importante, el papa señala, el consentimiento: Están celebrando ustedes dos su matrimonio, por tanto se debe poner importancia máxima al consentimiento que están proclamando en ese momento.
El evangelio de la familia, ¡qué hermosa expresión! la familia es evangelio, es Buena Nueva, el evangelio de la familia señala que en el matrimonio se da la semilla del Verbo, es decir, en ese amor de los esposos que responden al proyecto de Dios, que se aman, que viven la Alianza en comunión, a ejemplo de la Santísima Trinidad, ahí la semilla del Verbo, ahí la acción redentora de Cristo como semilla está dando frutos en los esposos, decíamos, para santificarse y salvarse, pero también para la familia que van a formar. Hay que dejar pues que la semilla penetre, santifique, transforme el corazón y la vida de los esposos y de la familia.
Hay que tener, dice el papa, un especial cuidado y particular atención de parte de la pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, que no están casados y quienes han contraído matrimonio sólo civil, o los que llamamos divorciados vueltos a casar. El papa está insistiendo: no hay que descartarlos, no hay que desecharlos, no están excomulgados como se piensa o se cree. ¡No, para nada! Hay que tener especial cuidado pastoral con ellos, atenderlos, acercarlos a la Iglesia, darles algún servicio, que se sientan parte de la Iglesia y en cada caso muy particular ir dando solución.
El papa Francisco dice que frente a situaciones difíciles y familias heridas, siempre es necesario recordar un principio general. Por principio los pastores, en este caso el obispo al frente y los sacerdotes, los diáconos, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien la situaciones de cada persona, del caso de cada matrimonio en su situación particular, esto retomando lo que dice la Familiaris Consortio en el número 84: el matrimonio es, en primer lugar, una íntima comunión de vida y de amor que constituye un bien para los mismos esposos, la sexualidad esta ordenada al amor conyugal del hombre y la mujer y de aquí una doble misión fundamental entre los esposos: la transmisión de la vida, deben estar abiertos a la vida y segundo, la educación de los hijos. Dos tareas, dos misiones importantísimas en el matrimonio: transmisión de la vida, qué hermoso que estos esposos Dios los tiene para dar vida, y dando vida, educar plenamente, íntegramente a los hijos. Por lo tanto, señala el papa, los hijos así son un don, no un derecho como algunos quisieran o pretenden afirmar. No es un derecho, los hijos son un don de Dios. Ellos (la pareja) están abiertos a la vida, pero realmente es Dios el que da el hijo, el don de un hijo para el matrimonio, por lo tanto el papa es muy enérgico en esto y enseguida dice un rechazo total a una mentalidad antinatalista, abortista, un rechazo total a la eutanasia y a la pena de muerte porque eso va en contra de la vida, porque la familia es santuario de vida, lugar donde la vida es engendrada y cuidada. La familia, por lo tanto, también tiene la misión de proteger la vida en todas las etapas, desde la concepción, pasando por cada una de las etapas hasta los últimos días de la vida.
Un gran desafío plantea el papa al final de este capítulo ¿Cuál? la educación integral de los hijos. Es obligación gravísima a la vez que un derecho primario de los padres. A veces oigo que instituciones de cualquier tipo quieren suplantar a la familia, ¡no!, el Estado debe ofrecer un servicio educativo de manera subsidiaria, la escuela no sustituye jamás a los padres, la Iglesia está llamada a colaborar con una acción pastoral adecuada. Papás: ustedes tienen esa vocación, ustedes tienen ese gran desafío, ustedes son los primeros educadores de sus hijos, ¡no dejen que nadie supla esa vocación, esa misión que únicamente les compete a ustedes!
Queridos hermanos, sigamos estudiando y meditando cada capítulo de esta exhortación apostólica. Sigamos siempre creciendo en gracia y santidad. Un abrazo y mi bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.